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miércoles, 28 de mayo de 2014

Niveles de lectura en una obra

Se trata de un tema recurrente para mí, el de las distintas capas o estratos de los que, a menudo, se componen los relatos o novelas.

Hace poco en el foro de Hislibris, y a raíz de la recomendación literaria de un colega sobre un libro de Julian Barnes, lo saqué a la palestra para reflexionar nuevamente sobre ello.



Sobre la novela de Barnes yo comente:

Solo he leído una novela de Julian Barnes, "Hablando del asunto", y me encantó. No es que fuera especialmente "enganchante", pero sí muy curiosa la forma de enfocar la historia, llena de mucha más miga de lo que aparentaba. Me gusta ese estilo que parece ser fácil de entender pero que, si te detienes lo suficiente, guarda muchos más conceptos dentro. 

Efectivamente, esa novela me dejó poso. Recuerdo además haber leído sobre el llamado british dream team, en el que se incluían escritores como Ian McEwan, Martin Amis y Graham Colin Swift, además del propio Julian Barnes. Todos ellos parecían mostrar un interés especial por lo que sucede "dentro" de las historias. O "debajo" de la acción visible, concediéndole a esos aspectos tanta o mayor importancia que a esta.

Eso encaja perfectamente con lo que viene siendo mi objetivo literario (casi diría mi obsesión) desde hace tiempo: conseguir que en una obra pueda haber distintos niveles de lectura, igual que las capas geológicas que se suceden en la tierra. Así, habría lectores que optaran por quedarse arriba del todo y disfrutar del paisaje que se ofrece a sus ojos. Habría otros en cambio que pudieran decidir bajar a más profundidad, en plan espeleólogos, y observar los minerales y tipos de roca que guarda la tierra. Y aún quienes quisieran seguir bajando por su cuenta a partir de la última pista y hacer sus propios descubrimientos.


Porque sé que hay diferentes tipos de lectores, con sus distintos objetivos. Cada uno de nosotros buscamos en la literatura cosas distintas, igual que, por otra parte, puede decirse de cualquier aspecto de la vida. A veces se pide entretenimiento, otras evasión, o reflexión, o aprendizaje, o... Y sabemos que hay libros para todo y para todos.


Bien, lo que yo planteo es algo distinto, aunque soy consciente de que se trata de un ideal difícil de conseguir, casi una utopía. De lo que hablo es de que en una misma obra pueda estar contenido algo de todo ello, y cada cuál se quede con lo que prefiera.


Lo realmente difícil es conseguir distintas capas que puedan disfrutarse por sí mismas, sin ser determinadas por las otras. Porque los lectores de superficie (al menos la mayoría de ellos) no perdonan "obstáculos" en el camino que vayan en perjuicio del ritmo o aun de la claridad. Y los de profundidad descartan con mucha frecuencia la posibilidad de que haya cuevas misteriosas y pobladas esperándoles, cuando el paisaje de arriba es demasiado vistoso.

En fin, problema complejo, sin duda. Que no me resisto, por otra parte, a seguir intentando solucionar.

domingo, 25 de mayo de 2014

Musas, musas

Abigail Larson
Ligeia-Abigail Larson
Fantástica ilustradora norteamericana a la que acabo de descubrir, quiero decir "en persona", porque ya conocía algunas de sus obras.
Este es su blog.

Y aquí traigo alguna de sus ilustraciones, de técnica diversa, pues Abigail usa lápices, tinta o acuarela y a menudo le da el acabado final o colorea sus obras utilizando dispositivos digitales. Aunque dice que lo que más le satisface es pintar a mano.

Criaturas de circo-Abigail Larson

El retrato oval-Abigail Larson

Aquí hay una entrevista que le hicieron desde el blog "Diseñando el mundo": ENTREVISTA ABIGAIL LARSON

Saludos.

jueves, 22 de mayo de 2014

Moverse no significa avanzar

De acciones, reflexiones y ese difícil equilibrio entre las dos, en la realidad como en los libros.



Pienso que la reflexión y el uso del pensamiento, la contemplación y el silencio interior, son valores que cotizan cada vez más a la baja. Lo veo cada día alrededor. Lo que se fomenta y se potencia como una virtud a practicar a toda costa es, en cambio, la ACCIÓN.
         La gente se mantiene ocupada, se apunta a gimnasios o hace deporte por su cuenta, todo el posible. Se embarca en una saludable y bien apretada vida social. Se inscribe en clubes, asociaciones o grupos de todo tipo, siempre que "hagan" algo, algo positivo, tangible y visible.
         Por contra, se pena la inacción. Cualquiera que se abstenga de esta frenética carrera que supone llenar el tiempo de cada día de tareas múltiples, voluntarias unas, obligatorias las otras, es tachado de perezoso, desmotivado o, lo que es mucho peor, de ser pasivo.
         Es la era de la acción, del movimiento constante. No sea que, si te quedas parado, tus pensamientos te atrapen; no sea que tus propios demonios te alcancen por fin y te obliguen a escucharlos. ¿Y si descubres quién eres y lo que realmente quieres? ¡Horror! Pero hay otra opción aún más dolorosa: ¿y si descubres que no sabes quién eres, ni lo que quieres, ni qué coño haces aquí? Las preguntas incómodas de siempre, acalladas a base de atiborrarse a conciencia de frenética actividad con la que adormecer el runrún inevitable que tarde o temprano nos asalta a todos.
         Bien, yo creo que no es un buen método. Es cierto que acallas la conciencia y adquieres una falaz sensación de utilidad, de tener un fin y estar contribuyendo a enriquecer tu vida y a cumplir el natural objetivo primario de cualquier ser: crecer y progresar. El problema es que una vez adoptas esa estrategia, no puedes parar nunca. En el momento en que dejas la carrera tu yo verdadero, las cuestiones eternas que nos rondan a todos, te alcanzan sin remedio. Porque no has resuelto nada. Porque sin un sentido detrás de las acciones estas no sirven de nada. Moverse no es necesariamente avanzar. No cuando te mueves sin ton ni son, sin tener claro si lo que haces te enriquece o, por el contrario, solo te mantiene ocupado.
         Por otra parte, ¿qué es eso tan horrible que te podría pasar si te quedaras un momento quieto, pero en una quietud activa, pensativa, y contemplaras tu vida, a ti mismo y al mundo? ¿Te deprimirías? ¿Te horrorizarías? ¿Te sentirías viejo y cansado, verías asomarse la cara enjuta de la muerte?
         Morirnos, vamos a hacerlo todos, lo que cuenta es cómo estemos viviendo, porque una vida de inconsciencia no es una vida plena en absoluto, es más bien una vida en huida eterna hacia delante.



Tampoco es una opción el extremo contrario. La reflexión que no se traduce nunca en acción es algo inútil. Pero no me parece que sea un riesgo en estos tiempos, la verdad.
         Sí lo fue en épocas pasadas. Ascetas y místicos adoptaron muchas veces ese camino, dando solo valor al espíritu o a la mente, al punto de negar el cuerpo y mortificarlo. Pero eso es, a la luz del pensamiento actual, otro error. Ya el propio Buda, que tuvo una revelación tras uno de esos períodos de mortificación y ayuno, y comprendió que esa vía era perjudicial para conseguir sus propósitos, aconsejaba seguir el Camino medio, huyendo igual de los dos extremos, la indulgencia con los sentidos y, de otra parte, la automortificación.
         Por mi parte, siempre he considerado que somos entes indisolubles compuestos de cuerpo y mente. Y nunca he comprendido los cilicios ni los otros extremos a los que llegaban los piadosos ejemplos de santidad que poblaban nuestros altares. ¿Para qué dormir con un leño como almohada, para qué pasar frío o hambre de forma premeditada? Señores, ¡un poco de sensatez! Pasar hambre o frío porque decides compartir tu comida o tu leña con otro, y no alcanza para todos, es digno de admiración. Hacerlo por ofrecer (a quien sea y como sea) un sacrificio... es difícil de entender, no parece que beneficie a nadie. Y si se ampara uno en motivos religiosos mucho menos: si Dios nos hizo a su imagen y semejanza y toda obra divina es perfecta, ¿se iba luego a columpiar y darnos un cuerpo del que renegar con desprecio? ¿Sería acaso lógico o santo que maltratáramos su obra? En fin, siempre te dicen que lo espiritual no necesita tener lógica alguna, pero eso no deja de ser un razonamiento algo absurdo. Precisamente lo espiritual, que emanaría directamente del ser, sin “manipulación” o desvirtuación nuestra, debería regirse por la lógica interna natural. Pero bueno, que me desvío de nuestro tema.
         Lo que quiero decir con todo esto es que solo de pensamiento tampoco se vive, es necesario trasladar ese pensamiento a la realidad tangible. Pero no pasarse (de largo) al otro extremo. No toda acción te hace más, ni mejor, ni más grande. Para que sea productiva tiene que tener una dirección concreta y perseguir un fin determinado. Y para eso, hay que pensar. Para eso hay que pararse.
         Necesitamos volver a aprender el difícil arte del no-hacer-nada. Es necesario. Debería ser un espacio a perseguir en nuestras vidas dedicado al sentir y al percibir. Para escuchar algo hay que vaciarse de uno mismo. O para escucharse a sí mismo hay que alejar, siquiera momentáneamente, el ruido de las otras cosas, los otros problemas, la otra gente. Del mismo modo, hay que dejar de hacer para comprender hacia dónde queremos ir y qué queremos construir o crear en nuestras vidas.



Igual se puede decir de la literatura.
         Suele ser duramente criticados (hablamos del panorama actual, de las "modas" imperantes en el presente) aquellos estilos que tienden a la descripción, la reflexión y el diálogo interno de los personajes; o esas introducciones más largas de lo indispensable. Y si bien es cierto que un exceso de todas esas cosas hace un libro casi infaliblemente aburrido, de nuevo hemos caído en el extremo contrario. Solo sirve la acción. Y además la acción externa y visible, a poder ser lo más efectista posible, como si no fuera acción lo que pasa por dentro de los personajes y en los conflictos que surgen entre ellos. Las emociones y los pensamientos SON conducta, son actividad, aunque sea interna y no observable, salvo como traducción verbal o gestual de ella.
         Hace tiempo recuerdo haber pensado sobre esto mismo cuando vi una de las últimas películas de James Bond (afortunadamente, en la tele). Desde el principio el film es una cadena de escenas de acción: persecuciones de coches, explosiones y estallidos varios, saltos desde un puente, carreras desesperadas, disparos y lucha cuerpo a cuerpo... Creo que le concedí una media hora. Al cabo de la misma estaba literalmente saturada de efectos especiales y trepidante aventura, sin un argumento que pareciera animarlas. No había espacio para el enigma o la deducción, nada para los personajes. Era un simple ejercicio visual de ritmo acelerado que no aportaba absolutamente nada.
         En algunas novelas o relatos observo lo mismo. Hay muchos que, de puro esfuerzo activo, se quedan en un cascarón sin substancia, en un entretenimiento que, de tan saturado que tenemos el paladar con productos parecidos, ni siquiera entretiene.
         Como autora y como lectora, persigo el entretenimiento como cualquiera. Pero le pido algo más al asunto. Reconozco que no me doy del todo por satisfecha si después de cada libro no me siento más lista, más formada o más grande que antes.

lunes, 19 de mayo de 2014

Las nieblas de Avalon

Marion Zimmer Bradley

The last sleep of Arthur in Avalón
Edward Burne-Jones

Hace poco terminé la saga de Marion Zimmer Bradley llamada Las nieblas de Avalon. Realmente, me ha encantado, y creo además que me ha llegado en el momento perfecto, no sé si en otra época la habría disfrutado con el mismo entusiasmo, la verdad. Había leído por ahí varias opiniones, todas buenas por cierto, que hacían hincapié en su aspecto como literatura femenina y feminista, y eso me había interesado especialmente (ya sabéis, mi monotema sobre las peculiaridades de la óptica femenina y la literatura escrita por mujeres).

Los cuatro tomos de la edición española
Según iba leyendo los cuatro libros, uno detrás de otro como buena adicta, tenía esto presente y, después de terminarlos, creo que es cierto que la de Marion Zimmer pueda ser una visión especialmente feminista, en el mejor de los sentidos, otra óptica menos frecuente desde la que contemplar el mito artúrico, que elevaría el papel de las mujeres frente a lo que es habitual: personajes secundarios y casi irrelevantes. Pero además me parece un aspecto a destacar sobre todo la divinidad femenina que está en el fondo de toda la trama, los aspectos de la antigua religión celta que se refieren a la Diosa.
         La primera vez que yo me planteé de manera especial todo lo relacionado con la posible divinidad femenina original, fue con el libro de Dan Brown "El código Da Vinci". (Ahora me coloco el rectangulito negro de rigor sobre los ojos, para exclamar con dramatismo —a la par que convincente rubor—: sí, yo también leí el Código Da Vinci XD).
         Nunca he defendido el valor literario de semejante novela, pero sí considero que puede apuntarse unos cuantos méritos. Para empezar, es innegable el ritmo ágil de la narración y la capacidad de enganche de la trama. Logró que un inesperado número de personas se interesaran por cuestiones artísticas, símbolos religiosos (a eso volveré más tarde) y aspectos de la vida y milagros (nunca mejor dicho je, je) de Jesucristo y María Magdalena. Además de traer a primera página a un genio de la talla de Leonardo. Que sí, que ahora todo el mundo dirá conocerlo de pe a pa, pero a ver cuándo un pintor ha despertado tanto eco en la imaginación colectiva.
         He dicho que volvería a lo de los símbolos, uno de los ítems que personalmente considero clave en esa novela. Al igual que el tema, ya mencionado, de una potencia femenina deificada.
         Aún mucho más tiempo atrás, me marcó un libro, esta vez un ensayo, que exponía la misma cuestión. Se trataba de «Las brujas y su mundo», de Julio Caro Baroja. Fue al primer autor que yo, neófita en esas cuestiones, le leí la relación de los supuestos aquelarres brujeriles con cultos paganos previos. La absorción, y consiguiente transformación, de ritos y creencias anteriores por el culto dominante, esto es, el cristianismo. Que era entonces catolicismo solamente. Las vírgenes negras que eran, en realidad, representaciones del culto a Diana, y antes aún, a divinidades femeninas que eran siempre distintos rostros de la Madre Tierra.
         Cuando uno conoce ciertas cosas, es frecuente que las encuentre completamente lógicas, incluso casi obvias. Pero si recuerda el momento del descubrimiento, se da cuenta de cómo un simple rayo de luz enfocada desde otro ángulo es capaz de cambiar la realidad entera.
         Así me ocurrió a mí cuando por primera vez contemplé la posibilidad de la naturaleza femenina de Dios. Perteneciendo, como es mi caso, a la tradición cristiana occidental, estaba completamente imbuida de la idea del dios-padre y, casi como recurso añadido, la existencia de una consorte como la Virgen María, absolutamente secundaria y limitada al papel de madre. Es decir, la mujer no puede aspirar a la divinidad sino solo a la santidad (y eso en el mejor de los casos). Y solo puede hacerlo en una dimensión, la de madre, negando sus otras naturalezas que sí contemplaba el culto de la Diosa: concretamente la naturaleza triple de la mujer-doncella, la mujer-madre y la mujer-anciana o mujer-muerte. Lo que es en realidad el ciclo natural de la vida.

La barca de Avalon arribando a sus orillas
Y ahí es donde volvemos a Las nieblas de Avalon. A su faceta de recuperación, devolviéndole al mito su parte femenina, y restituyéndole a esta las virtudes que le son propias.
         A ese respecto es muy interesante la contraposición que se hace en toda la novela entre el emergente cristianismo, en su versión más ultra, y la antigua religión que veneraba la naturaleza, la vida y, por tanto, la figura de la mujer asumida en cuerpo y alma. Vemos cómo esa consideración influye poderosamente en conceptos tales como la sexualidad, el pecado, y la culpa (incluido el pecado original, sucedido por obra de la primera mujer, Eva, que hay que «lavar» mediante expiación). Porque sin esa demonización que se hace desde el cristianismo de la mujer, la noción de pecado asociada a lo que no es más que naturaleza humana carecería de sentido.
Lo que me lleva a otra reflexión, necesariamente relacionada. La oposición en realidad entre religiones mono o politeístas. En las religiones politeístas la femineidad igual que la masculinidad están deificadas. No pretendo mantener que ese solo hecho convirtiera a las sociedades en que se rendía culto a las diosas en sociedades o culturas igualitarias, pero sí creo que el equilibrio era mucho mayor. El simple hecho de concebir cualidades y potencialidades divinas en la mujer cambia necesariamente la concepción sobre esta. En cambio, las religiones monoteístas relegan directamente al olvido, y más tarde a la condena, lo femenino, y asocian inevitablemente lo relacionado con la sexualidad y la reproducción al pecado y a la suciedad. La mujer resulta impura, tentadora, pecaminosa, etc. y necesitada de una guía y una sujeción masculina, ya que su tendencia «natural» es el mal y la inconsciencia de la animalidad.
         Con la evolución del pensamiento y la reivindicación que en los últimos siglos (en realidad no mucho tiempo, apenas doscientos años) se viene haciendo del papel y naturaleza de la mujer, nos damos cuenta cómo es a menudo completamente necesario repensar ciertos conceptos desde la base. Y eso es lo que novelas como esta, en mi opinión, contribuyen a hacer. Porque creo que tienen más efecto en cuanto al pensamiento global, que obedece en gran parte a impulsos no conscientes, a creencias interiorizadas desde la infancia sin juicio previo; proporcionándonos otra óptica distinta y haciendo remover ideas y concepciones, sin llamar la atención sobre el proceso; que disertaciones más científicas y racionales que suelen pasar sin pena ni gloria y desatenderse desde el principio.

Por último, da la sensación de que Zimmer Bradley se documentó largamente a la hora de abordar su obra, ya que, al margen de la historia en sí y la trama original, muchos aspectos de los que expone en las novelas coinciden con algunos artículos que he encontrado y que se refieren a ciertos datos históricos (dentro de lo que son, al final, interpretaciones, a menudo controvertidas) y hallazgos materiales, que parecen apoyar las nociones del culto a la Diosa, su triplicidad (quizá heredada más tarde, con sus transformaciones, por el dogma de la "Santísima Trinidad"), su integración de la potencia masculina, su mirada positiva sobre los actos reproductivos y el sexo en general...
         Uno de esos hallazgos que menciono tiene que ver con unas curiosas esculturas, presentes en un buen número de monumentos de Irlanda y Gran Bretaña, España y Francia.
         Son las Sheela-na-gig, estatuas colocadas sobre el umbral de algunas Iglesias, o sobre las puertas y ventanas de castillos y mansiones, que muestran mujeres desnudas en posturas que exhiben sus genitales en posición destacada; imágenes de mujeres con las rodillas separadas, que mantienen abierto con una o las dos manos el agujero de la vulva, en forma de vesica piscis**
Hay distintas interpretaciones sobre su significado
1. La patriarcal: serían advertencias sobre la naturaleza lujuriosa de las mujeres, para evitarles a los hombres la condenación.
2. Como su traducción literal es «mujer-vulva» se cree (iguales a las figuras yónicas de Kali y de Kalica) representaría  a la Diosa (la vulva es la puerta primordial, la división misteriosa entre la vida y la no-vida) y su triple naturaleza: doncella, madre y bruja, o corva muerte.
3. Símbolos para alejar el mal y proteger la vivienda de que se trate.




La iglesia cristiana celta del primer milenio era mucho más liberal y más consciente de la importancia que tenía lo femenino en su sociedad que la iglesia romana. Por ejemplo, admitiría el divorcio hasta muy avanzado el S. XII. A la postre, la contribución de los celtas antiguos quedó suprimida y la influencia católica romana hizo que estas efigies se consideraran imágenes burdas y exhibicionistas.
         Otro símbolo usado para la vulva es el triángulo, estrechamente relacionado con la diosa oriental Cunti, que da lugar a nombres como condado o vagina (cunt). Y hay otros más, símbolos con significado religioso que han ido evolucionando y siendo asumidos por las nuevas creencias. Está el trébol, que representa la triplicidad de la Diosa, anterior a San Patricio, que, como hemos dicho, podría haber sido recogido en la Santísima Trinidad. 
         La cruz celta, con su largo palo y los otros tres cortos se cree representaría en su primitiva concepción el falo, contenido dentro del yoni de tres facetas. Es el matrimonio entre lo masculino y lo femenino, el símbolo de la fertilidad y la continuación de la vida.


**Vesica piscises una de las formas mas antiguas y sagradas de todos los tiempos. Deriva de la intersección de dos círculos, siendo el espacio que se forma en medio. Es "la medición del pez" de Pitágoras, que era un símbolo místico de la intersección del mundo de lo divino con el mundo de la materia, y el comienzo de la creación. Se utiliza en una amplia gama de simbolismos: 
1. La unión de Dios y Diosa
2. Un símbolo de Jesucristo
3. La vagina de la diosa femenina
4. El motivo básico en la Flor De la Vida
5. Un revestimiento del Árbol de la Vida
6. Una descripción geométrica de raíces cuadradas y de proporciones armónicas


Vesica   Piscis

viernes, 9 de mayo de 2014

Mujeres que se escriben

Hoy nuestra estrella invitada es…

Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972) vive en Alicante desde los quince años. Diplomada en Óptica y Optometría, durante una década ocupó diversos puestos de dirección en el sector óptico y posteriormente desarrolló su carrera profesional ocupando una plaza de titular en la Universidad de Alicante.

En 2012 irrumpe en el mundo de la literatura con su novela La saga de los longevos, un fenómeno de ventas y crítica que ha sido traducida al inglés y publicada con gran éxito en Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia.

En la actualidad prepara el lanzamiento de su próxima novela el 4 de junio de 2014, “Pasaje a Tahití”, con la editorial Planeta, además de impartir cursos y ponencias de marketing, motivación  y literatura.

Podéis encontrar más referencias en los siguientes enlaces:




LCE -Muy buenos días. ¿Preparada para convertirte en la siguiente víctima de la sección?
EGS –Sin problemas, preparada.
LCE –Hoy continuamos la sección indagando en los gustos y aficiones literarias de Eva García Sáenz, que viene dispuesta a responder nuestras preguntas y a hablarnos de su trabajo. Empecemos como de costumbre: ¿Por qué y cómo empezaste a escribir?
EGS –Antes y por encima de ser escritora soy lectora. Digamos que soy una biblioadicta que escribe. Comencé a escribir en 2009, cuando me planteé comenzar mi primera novela, “La saga de los longevos”.
LCE - ¿Cómo definirías tu estilo? ¿Crees que ha variado a lo largo del tiempo?
EGS –Mi objetivo a la hora de escribir es que el lector se involucre en la historia y se crea los personajes. Es más, hago todo lo posible para que sigan en su mente durante una temporada, aunque hayan acabado la novela.
En cuanto a si ha variado, creo que ha habido una evolución desde “La saga de los longevos” a “Pasaje a Tahití”, la novela que la editorial Planeta publicará en Junio de 2014. La narración transcurre en una época histórica muy concreta y en tres escenarios muy diferentes, por lo que el trabajo de documentación ha sido muy exhaustivo y lo que he buscado es que el lector tenga una sensación de inmersión. Quiero que cuanto termine la novela sepa exactamente cómo se vivía en aquella época.
LCE – Eso es muy interesante para mí, ya que como lectora busco precisamente eso en una novela histórica, que me transporte al tiempo en el que se desarrolla. Por otra parte, ¿crees que tu escritura posee algún rasgo específico por el hecho de ser mujer?  Y si es así, ¿cuál crees que pueda ser?
EGS –No, no me planteo que mi género determine mi manera de narrar.
Una de las grandes sorpresas que me llevé con “La saga de los longevos” es que la mitad de mis lectores son hombres. La otra sorpresa es que el rango de edades de mis lectores, hombres y mujeres, va de los 16 años a los 93. Los lectores que se leían la novela me escriben contándome que se la recomendaron a su padre, madre, marido, hijas, hermanas… y que todos la devoraron en tres días. Para mí fue muy sorprendente que ocurriera.
LCE - ¿Te has sentido discriminada alguna vez en el mundillo literario?
EGS –No, al contrario. Lo que suele generar mi caso es interés, así que se me acercan muchos escritores, desde noveles, pasando por midlist, hasta consagrados. Todos tienen mucha curiosidad por saber cómo se autopublica con éxito en digital, qué hay que hacer para tener una plataforma de lectores tan amplia y que genere tanto engagement…
LCE Es cierto, eso es un aspecto a destacar, ¿te apetecería explicarnos con más detalle cuál fue el proceso de publicación y promoción de La saga de los longevos? Si te parece, lo dejaremos como algo pendiente, creo que da para una buena entrada y que muchos lectores estarían encantados de conocer los entresijos de la edición. Mientras, y cambiando de tercio, me gustaría saber tu opinión sobre los géneros literarios, ¿prefieres moverte en un género específico o bien no atarte a ninguno, para que tu obra no sea encasillada?
EGS –Con el género literario y mis novelas suele haber un problema bastante serio de etiquetación. “La saga de los longevos” tenía parte de histórica, historia de amor, ficción contemporánea… pero debido a la premisa de la novela, una revisión realista del mito de los inmortales, mucha gente la etiquetó como novela fantástica. De hecho en Estados Unidos y Reino Unido la novela en inglés se está vendiendo como Fantasy, Paranormal, Urban, etc… y ha alcanzado el  número uno a nivel nacional como novela de fantasía, por delante de Juego de Tronos, que es una fantasía épica.
Entiendo que eso no es bueno para una novela, hay muchos lectores que se acercan con prejuicios a ella, y luego me escriben contándome que les ha encantado la parte arqueológica e histórica de la novela.
En cuanto a “Pasaje a Tahití”, es ficción histórica, una especie de “Españoles por el mundo” del siglo XIX, donde se cuenta la historia de dos hermanos que tienen que emprender en una colonia muy ajena a su cultura.
LCE - ¿Qué objetivos te marcas como escritora a partir de ahora?
EGS – Mejorar en cada novela y que cada historia haga que mis lectores se evadan, aprendan y se emocionen. Ni más ni menos.
LCE - ¿Hay algo más que quieras contarnos?
EGS –Que espero que disfrutéis de mi próxima novela, “Pasaje a Tahití”. Os dejo un pequeño anticipo.

Pasaje a Tahití

Eva García Sáenz



Dos hermanos mallorquines y la hija de un cónsul inglés fundarán el imperio de las perlas cultivadas en el Tahití de 1890

1890. Bastian y Hugo Fortuny parten a Tahití en busca de una oportunidad después de perder su trabajo como sopladores de vidrio en su Mallorca natal. Durante la travesía conocen a Laia Kane, la hija de un cónsul inglés corrupto en Menorca al que han desterrado a la isla de la Polinesia. Este encuentro marcará la vida de los hermanos Fortuny y de Laia para siempre.

1930. Denis Fortuny, el heredero del imperio de las perlas de lujo en Manacor, decide viajar a Tahití para averiguar el misterio que se oculta tras sus primeros años de vida.


Una  historia épica de amor, superación, lazos familiares y secretos con el telón de fondo del Tahití colonial y el fascinante origen de las perlas cultivadas.

domingo, 4 de mayo de 2014

Proclama del día de las madres

Julia Ward, by John Elliot and William H. Cotton 

¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas! Digan con firmeza: 'No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia'. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice '¡Desarma! ¡Desarma!' La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión. En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales.
Julia Ward Howe, Proclama del día de las madres

En 1870 Julia Ward escribió estas palabras como expresión de un sueño: unir a las madres de todo el mundo en contra de la guerra. No lo consiguió entonces, pero su sueño no murió por completo, su pensamiento y sus palabras influirían en un puñado de mujeres, que se esforzaron por "humanizar" en lo posible las condiciones de los soldados que lucharon, en ambos bandos, en la Guerra Civil americana, y continuaron su ideario pacifista. Más tarde se promovió la creación del "día de las madres" que, a partir de 1914, se celebraría en Estados Unidos cada año el segundo domingo del mes de mayo.
         Como muchas otras iniciativas loables, acabó siendo utilizada con fines comerciales y ya pocos recuerdan cuál fue el origen de dicha fecha, celebrada en gran parte de países del mundo, ni a la mujer que lo concibió.
         ¡Vaya por ti, Julia Ward!

viernes, 2 de mayo de 2014

Mujeres que se escriben

Hoy nuestra estrella invitada es Bel Carrasco


Bel Carrasco (Valencia, 1952) es periodista y ha trabajado en El País y diversos medios valencianos. Desde hace más de 15 años colabora en la sección de Cultura de El Mundo Valencia y tiene el blog Zoocity en la edición digital. Le encantan los animales, pasear por el campo y nada casi una hora todos los días haga frío o calor.





LCE -Muy buenos días, Bel. ¿Preparada para convertirte en la siguiente víctima de la sección?
BC –Encantada, pero espero que la tortura sea sólo metafórica, ja, ja...
LCE –Continuamos con la sección “Mujeres que se escriben”, indagando en los gustos y aficiones literarias de la autora Bel Carrasco, que ha aceptado muy amablemente participar en el blog y ofrecernos una muestra de su trabajo. Empecemos con la primera pregunta de rigor: ¿Por qué y cómo empezaste a escribir?
BC –A los 12 años empecé a escribir el típico diario adolescente y desde entonces no he parado, aunque con distinta intensidad y ritmos. Más tarde tuve un breve brote poético, pero mi profesión de periodista absorbió todas mis energías durante años. Fue ya a partir de los 40 cuando empecé a practicar una escritura creativa. Primero en columnas de opinión en la edición valenciana de El Mundo y también con cuentas infantiles y para adultos. Mi primera novela, 'El relojero de Real' (Atlantis) se publicó en 2012 y he participado en dos proyectos colectivos de Bibliocafé, colecciones de relatos sobre animales de compañía y sobre el amor a los libros. 'Las semillas del madomus' es mi segunda novela, una obra de aliento juvenil pese al hecho de ser como soy una escritora tardía. He necesitado vivir y leer mucho, antes de ponerme a contar las cosas desde mi punto de vista.
LCE - ¿Cómo definirías tu estilo? ¿Crees que ha variado a lo largo del tiempo?
BC –Lo definiría como ágil. Ágil y proteínico, sin una molécula de grasa. Es debido a mis muchos años de periodista, un entrenamiento que te obliga a ir al grano, prescindir de adjetivos redundantes y sintetizar al máximo los contenidos. Y no sólo eso. Soy una persona muy nerviosa y móvil, suelo hacer las cosas rápidamente, excepto escribir que requiere sosiego y calma. La forma de escribir  te refleja más fielmente que un espejo.  Cada frase te retrata y cada historia te desnuda. En cuanto a la evolución, creo que voy ganando soltura y a la vez profundidad.
LCE - ¿Crees que tu escritura posee algún rasgo específico por el hecho de ser mujer?  Y si es así, ¿cuál crees que pueda ser?
BC –Creo que no, aunque puede ser que lo tenga y yo no sepa detectarlo.
LCE - ¿Te has sentido discriminada alguna vez en el mundillo literario?
BC -No, nunca. Crecí en una sociedad española muy machista, pero gracias a la lucha de muchas mujeres y algunos hombres la situación cambió radicalmente. A principios de la Transición ser mujer y contar historias de mujeres era una baza a tu favor, que en mi caso concreto no pude usar, porque en esa época el periodismo (y los hombres) me ocupaba todo el tiempo. Luego las cosas se han normalizado y aunque hay una literatura orientada a las mujeres, que somos las que más leemos, no creo que las autoras suframos discriminación. Otra cosa es la precariedad de este oficio, pero tanto para chicos como para chicas.
LCE – Ahora cambiemos de tercio: ¿Qué género literario prefieres?  ¿O eres en cambio de esos autores que prefieren no ser encuadrados en uno específico?
BC –Más bien lo segundo. Ya que he empezado tarde me gustaría probar un menú variado. Empecé con una novela realista de intriga, luego un relato fantástico y ahora estoy terminando una novela negra con ribetes románticos. Creo que volveré a lo fantástico porque da una gran libertad, pero ya veremos. Como dice Rosa Montero, las historias nos eligen.
LCE - ¿Qué objetivos te marcas como escritora?
BC – No aspiro a la fama ni a la gloria, sino a seguir escribiendo tranquilamente algunos años más, porque las palabras ponen orden y luz en mi vida, me ayudan a vivir. Y si mis libros gustan y son leídos, miel sobre hojuelas. 
LCE - ¿Algo más que quieras contarnos?
BC – ¡Uff, tantas cosas! Pero sólo diré a los lectores de este blog que no dejen nunca de leer. Se puede disfrutar una vida plena y feliz sin libros. Pero con ellos vivimos otras muchas vidas, viajamos a lugares que ni siquiera existen y, sobre todo, aprendemos a conocernos mejor a nosotros mismos y a quienes nos rodean. Ese conocimiento  ayuda a ser  más feliz y a que los otros también lo sean. Al menos, intentarlo.
LCE - Y para terminar: ¿querrías presentarnos tu novela?


BC - 'Las semillas del madomus' es un relato fantástico que rinde homenaje a los grandes maestros del género, desde ‘El Señor de los anillos’ a ‘Juego de tronos’ y’ El nombre del viento’, entre otros muchos títulos que he leído. Cuenta el accidentado viaje que emprende  Hanna a lo largo de la isla de Ylliria, asolada por la guerra, en busca de sus orígenes e identidad. Es una historia de aventuras que reflexiona sobre la importancia de las raíces y la necesidad de proteger la naturaleza, con un trasfondo ecológico y feminista. Ha sido publicada para adultos, pero creo que puede enganchar a lectores jóvenes a partir de los 13 años, edad de la protagonista.

Las semillas del madomus

Bel Carrasco


SINOPSIS

Al norte del gran lago Damago, vive Hanna con su abuela Gina. A causa de un trágico suceso, se ve obligada a huir de su casa junto a varios amigos y  emprenden un viaje que le enfrenta a terribles peligros. Los monstruos mutantes de la ciénaga, salvajes antropófagos, y los piratas de Quant Fang, traficantes de niños usados como juguetes sexuales por los pervertidos.  Tras sufrir muchas aventuras y penalidades, llegan a la próspera ciudad de Alzahára donde son bien acogidos. Desde allí Hanna, siguiendo los consejos de su abuela, prosigue su camino hacia el sur junto una curiosa 'trouppe' de cómicos y acróbatas. Una vez en Tetra, la capital de Ylliria, cae en las garras de la malvada Reina Delys, pero es rescatada por las líderes de un grupo de mujeres guerreras. Con ellas y Hugo de Barzán, joven caballero del que se ha enamorado, emprende de nuevo la marcha hacia el sur por caminos cada vez más agrestes en los que  tropiezan con la cara más siniestra de la guerra, un grupo de desertores y bandidos por los que son capturados. Una vez superado ese escollo, llega  por fin a Tierra Ignota, último refugio de las mujeres que cientos de años atrás gobernaron el destino de Ylliria. La anciana Moira responde a las preguntas que azuzan la mente de Hanna, ansiosa de conocer sus orígenes, le revela su verdadera naturaleza y le muestra su complicada misión. Debe poner fin a la guerra y encontrar las semillas de los Madomus, árboles mágicos, pues sólo ellos traerán una paz duradera.