Hoy traigo un relato entero que es especial para mí. Es bastante incalificable en cuanto a género literario y tengo curiosidad por saber qué efecto os causa. Así que si alguien se anima a "viviseccionarlo" tiene completa libertad para hacerlo, y todo mi agradecimiento :-)
**Eso sí, aviso que es largo XD
2.000 d. C.
Cronología de la Tierra
por L. G. Morgan
¾Habrá
que decidir –dijo la entidad denominada B.
¾Muy
bien, propongo una votación para evitar más dilaciones –aprobó la entidad
llamada
c.
¾De
acuerdo –fueron asintiendo los demás.
¾Una
última cuestión –reclamó
L, el miembro del consejo que había sido el primero
en llegar-. ¿Qué número hace el último mesías que hemos mandado? Lo digo
porque, como ya sabéis, para los seres humanos todo lo que tiene que ver con lo
que llaman numerología adquiere una importancia enorme. Podríamos ocuparnos de
que fuera algo simbólico.
¾El
último mesías era el 113 –contestó
k-, que para la
mayoría de culturas terrestres se asocia con catástrofes o cambios drásticos.
Pero no creo que debamos preocuparnos por eso, según su cronología están a
punto de alcanzar una fecha de simbólica cifra. Ya sabéis, les gustan los
conceptos redondos.
Una vibración de regocijo
recorrió la onda de energía que aglutinaba a su vez las energías de las
entidades, en esa formulación de sus esencias.
En realidad,
aquello era solo una diversión más, desde luego, se recordaron todos en el
silencio de sus mentes. No tenía mayor importancia. Pero en todos los juegos
gran parte del atractivo está en definir unas reglas y unos resultados posibles.
Si no la cuestión pierde encanto, ¿qué importa entonces un final u otro?
Además, proporciona mayor aprendizaje una experiencia controlada de algún modo
que el puro azar obrando por ley de probabilidades.
¡Uy!, de nuevo se colaban conceptos humanos. ¿Tanto les había marcado esa
dimensión concreta? Era, eso sí, uno de sus lugares de recreo favoritos. Y
aunque primitiva, una escuela que a más de uno le había reportado interesantes
conocimientos.
Lo que Es les dejaba obrar a su antojo, estaban ya tan cerca de Ello...
Ahora estaban reunidos para decidir si aquel continuo espacio-tiempo que
llamaban Universo había tocado a su fin.
Las ventajas eran numerosas. Las enseñanzas posibles de un “fin del
mundo” eran infinitas, en cualquier estado del ser que pudiera darse. La
evolución de las almas se saltaba varios pasos, a veces, con experiencias tan
esclarecedoras, y que hacían tanto por la toma de conciencia sobre lo
importante y lo irrelevante.
¾Mi
voto es: Fin del Mundo –dijo
k, interrumpiendo de
este modo los impulsos eléctricos que configuraban el pensamiento de todos
ellos.
¾El mío también –decidió
otra entidad que había permanecido inactiva instantes antes, era la llamada
x
¾Opino
igual –se añadió otra “voz”, la de
q
¾Totalmente
de acuerdo –opinó
B
¾Pues
a mí me gustaría esperar un poco hasta estar seguro –contradijo
c-, quizá si
escucháramos más opiniones... alguno que tenga experiencia de campo más
reciente.
¾Podríamos
llamar a unos cuantos entre los últimos mesías –apuntó
L, que no se acababa de quitar la
cuestión de encima.
¾Por
mí no hay inconveniente –se sumó
e al debate-. Tenemos tiempo.
Hicieron fluir
energía y partículas entre ondas electromagnéticas de nivel a. En un continuum simultáneo otras ondas
fueron sumándose a la principal, hasta engrosar un movimiento cíclico de
periodo variable que quedó inmóvil al alcanzar su forma definitiva. Las
explicaciones eran innecesarias. Todos eran parte del todo global. Tenían
acceso a la energía mental de todas las partículas a la vez.
L interrogó a uno de los entes de reciente incorporación,
el ente inmaterial llamado Richard Bach en su última encarnación, cuando aceptó
la tarea del denominado mesías número ciento trece. El cuerpo de Bach aún
permanecía en la Tierra, pero su espíritu había logrado durante el sueño,
acudir a la llamada que le había convocado.
¾Te
hemos reclamado –explicó
L-, porque queremos saber tu opinión y necesitamos
disponer de tu reciente experiencia, para terminar de dilucidar la cuestión que
nos ocupa, y que es acabar con el campo de entrenamiento que llamamos Tierra.
Bueno, en realidad, lo que se ha planteado es incluso más amplio, hemos pensado
acabar con toda la dimensión espacio-tiempo conocida como “universo”.
¾Si,
lo sé –contestó el llamado Bach-. Todo lo que pueda serviros de mi conocimiento
está a vuestra disposición.
¾¿Cuál
es tu opinión entonces?
¾Mmmm...
sabéis que tengo cierto apego, más que el general al menos, a la forma temporal
de vida que estamos tratando. Siempre me ha resultado útil y, en algún caso,
incluso muy placentera y divertida. Y si no, emocionante siempre.
Pero mi opinión sobre el
futuro de tal dimensión coincide con la vuestra. Creo que la capacidad de este
mundo para seguir instruyendo entes inmateriales eternos se ha vuelto muy
limitada. Me apoyo en los resultados visibles que arrojan las almas que vienen
de vuelta. Cada vez más, solo los espíritus más primitivos deciden probar
fortuna en este campo.
Fiel a mi misión sin
embargo, creo haber hecho ya todo lo posible por transmitir algo de la verdad.
Aunque en ese aspecto temo haber fracasado.
Los humanos son incomprensiblemente crédulos ante un montón de necedades,
pero parecen totalmente impermeables a la voz de la esperanza y de la verdad.
En general creo que son más afines a los mensajes angustiosos y catastrofistas.
Así que sería más acertado, si lo que queréis es sacudir conciencias y
favorecer crecimientos espirituales, hacer algo en plan hecatombe u holocausto
multitudinario. Allí les gustan los gestos llamativos y los sufrimientos
atroces. Sus almas responderán sin duda.
¾Sí,
sabemos de tus perspicaces observaciones. Y también de las gestiones que
llevaste a cabo para transmitir lo que tenías encomendado –dijo
e-. Intentaste
explicarles con tus libros todo lo que debían saber. Original, sin duda, la
forma de presentarte.
¾Gracias
–la entidad Bach sintió la satisfacción del perfecto entendimiento, en el seno
de la mente colectiva-. Tomé la decisión de presentarme como escritor porque en
la época terrestre en la que me tocó encarnarme, según su cronología, la
comunicación de masas era, lo sigue siendo, un instrumento estupendo que se
hace imprescindible para alcanzar el máximo auditorio. Podría haber elegido
también el papel de periodista, claro está, pero creí que un escritor, al tener
más prestigio, sería más efectivo de cara a la consecución de mis fines.
Probé con “Juan Salvador
Gaviota”, para explicarles la verdad de las cosas. Pero vi que resultaba
demasiado metafórico.
¾Sí –corroboró
e con tono
reflexivo-. Parece increíble pero al encarnarse, la mayoría de los espíritus
pierden por completo la intuición y el ingenio. No son capaces de comprender
más que los aspectos superficiales y aparentes de la realidad, cualquier
realidad.
Puede deberse tal vez a las Leyes de Transformación –emitió algo parecido
a un suspiro mental-, quizá sean inevitables esas pérdidas al pasar de un
estado energético a otro basado totalmente en leyes físicas, definido por el
tiempo y el espacio.
Todos mostraron su conformidad con la hipótesis.
¾Y
además de lo dicho –continuó Bach tras un instante-, el asunto se complica
siempre, más aún, debido a que en general las formas humanas no recuerdan nada
previo al nacimiento. Todos los seres humanos creen firmemente que lo son.
Mi caso era distinto, como el de cualquier mesías de los que enviamos,
porque ya me había encarnado antes unas cuantas veces. Sí, de todos es conocida
mi atracción por el lugar Tierra. Por eso yo no olvidé nada, en todo momento
fui consciente de lo que era.
Por todo lo dicho, elegí un medio concreto que me pareció ser el que
gozaba de más posibilidades de éxito. Libros y libros. Y como el mensaje de las
gaviotas no pareció llegarles, lo intenté de otras formas. Pero sin mucha más
suerte.
¾Pues
con “Ilusiones” se lo pusiste tan claro como era posible –trató de consolarle
B-. Al
menos sin revelar lo que tenemos
prohibido, y que todos aceptamos. Siempre estuvimos de acuerdo al definir las
reglas: no podemos mostrarnos en otra naturaleza que la de la dimensión donde
existimos en cada momento.
Pero en tu libro tratabas
de explicarles la verdad, que el universo no es más que ilusión, que puedes
expresar allí la realidad, si lo deseas, pero que no es la realidad misma. Y
que el objetivo de la vida es ser feliz...
¾Sí, sí, sí. Aprender y divertirse, se lo dijo muy claro
–intervino
x,
que parecía saltar de incontenible energía-. “Somos las nutrias del universo”,
les dijiste, eso es muy bueno. Que la auténtica familia no es de sangre, que la
criatura espiritual que llevas dentro te guía por la vida, que si justificas
tus limitaciones las tendrás...
¾Pues no se enteraron de nada –respondió Richard-. Si
acaso unos pocos.
¾Tal vez si hubieras intentado una cobertura más
tradicional –se preguntó
q, dentro de la mente colectiva-, algo más del
estilo del visionario convencional...
¾Sí, ya entiendo, más como el mesías llamado Jesucristo.
Milagros, multitudes alrededor, mensajes orales y en vivo... y una muerte
espectacular para que te recuerden. Me lo planteé, no creáis, pero pienso que
en esta época no hubiera dado resultado. Hay sectores importantes muy
escépticos respecto a mensajes de este tipo, cualquier cosa que les recuerde a
la religión despierta sus recelos inmediatamente.
¾Además –intervino entonces
k,
que llevaba tiempo inactivo-, Xto tampoco logró transmitir lo que se proponía.
En su tiempo le entendieron unos pocos, pero con el paso del tiempo esa facción
fue barrida por la corriente mayoritaria, que acabó con cualquier resto de
significado que pudiera quedar en el mensaje primitivo.
Creo que
el enfoque místico o filosófico no da resultado allí. Tal vez fuera distinto si
hubiéramos probado otro.
¾Oh, pero ya lo hemos hecho –contestó
c-. Que se
manifieste, por favor, la entidad llamada en la Tierra Julio Verne.
¾Estoy aquí para lo que deseéis –contestó Verne-. Pongo
la experiencia de mi última encarnación a favor del debate.
En primer
lugar he de dejar claro que me inclino en cualquier caso por la solución final
que se ha propuesto. Coincido con Bach en el valor mediático que tienen en la
Tierra las catástrofes y, también por simple diversión, me encantaría
contemplar en el universo un cataclismo colosal que acabara con todo. ¿Habéis
pensado en las posibilidades que se nos abrirían entonces para diseñar de nuevo
cualquier otro mundo que sustituyera a este?
Pero en fin, la decisión será de la mayoría. Mientras,
y por si sirve de algo, contestaré a la pregunta sobre el tono de mensaje más
efectivo.
Yo, al contrario que Bach o que Xto, o que Mahoma o
Buda, enfoqué el asunto con otro lenguaje y otras perspectivas que no eran,
creo, ni filosóficas ni trascendentes.
De todas formas se trata siempre, ¿no es así?, de
despertar la conciencia de los seres humanos y mostrarles el camino. Cómo lo
hace uno... bueno, es cuestión de ir probando.
Pero una cosa es cierta, sea la época que sea, el
mensaje que llevamos los mesías siempre parece chocar, incluso contradecir, lo
que el mundo piensa o imagina. Vamos contra corriente.
Bueno, no es que me queje, solo pongo de relieve las
dificultades de la tarea. Y al fin y al cabo, las almas que logramos convencer
experimentan un salto mayor, pues se mide con justicia el mérito y la
dificultad del aprendizaje. Cuando la materia a estudiar contradice lo que se
sabía, cuesta más hacerse con los conceptos, claro.
De todas formas, tampoco yo tuve ningún éxito. En el
mejor de los casos, fui ensalzado por mi enorme imaginación y gran ingenio. En
el peor, me tomaron por un loco visionario, pesimista en mi concepción de un
futuro regido por el dinero y la esclavitud tecnológica.
¾Si permitís otra opinión... –se dejó sentir otro ente
recién llegado-. Es que pasaba por aquí y no he podido resitirme. –Era la
entidad llamada en la Tierra Billie Holliday-. Solo quería aportar, en apoyo de
lo que dice Verne, que mi manera de hacer llegar los mensajes fue también
distinta, pero adecuada a la época y entorno social que elegí para mi
inmersión. La música arrastraba multitudes entonces. Rompimos con todo,
renovamos la escena artística... con el mismo resultado global que apunta
Jules. Unos pocos reaccionan, eso sí, pero el radio de influencia siempre es
demasiado corto.
Aunque no es que importe, ¿no? El verdadero
objetivo de nuestras misiones es el de mostrar las infinitas posibilidades que
existen. No tenemos que salvar a nadie. Cada uno es libre de arruinar su vida,
o de ser un perfecto ser humano feliz. O tener una vida plagada de éxitos o de
sufrimientos atroces.
En fin,
my darlings, que solo quería ponerle un poco de variedad al tema. Seguid con lo
que estabais haciendo.
En
ese momento se hizo presente una subida de energía en un punto de la onda que
formaban todos y se hizo patente una entidad que aún no había intervenido. Se
trataba del ente que una vez fuera el mesías número quince, el Buda.
¾Quería intervenir en este punto –dijo- por presentar,
como Billie, otro punto de vista, esta vez más exótico.
Aunque me temo que mi conclusión final sea la misma que
ya se ha mencionado: este mundo ha agotado su capacidad para progresar y servir
de enseñanza a las almas que están en el ciclo de la evolución. Hace tiempo que
avanza en círculos y, salvando los cambios aparentes, no se muestra distinto
del que había en mi tiempo.
Yo también traté de hacerles entender los pasos a
seguir para progresar y alcanzar la felicidad, que alguien llamó nirvana, no sé
por qué, tienen unas manías con los términos... En realidad el nirvana es la
ausencia de sufrimiento y de deseos. Y todos sabemos que la felicidad no puede
ser la falta de nada sino todo lo contrario, la culminación de lo que se es.
Pero dejando de lado aspectos tan metafísicos, creo que
podemos afirmar que el hoy de la Tierra no difiere, en cuanto a pensamiento y
nivel del espíritu, del ayer que me tocó vivir. Sea pues llegada la hora de
poner punto final a este continum que fue creado para un fin que no ha
cumplido.
¾Parece que todo apunta en la misma dirección –resumió
e-. ¿Alguna otra
aportación?
¾A mi me gustaría añadir algo –se sintió la presencia del
mesías número cinco, en la tierra la reina egipcia Hatshepsut, el único faraón
mujer de la historia del imperio-. También estoy de acuerdo con la solución
final. Solo quiero opinar sobre la forma de hacerlo.
He de
haceros notar una cuestión.
Cuando yo
viví en la materia, la primera vez, no fui consciente de mi encarnación. Mi misión
consistió en trasmitir el mensaje con hechos. Yo me sentía impelida a obrar
según mi propio convencimiento e intuición, aun en contra de lo establecido, y
mi vida terrestre misma fue el mensaje que trasmitir.
Por ello sé lo que puedan sentir todas las almas que se
encuentran en el espacio-tiempo Tierra. No recuerdan que todo es ilusión. Por
tanto se toman con gran dramatismo los acontecimientos que les suceden. Sufren,
temen y se retuercen en agonía ante la tristeza y la muerte.
Pongamos fin a su mundo, sí, pienso lo mismo. Pero
advirtámosles antes.
¾A mi me parece bien –aportó su granito de arena el
llamado mesías número veinte, en la Tierra Maimónides-. Mandemos señales.
Grandes signos.
Será
tarea fácil, estoy seguro. Recordad lo que ocurrió antes del año 1.000 d. C.,
cronología mayoritaria de la Tierra. Una especie de histeria colectiva en
algunos lugares. ¡Lo que se podría hacer ahora!, con la facilidad de
comunicación que existe.
De nuevo
se aproxima el fin de otro milenio y el terreno está abonado. Todas sus teorías
del milenarismo les hacen esperar con temor el año 2.000. Es un temor ancestral
acerca del fin del mundo. Hasta los más racionales albergan en su interior
resonancias del terror común.
Si
mandamos signos que cumplan los tópicos, y animamos los actos dramáticos que
ellos mismos llevarán a cabo sin duda...
¾Perdonad
una interrupción –intervino Bach-. Es necesario que regrese a mi cuerpo, si no
lo perderé irremediablemente. Además, sabéis cuánto me gustan las sorpresas e
imprevistos. Y aunque había decidido esta vez tener una muerte sencilla y poco
ruidosa, ya he tenido bastantes de las otras, de ninguna manera me gustaría
estropear el efecto dramático de lo que estáis planeando, así que me ciño al
fin que ideéis. Eso sí, no quiero conocer más detalles. Aguardaré con
impaciencia cuanto se os ocurra.
En una
partícula de tiempo la entidad Bach dejó de estar operativa y desapareció de
sus conciencias. Reanudaron el debate como si nada.
¾Recapitulemos
–se agitaron las micropartículas de
L-. Todos estamos de acuerdo, es hora de obrar.
Empecemos pues a divertirnos. ¿Qué deseáis?
¾Lo
primero ha de ser mandar cometas –actuó la entidad
x, poseída ahora de energía-.
Siempre anticipan desastres. Mejor muchos, que sea algo realmente
significativo.
Y hubo grandes signos en el
cielo. De la mañana a la noche se dejaron ver radiantes cometas y estrellas
fugaces. Y el firmamento estalló en
cascadas luminosas nunca vistas. Y hubo colores inesperados donde siempre había
habido azul tranquilizador. Y nadie comprendía lo que estaba pasando, como si
una aurora boreal enigmática y colosal se hubiera adueñado del techo del orbe.
Y los instrumentos de medida se averiaron y los científicos sufrieron colapsos
y apoplejías y no hubo ya nada estable.
¾Ahora
hagamos algún prodigio con el agua –dijo
e– ya sabéis el poder que alcanza como señal, sus
referencias históricas: las aguas del mar rojo separándose para dar paso a los
israelitas, Jesús andando sobre las aguas..., o su alcance mítico: el hogar de
Poseidón o Neptuno, el triángulo de las Bermudas...
Y los mares se alzaron en
grandes olas. Y muros vítreos se elevaron sobre el horizonte en todas las
costas. Y esperaron tsunamis que barrieran la tierra. Pero eso no sucedió. Y el
temor creció aún más ante lo incomprensible. Y a nadie que supiera se podía
preguntar.
¾Eclipses
–añadió
q-,
donde haya luna, provoquemos un eclipse de luna. Y donde haya sol, de sol.
Tienen misteriosos significados desde la antigüedad.
Y hubo fenómenos que los
astrónomos no habían anunciado. Nadie tenía gafas adecuadas para presenciar los
ocultamientos solares. Muchos se los perdieron sin más, ocupados en quehaceres
que no dejan tiempo para mirar al cielo. Los pocos que, avisados por la
repentina oscuridad, trataron de ver qué pasaba, no dieron con ninguna
explicación.
En los países de la cara oscura,
nadie se fijó especialmente en la luna aquella noche. Y el tema “eclipses” fue
poco o nada efectivo.
¾Plagas,
sin duda –aportó
q
entonces, sin permitirse caer en el desánimo-, eso siempre funciona.
Y hordas de langostas cayeron
del cielo, y los ríos se tiñeron de sangre, y las cosechas se calcinaron en los
campos, al parecer por combustión espontánea.
Y horribles tormentas surcaron
los cielos. Pero no llovió agua sino ranas y mosquitos.
Y las personas se cubrieron de
un curioso aunque inofensivo sarpullido. Y los animales salvajes salieron de
zoos y sabanas, de parques temáticos y circos, para invadir las calles de las
ciudades y los campos de las urbanizaciones.
¾Y
trompetas –añadió
k-, siempre me han parecido muy significativas las
trompetas del juicio. ¿Me permitiréis, no obstante, una leve modificación? En
aras de la creatividad.
Y el aire trajo el estruendo
apoteósico de música, que resultó sorprendentemente conocida. La trompeta de
Louis Armstrong, el saxo glorioso de Lester Young y la perfecta y jazzística
dicción de Lady Day, que arrastraba con elegancia infinita las hermosas
palabras de Blue Moon, mientras una enorme luna llena azul cobalto se destacaba
sobre todos los horizontes.
En la
Tierra, Richard Bach alzó la cabeza y negó repetidamente chasqueando los
labios. Eso no se iba a entender, pensó. Un humorístico fin del mundo no
entraba en los esquemas de los seres humanos. Él lo sabía bien, uno no se
tomaba la destrucción y la muerte con el talante de quien va de fiesta.
Y entonces los seres humanos,
desconcertados, supieron que algo extraño sucedía. Y se dieron cuenta de que
tenía que ser algo malo, dado que eran cosas que nunca habían pasado.
Y un éxodo se formó desde cada punto
habitado en dirección a los centros de las grandes ciudades. Y ríos de gente
cubrieron cada camino y cada acceso, colapsando todo, y cada hueco libre fue
ocupado por personas y animales en
movimiento.
Y las entidades que observaban en sus mentes cuanto acontecía
sintieron que todo estaba bien. Y sus auras se agitaron y se aceleraron,
contagiándose movimiento y actividad.
¾¿Qué
falta? –se interrogó
B con emoción- Seguro que necesitan algo más
definitivo, de alcance general quiero decir. Claro –se respondió a sí mismo-,
el temido efecto 2.000 del que tanto se ha hablado en los últimos tiempos. Y ya
que sabemos cuánto aprecian sus máquinas los terrestres, y cuánto han llegado a
depender de ellas, hagámoslo a lo grande. El Apocalipsis de la tecnología. Allá
vamos.
Y todos los sistemas fallaron. Y
los ordenadores murieron sin un suspiro de advertencia. Y el mundo se apagó. Y
ya ninguna máquina, sencilla o compleja, funcionó nunca más. Y hubo grandes
lamentos e innumerables gemidos de consternación. Y se lloró por las pérdidas
como si de seres humanos se tratase.
Y las muchedumbres alcanzaron en
todo el mundo las sedes de los gobiernos. Y empezaron las luchas y los
tumultos.
Y fueron rescatadas todas
aquellas armas que no precisaban de asistencia tecnológica. Y unos contra otros
lucharon, sin distinguir al final amigo de enemigo, hasta quedar diezmadas las
poblaciones de todos los lugares de la Tierra.
Y los desfavorecidos tomaron las
riquezas que antes se les habían negado, hasta quedar hartos pues, si todo acababa,
si habían de morir, mejor hacerlo ahítos y satisfechos.
Y hubo frenéticas oraciones. Y
orgías multitudinarias de desenfreno nunca visto. Y suicidios en masa. Y
penitentes desquiciados.
Richard Bach, espectador desde la Tierra, alzó la vista de nuevo al
cielo, encaramado sobre la cima plana de una colina adonde había llegado horas
antes con su pequeña avioneta. Y contempló con los ojos de su espíritu un más
allá que solo él sabía a ciencia cierta que existía.
Esta vez
no había precisado planes de vuelo aprobados ni indicaciones de ningún
controlador aéreo. Sabía que este vuelo iba a ser el último. Su avión había
sucumbido como todo lo demás. Miraba en la distancia, allí era de día, el
enjambre de personas que se desplazaban por cualquier camino de los que
abarcaba la vista, al parecer sin un destino definido, y podía imaginar su
angustia y su terror, su desconcierto.
Sintió
lástima por ellos. Aunque todo era solo ilusión qué fácil era olvidarlo. Cómo
llegaba a sentirse uno sumido en la situación, sumergido en la profundidad de
la desgracia, atrapado en medio de acontecimientos que creemos externos...
Y sintió
una punzada de duda. ¿De verdad era aquella la manera?
¾Y
ahora... ¡paremos el planeta! –exclamó
c, con todas sus moléculas sin masa apreciable
desbocadas, bullendo de excitación-. Literalmente. Hagamos que la tierra cese
su giro. Paralicemos también la traslación.
Y sucedió aún algo más. Algo que
en un primer momento la multitud, sumida como estaba en cumbres de excitación
peligrosas, no notó. La tierra se paró y fue como si el tiempo se detuviera. La
mitad en sombra quedó para siempre en sombra, y la mitad con luz diurna
conservó para siempre el mismo matiz de amanecida, mediodía o anochecer que
tenía en ese momento concreto. Y algo imperceptible les hizo sentir que la vida
misma se había detenido.
¾Llegó
el final –la entidad
L parecía haberse contagiado de la gravedad del
destino que habían otorgado al planeta azul. Ni la agitación más mínima turbaba
su esencia. Todo su ser se hallaba inmóvil, como si la vida lo hubiese
abandonado-. Pongamos de una vez término a la tarea y que las almas recobren al
menos la conciencia de lo que son. ¿De qué sirve prolongar la agonía?
¾¿Prolongar?
–se extrañó
q–
Pero si el apocalipsis entero no ha durado ni día y medio, según el cómputo de
la Tierra. Menos tiempo hubiera sido una absoluta chapuza. Cometas juntándose
con los mares alzados, eclipses a ritmo de jazz, o eclipses de lunas azules...
Mejor no lo podíamos haber hecho, creo yo. Eso sí, estoy de acuerdo en que no
queda mucho más por hacer. ¿Tal vez el resto de la galaxia? Habrá que destruir
todo lo que ellos creen que existe.
¾Sí,
es inevitable –corroboró
c-. Hay que llevar la función hasta sus últimas
consecuencias. Propongo que vayamos estallando planeta a planeta hasta que no
quede ninguno en el sistema solar más que la Tierra. Esto lo digo para que
puedan seguir asistiendo como espectadores. Al menos los que queden.
Luego,
que se fusionen las estrellas hasta formar una inmensa bola de energía. Y por
último, estrellas de otras galaxias se añadirán a la esfera de materia fundida
que se habrá creado y que succionará todo lo existente. Entonces una luz
cegadora viajará desde años luz de distancia hasta la Tierra, a través de algún
agujero negro que permita acortar camino, y así la Tierra sabrá que habrá
llegado el fin.
Algo así
como el big bang a la inversa. Lo último de lo que tendrán conciencia como
seres humanos es de un instante infinitesimal de luz cegadora y calor
abrasador. Y después... la nada. O el todo, según se mire. Porque habrán vuelto
a “Ser”, libres de la envoltura engañosa de la encarnación. Y nos reiremos
todos y comprenderán el sentido del Espectáculo Fin de Mundo que les hemos
servido.
Y la Tierra se vio sacudida por
fuertes temblores. Y sonidos espeluznantes llegaron trasmitidos desde la
atmósfera como el eco, en un universo cada vez más vacío, de los estallidos
planetarios.
Y comenzó a verse un foco de luz
mucho más ardiente y luminoso que el sol. Y en la mitad del planeta sumida en
la noche, volvió a hacerse de día.
Y nadie ni nada se movió más.
Y supieron que era el fin...
¾Un
momento, un momento –se dejó sentir en la inmensidad de su pensamiento el eco
de la presencia del ente Richard Bach-.
Todos los
otros entes se hallaban completamente arrobados y absortos en la percepción de
los últimos momentos de la dimensión llamada Universo. Solo un esfuerzo colosal
de sus voluntades les permitió volver su atención al requerimiento del recién
llegado. ¿Qué pasaba ahora?
¾¡Detenéos! Esto no puede acabar así.
Ninguno
daba crédito a la petición de Bach. ¿Pero qué le pasaba a este ente? Su vida
mortal, sin duda, le había trastornado.
¾Sería
contravenir los Principios más básicos del Plan –insistió-. No podemos hacerlo.
No es nuestra elección sino la suya, ¿no lo comprendéis? Vamos a ver –porfiaba
en su explicación-, cada cual debe escoger su destino, ¿no es así? Y diseña su
vida terrestre como si fuera el guión de una de sus películas. Luego se sienta
en la butaca, con las palomitas y tal... Y a disfrutar. Da igual drama o
comedia, peli de terror o fantasías animadas, todo vale.
Pues
bien, el fin del mundo no puede ser cosa nuestra. Tienen que decidir ellos, que
aún están en carne y hueso en un planeta del espacio-tiempo. Nosotros se lo
hemos servido en bandeja, y os aseguro, yo que lo he visto, que ha sido algo
grandioso. Pero no ha de ser su condena sino su oportunidad. Propongo –expresó
con toda la firmeza de la que fue capaz- que sea su reacción al drama, que con
tanta maestría hemos creado, la conclusión del mismo. Dejemos una puerta
abierta. Si hay algún conato de resistencia, si se produce la más mínima
intención de lucha y pelean por la supervivencia. Si tan solo algunos se
atreven a desafiar al supuesto destino...
Yo
propongo que les dejemos salvarse.
Unos
instantes de absoluta quietud siguieron a la formulación de ideas producida por
Bach. Luego los pensamientos volvieron a fluir y se fusionaron y cobraron forma
e intensidad. Las ondas mentales de la entidad L resumieron sin palabras el
mensaje final que resultaba de aquello:
Que así
sea.