Bien, pues hasta aquí el
análisis de la situación. Ahora toca buscar opciones disponibles.
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Una opción para darte a conocer y que te lean, incluso para
"venderte" cuando logras publicar, son las redes sociales. Es cierto que no es
una herramienta definitiva, pero es un buen lugar de intercambio de todo tipo
de contenidos. El problema vuelve a ser el exceso de oferta frente a la
capacidad de la demanda. Yo veo cada día un montón de información que me
interesa en facebook pero que solo puedo "investigar" en un 30, 40 % máximo
(y creo que es mucho).
Bien,
así es la vida; no es algo perfecto pero puede ayudar. Yo me lo tomo como un
medio de llegar a una serie de gente con la que solo, o casi, me encuentro por allí.
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Blog personal, web,
etc. Aquí el problema es el número de lectores/visitas. De nuevo, tampoco es la
panacea, pero puede ayudar. Principalmente porque te permite escribir lo que te
da la gana y tratar temas que para ti son interesantes. Mi experiencia es que,
con tiempo y esfuerzo, su difusión aumenta.
Son
tu escaparate, el lugar donde muestras quién eres como escritor.
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Concursos. Creo
que pueden ser un modo de hacer curriculum. Pero si de verdad quieres dedicarte
a ello, que te dé algo de dinero, es imprescindible hacer como dice Ernesto
Fernández Weiss: tienes que "profesionalizarte". Leerte premiados
anteriores, enterarte del perfil del jurado (importante lo que dice de conocer
las opciones políticas o los valores sociales de los convocantes), del estilo
que les suele llegar. Buscar algo novedoso dentro de lo que se lleve en el
momento. Yo recuerdo una época que llamo "tipo Roncagliolo". De pronto estaba
hasta en la sopa, él y otros nombres relacionados. Se llevaba un cierto
pluralismo –por lo tanto, el castellano hispanoamericano con sus giros y
características–, y vivencias de la noche, de drogas (pero más bien light,
sofisticadas) y polvos relámpago. Otras veces, en otros concursos, he
visto un lenguaje tipo Delibes actualizado, más seco, rural y duro.
Pero
los concursos no te dan mucha visibilidad (fuera, como he dicho, de ventajas de
curriculum y pasta, nada desdeñables). Personalmente, mi época de concursos ha
pasado. Me la sopla escribir sobre ideas o política ajenas porque el jurado sea
contrario, y no por cuestiones morales o de principios sino porque no me
compensa el esfuerzo. No es nada fácil ganar un concurso con dotación
económica, y los sucesivos fracasos me proporcionan más inseguridad que el
logro o beneficio que me daría, o me ha dado el premio. Así que solo participo
en concursos donde pueda aprender algo. El Hislibris me gusta mucho, por las
opiniones numerosas, y bien fundamentadas en su mayoría. Y porque son lectores
muy atentos. El Calabazas funciona en el mismo sentido, gracias a las
vivisecciones de OcioZero. El Monstruos de la Razón, el Teseo...
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Autopublicación, en
el medio que sea. Un sistema perfectamente válido. Pero con el problema de la
difusión. Dependerá de la capacidad de venta de cada uno. Habrá gente con mil
contactos, que además tengan cierto poder adquisitivo, y luego la mayoría: familia,
amigos y poco más. Dependerá del objetivo de cada uno en cada
momento, solo hay que tener claro qué se quiere conseguir. Lo de publicar gratis
no acabo de verlo: mi opinión es que la gente, en general, no valora lo que
obtiene gratis. Suele pensar que si das algo por nada es que vale eso, nada. Yo
publico gratis de vez en cuando, pero mi objetivo ahí es otro; tal vez un
proyecto experimental, tal vez que sirva como ejemplo de lo que llevo entre
manos, para dar una primicia, un avance de algo...
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Envío a editoriales:
Pues aquí solo me he curtido tres o cuatro veces. Ya sabemos que es bonoloto,
pero merece la pena hacerlo también en plan "profesionalización". En
cualquier trabajo, tú tienes que aprender a hacer C.V., a planificar una
búsqueda de empleo de forma sistemática, a manejar entrevistas, etc. Esto es
igual, es un proceso inevitable. Además de escribir, hay que aprender esas
otras cuestiones. Y como no es fácil (yo lo veo francamente chungo), creo que
viene bien el ejercicio. Actualmente, los trabajos y las profesiones se redefinen, los
puestos ya no están estrictamente delimitados sino que engloban áreas que antes
se hallaban separadas. Cualquier profesional debe ocuparse de hacer su trabajo
específico y además venderlo, facturarlo, etc.
Sobre el tema de los envíos editoriales hace tiempo que vengo escuchando el mismo consejo: Las editoriales
suelen estar desbordadas de manuscritos y agradecen un filtro previo, es decir,
mejor mandar una propuesta editorial. ¿En qué consiste? Se suele remitir una carta
de presentación, curriculum del autor, ficha técnica de la obra donde se
especifique el género en el que se encuadra, el público objetivo al que va
dirigida, el número de páginas, capítulos, etc. Junto a ello va una sinopsis y
algún fragmento de la obra, si es novela servirán normalmente un par de capítulos.
Si quieren el manuscrito entero ya te lo pedirán, de momento NO AGOBIEMOS.
Y luego… Se recomienda el
ejercicio de la (santa) paciencia, las evaluaciones de los editores tardan
entre tres y doce meses en llegar… Caso de que lleguen.
- Agentes
literarios: Me comentaba hace poco Ángeles Pavía, lectora y correctora
profesional, que para ella es el mejor camino actualmente. Que las editoriales
no dan oportunidad a los desconocidos y que es más fácil, dentro de que no lo
es, por este medio. Por otra parte, advierte Fernando Martínez Gimeno, lector
profesional también y reseñista: “Hace un año o dos las editoriales estaban a tope de
manuscritos y la gente se fijó en los agentes. Ahora son los agentes los que
están a tope de ellos. Pero vamos, las editoriales siguen recibiendo varios
cientos de historias anualmente”. Igual que con todo lo demás, que no es jauja ya lo sabemos, cada cuál que decida por sí mismo pero, al menos para mí, sigue siendo una opción a
considerar, otra oportunidad a tener en cuenta.
Por último, consideremos la
promoción que hemos de asumir nosotros mismos si queremos llegar a ampliar
nuestro radio de influencia, o más concretamente, nuestra cuota de público. No
podemos esperar que lo hagan por nosotros, el presupuesto de las editoriales
para la promoción se agota en los libros que juzgan con vocación de
best-seller. Por lo tanto, tenemos que ser nuestro propio departamento de
marketing. Lo básico, no lo olvidemos, es tener un buen material (la magna obra
que revolucionará el mundo literario mundial y bla, bla, bla…). Luego está
crearnos una marca y difundirla, primero en una web propia o blog, luego en
redes sociales y en los cientos de foros de lectura que existen en la red.
Pero en realidad solo hay una
conclusión posible para todo esto, una sin la cuál el resto es imposible: ¡ESCRIBE!, ahora mismo, ya conoces
tus opciones y el camino a seguir, así que déjate de zarandajas y ponte de una maldita
vez.
¡ESCRIBE! Y que las musas te
sean propicias.
La gloria no fue nunca para los
tibios.