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jueves, 31 de octubre de 2013

¡Feliz Samhain de nuevo!


Otro año más llega Samhain veloz. Fiesta de tránsito, de puente o puerta entre dos orillas. De cosas que se dejan atrás y cosas a las que dar la bienvenida.

Hace tiempo decidí celebrar en este blog, que nació casi a su sombra, cada Samhain, que ha tenido y tiene para mí un significado especial, materializado a menudo en una serie de pequeños o grandes cambios, ciclos que se cierran y ciclos que se abren.

Para los antiguos celtas era el final del verano y del tiempo de las cosechas, y el inicio del año nuevo, la entrada en la estación oscura que duraría otros seis meses. Y al ser noche de transición y de paso, creían también que abría el camino entre los mundos, este mundo nuestro terrenal y el mundo del más allá, de los espíritus y los dioses. Con lo que, en esa noche mágica, los muertos podían visitar a los vivos.
Se encendían hogueras para ahuyentar a los espíritus malignos, y velas y otros fuegos benéficos para indicar a los espíritus amables el camino a casa. Y se les dejaba comida fuera de los hogares. Ofrendas para los seres queridos que ya transitaban caminos invisibles.


Este año Samhain me trae un nacimiento, un libro mío que está a punto de publicarse. Un conjunto de 12 relatos que tiene por título "ENTREMUNDOS". Muy "Samhain", ¿no os parece? ;-)

¡Feliz noche de brujas a todos! A los vivos y, ¿por qué no?, también a los muertos que decidan visitarnos. Habrá calabazas encendidas y comida para todos.

viernes, 25 de octubre de 2013

Yo, soy pedante porque el mundo me ha hecho así



Sí, lo reconozco, soy pedante. Uso con frecuencia palabras de cuatro sílabas e incluso más, y frases largas como un día sin pan, a poder ser con abundancia de relativas y subordinadas.
Pero la culpa no es mía, la culpa es de mis padres.
Lo sé fehacientemente (toma palabro), desde que tengo a mis hijas y veo en ellas comportamientos verbales igual de reprobables que lo fueron los míos en la infancia. Y les escucho decir exactamente lo que quieren decir, usando el vocabulario que les parece más preciso, por mucho que algunas o muchas de esas palabras no suenen habitualmente en la mayor parte de las conversaciones entre adultos. Y digo que la culpa es de mis padres (y ahora mía) porque yo me he criado oyendo conversaciones de todo tipo, comentarios sobre lo divino y lo humano, sobre lecturas y más lecturas, en las que todos esos términos eran moneda corriente. Qué se le va a hacer.

Sí, ya de pequeña yo apuntaba maneras. Y descubrí enseguida que en aras de la convivencia social había que moderarse un poquito. Que la gente te miraba raro, y los niños más, cuando dabas muestras de ese hablar excéntrico que era marca de fábrica en mi casa.
Con los años sin embargo, igual que en otros temas, he decidido que es mejor hacer lo que me dé la real gana, que es mejor ser como eres, pase lo que pase y caiga quien caiga. Y espero que llegue un día en que realmente y para todo, me importe un pito lo que nadie más pueda opinar sobre mí y mis circunstancias. Ventajas de la edad, digo yo.
Curiosamente, también he mantenido siempre una misteriosa afición por ciertas palabras malsonantes, por los tacos y jergas varias, que me parecen dotadas de una fuerza y una energía gratificantes. Supongo que será mi gusto por los contrastes.

Hace poco leí una crítica de una crítica, y este asunto de la pedantería voluntaria volvió a salir a la luz en mi conciencia. Se decía, y admito mucha razón en ese caso, que el crítico parecía empeñado en mostrarse sesudo y brillante hasta extremos gafapasta total. Y que no es necesario tanto alarde para explicar algo que hubiera quedado mejor con un lenguaje llano y comprensible.

Ummm… Sí y no. Que haya casos en que premeditadamente se usan unas formas estilísticas rebuscadas y, en ocasiones, de otros tiempos, no quiere decir que “siempre” debamos amoldarnos a un tipo concreto de literatura basada en la sencillez. Porque quizá (o seguramente) estemos perdiendo con ello precisión lingüística y menoscabando la función comunicativa del lenguaje.
Las palabras, muchas de ellas, tienen más de una acepción. Si a eso añadimos las connotaciones, que proceden de cada grupo cultural concreto, que posee un pensamiento, una forma de ver el mundo concreta, tenemos una riqueza de matices y apreciaciones a la que no deberíamos renunciar. Porque entonces, dada la estrecha relación existente entre lenguaje y pensamiento, estaríamos de paso empobreciendo irremediablemente este último.
Claro que, para mucha gente, los conceptos son unitarios como buenos colores primarios, y resulta innecesario nombrar específicamente los distintos tonos o matices que se derivan de la combinación de los cuatro básicos. Ya sabemos que el fucsia no existe.
Bien, póngase uno como se ponga, eso es empobrecer, reducir posibilidades, restar afinamiento y precisión.
En un uso general del lenguaje no debería tratarse de que el que vaya sobrado “rebaje” su nivel de expresión. Sería mejor que fomentáramos desde todas partes que el resto aumentara el suyo.

Dicho esto, hay que reconocer que los excesos existen. Que hay gente que habla como si estuviera dándote una clase magistral, y gente que escribe una noticia o una crítica como si se la hubiera inspirado el propio Góngora. Pedantes auténticos, que tienen que mostrar a cada hora del día lo listos y lo cultos que son igual que muestran lo bien que comen, los muchos sitios que conocen, lo al tanto que están de las modas... Porque son cosas que van normalmente unidas, no nos equivoquemos, cuando la forma de hablar se convierte en una "apariencia" más, como el coche de uno o el lugar en el que vive.

¿Cómo conciliar entonces estos dos extremos, cómo saber si algo es excesivo o es un estilo propio y una elección personal? En primer lugar, si algo suena impostado seguramente lo es. En segundo lugar, hay una prueba infalible a la que se puede recurrir.
Decía el señor Lázaro Carreter, al que yo recuerdo por sus manuales de Lengua española, áridos y escarpados como un páramo, pero que contenían auténticas perlas de sabiduría como esta, que el hablante culto es aquel que posee y domina varios registros y sabe cuándo utilizarlos.


A menudo olvidamos que la lengua es un factor más de socialización, como todas esas normas de educación o urbanidad que adquirimos durante nuestra formación. Nadie dudaría de que no es muy conveniente irse de caminata a la sierra vestido con un esmoquin o un traje de noche (quien los use XD), o al mercado con bata de cola o a una boda con pijama.
Con el idioma debería ser igual, tan poco propio resulta disertar con polisílabas y esdrújulas cuando vas a comprar filetes al mercado, como hacer la crítica de un libro igual que hablarías de fútbol con los colegas.

Y llevado más allá, dentro de lo que es ya la faceta escritoril, cada texto o cada historia, en mi opinión, cada tipo de trama, cada época reflejada, precisa un tipo propio de lenguaje. Y no me refiero al habla de los personajes, algo que cae por su propio peso, sino además a la cualidad global de la obra, relato o novela, a la forma en que se conduce la narración y se cuenta lo que se quiere contar.
No se trata ya del estilo propio de cada autor, más sencillo o más elaborado, más lineal o más florido, sino que un mismo escritor puede y debe jugar con el lenguaje para convertirlo en un medio más de ambientación, en otro vehículo que transporte al lector al lugar exacto que imaginamos en nuestra mente.

martes, 15 de octubre de 2013

Escribir en una banda

Esta entrada va de escribir a varias manos. De cómo puede ser el proceso que te lleva a experimentar con otros escritores y ver qué es lo que pasa.
       De momento son dos las veces en que yo me he embarcado en proyectos literarios grupales, y en ambos casos me sentí satisfecha tanto con el proceso como con los resultados, pese a ser muy distintos entre sí.
       Creo que eso se debe, en una parte, a que tenía claras mis expectativas, y por otra, a que soy una persona lo bastante realista para aceptar de antemano que nada es perfecto (ni falta que hace) y que es cuestión de buscar en cada ocasión los pros y los contras.


Uno de los dos proyectos de los que voy a hablaros es el del "Crucero por el amor y la muerte", en realidad, en cuanto a fechas, el segundo que yo abordaba. Una novela conjunta escrita con Relatopía, el club de relato corto al que pertenezco. Se trata de un grupo que nació en torno a la Biblioteca Rafael Alberti, que se reúne semanalmente y que se va embarcando en distintos y variados proyectos cada año en función de los intereses de todos. Digamos que la base es el relato breve, y a partir de ahí se emprenden otros retos, a los que cada miembro se suma en la medida que quiere/puede.

Sobre la forma en que construimos la novela, podríamos decir que se pareció bastante a uno de esos conciertos benéficos del tipo “We are the world”. Es decir, alguien tuvo la idea, fue el promotor del guión. Y el resto fuimos como músicos convocados para la ocasión, un guitarra, un bajo, un baterista… Todos tomaríamos parte en la composición de la música, pero cada uno se ocuparía de su instrumento, sin dejar que desafinase demasiado con el resto, hasta llegar a aunar fuerzas en los instantes finales de colofón de la canción.

Cuando decidimos entre todos que queríamos escribir una novela común se plantearon diferentes proyectos, votamos, y elegimos por mayoría el de Enrique Romero, una novela que sería un crucero por el Mediterráneo. El suyo (el más viable) era un guión estructurado según nuestras necesidades: cada capítulo sería una ciudad en la que atracase nuestro barco, y sería escrito de manera independiente por uno de nosotros. Luego juntaríamos todos y el final lo decidiríamos en común.
       Nos pusimos manos a la obra y empezamos por decidir unas bases de partida. El reparto de capítulos y por tanto de ciudades. El orden. La extensión de los capítulos, para que fueran lo más uniformes posibles. Los elementos comunes, a saber, la presencia de una sirena, un encuentro amoroso/sexual y un asesinato, algún guiño que enlazara con el capítulo precedente y el que vendría después…
       Y en menos de un año la tuvimos terminada y la presentamos en sociedad, autoeditada con Bubok.

Conclusiones: Fue un experimento muy interesante, un ejercicio del que aprender, que era lo que yo buscaba. A nivel estrictamente literario tengo que decir que tal vez resulta un tanto chocante, si lo comparamos con cualquier novela al uso, porque el estilo de cada uno se demostró bastante diferente, y los enfoques y temas de interés también. Pero creo que en conjunto quedó una novela entretenida y dinámica, y nos sirvió a todos para aprender a amoldarnos a unas premisas de partida, a estructurar el conjunto, a casar o armonizar aspectos…

Pero este, ya digo, fue mi segundo experimento en este sentido. El otro, el primero, fue mucho más intenso creativamente, fue más como tocar realmente en una banda. Por una parte, creo que fue decisivo que estuviéramos (todo el tiempo) solamente tres autores implicados en él. Siempre es más manejable trabajar con menor número de personas. Por otra, que fuera casi en directo y con igual participación de todos. También por eso mismo fue más problemático, más proclive al desgaste, más absorbente… Y tan intenso, tan gratificante otras veces, que es de esas obras de las que estás orgulloso, sea cual sea su resultado objetivo, porque has dejado en ellas parte de ti mismo.

Bien, este experimento del que hablo es el blog Destino, un proyecto de Literatura en vivo, y las dos novelas que escribimos en él Alex Godmir, Gerard P. Cortés y yo: Viaje infinito a bordo del Destino y Los amos del Destino.


La cosa empezó de una manera completamente diferente a como iba a acabar, como ocurre innumerables veces. Así se sabe que algo está vivo, crece, se retuerce, se transforma y se estira…
       Yo andaba por entonces metida en un colectivo literario de nombre Círculo de Escritores Errantes. Se me ocurrió crear un blog para dotar de identidad a este conjunto de escritores cuyos objetivos empezaban a separarse demasiado como para que tuviera sentido seguir juntos, al menos en las mismas condiciones y sin introducir cambios radicales.
El blog sería nuestro escaparate, el lugar donde haríamos lo que nos gustaba hacer: escribir. Donde mostraríamos al público, en vivo y en directo, un universo ficticio pero que de alguna manera nos representara. Por motivos diversos, la idea no despertó un gran entusiasmo.
Podía haberlo dejado estar, aceptado que no era el momento… Pero yo, que soy cabeza dura y estaba demasiado entusiasmada como para abandonar, preferí echar a andar el blog como fuera, confiando en que se fueran uniendo nuevos tripulantes a medida que tuviera el casco del barco al menos esbozado. Así que me puse a investigar la blogosfera e hice mis primeros pinitos diseñando el blog del Destino, que por aquel entonces no tenía ni nombre.
Como tema, elegí una historia de navíos y piratas, como decorado el mar infinito. Y empecé a anticipar una tripulación y unas premisas básicas. Sería una nave maldita que navegara entre los mundos, tendría un número fijo de pasajeros elegidos por diversos motivos en distintas épocas y lugares… Y poco más.
Se apuntaron nuevos compañeros. Esbozaron papeles y personajes y repartimos trabajo. Planteamos un guión muy básico, un objetivo que sería escribir una historia completa, tuviera la extensión que tuviera. Y nos lanzamos a fondo a la aventura, con capítulos semanales de aproximadamente 1000 palabras. Así hasta culminar un año, publicando cada viernes. Y como según avanzaba el proyecto le íbamos cogiendo ganas y la historia (como suele suceder también) se iba complicando y estirando, iniciamos nueva temporada y… Y aquí aparecieron los primeros escollos.

Una de las cosas más importantes que he aprendido en este proyecto del Destino, es que las cosas tienen su propia vida natural. Igual que tienen que nacer, tienen que morir. O, poniéndonos menos trágicos, que todo tiene un fin y que es bueno tenerlo presente desde el principio. Sin un final, sin un objetivo al que apuntar, es fácil extraviarse y acabar en un ramal del río que no lleva a ninguna parte. Utilizo aposta la metáfora del río porque casi desde el principio la nuestra fue una novela de ese tipo, novela río con una trama principal y múltiples afluentes que iban y venían. La cuestión es que, cuanto más avanzaba el río grande, a veces rápido y desbordante como en el deshielo, otras manso y hasta perezoso, como en tierras de meseta, las más de las veces cambiando de curso sin decidir en qué océano desembocaría..., tanto más se iban abriendo y quedando atrás sus afluentes.
Cuando uno aborda un proyecto largo como es una novela, resulta necesario tener la capacidad de hacerse cargo de la totalidad, de lo global. Tener una visión de conjunto o desde arriba, que te permita integrar en una sola imagen toda la trama (o al menos la básica). A eso es algo que se aprende, porque requiere práctica, desde luego; no es fácil manejar una estructura de ese tipo. Y nosotros nos fuimos haciendo conscientes de ese hecho pasado un tiempo. Yo empecé a tener la sensación de que la cosa se abría sin cesar, y de que necesitábamos reconducir las cosas de modo que fuéramos cerrando cabos y haciendo encajar las piezas, hasta dar de nuevo coherencia al conjunto.
Desde que decidimos poner punto y final, aunque fuera en un futuro aún distante, creo que las cosas volvieron lentamente a su cauce.
Por otra parte, cuando una serie de creadores, sean del tipo que sean, deciden trabajar juntos, saben que van a enfrentarse a ciertos problemas. Igual que habrá ventajas, claro. Surgen más ideas, la cosa es más chispeante, a veces más rápida, más vital. Hay momentos de absoluto subidón, como cuando coincides realmente, de cerebro a cerebro, sobre una escena, una parte, un personaje y su historia… Ese “crear” realmente a cuatro o a seis manos es irrepetible.
Pero también existe el conflicto, la disparidad de criterios en cuanto a ritmo, temas y estructura. Y por muy bien que te lleves, por muy compenetrado que estés, llegará un momento en que ya no puedas (no quieras) supeditar tus ideas y tus gustos a lo común. Y creo que es algo saludable. Si tienes las cosas claras, simplemente te das la mano y cada uno sigue su camino.
Hace tiempo, cuando algún grupo de música que me gustaba anunciaba su separación, esgrimiendo muchas veces el mismo argumento sobre que les había surgido el deseo de iniciar carreras en solitario, o probar nuevos cauces que no tenían cabida en el grupo, me parecía un gran error y a veces hasta una gran tragedia. Pero hace tiempo que lo veo de otro modo. Porque he aceptado esa idea básica: estuvo bien mientras duró y me quedo con lo aprendido. Pero esto se acabó y es momento de empezar otro proyecto.
Lo que importa es tener presente que puede ser algo igual de ilusionante. Lo que importa es que conservemos esa capacidad de aprender e interesarnos por todo lo que se nos ofrece en el camino. Que, si uno está atento, es innumerable. Lo importante, en suma, es asegurarnos de que cada final tenga siempre detrás otro comienzo.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Metáforas grunges

Se ve que tengo afición por las metáforas musicales. Hace un tiempo citaba yo en un foro a los Delinqüentes –grupo jerezano, para quien no los conozca, que hace un flamenco divertido e irreverente y ha triunfado por encima de otros similares–. Los sacaba a colación a cuenta de una reflexión que me hacía sobre el talento, como factor único o no del éxito literario.
         Me consta que la escena musical de Jerez es realmente fructífera, y que grupos como ese los hay a patadas (o casi). ¿Por qué entonces habían triunfado los Delinqüentes por encima de tantos otros que permanecen desconocidos? Mi conclusión es que no se debía solamente al talento, aunque lo tengan y mucho. Que había también otros factores decisivos, como las ganas de triunfar, de tomarse en serio a sí mismos y su carrera. Como las horas de ensayo y de contactos, como actuar donde y cuando se pueda y apuntar lo más alto posible.
         ¿No podría decirse lo mismo de la literatura? ¿Por qué unos escritores logran triunfar y otros no?, ¿es por el maldito sistema, donde el que no tiene nombre y padrino no se bautizará nunca? ¿O puede ser que, como dice un buen amigo, esto es una carrera de fondo? Donde si alguien llega será el que persevera y concentra todas sus energías, lo más sabiamente posible, en una meta definida que consiste, básicamente, en escribir grandes obras.

Bueno, pues ahora la cosa va de Pearl Jam. Y me encuentro de nuevo embarcada en otra metáfora musical para explicar otro aspecto de la literatura nuestra de cada día.


Hace ya tiempo (meses y meses, para ser más exactos) que me siento poseída por una intensa fijación con Pearl Jam. Escuchando su música, repasando su historia, la trayectoria de la banda y la evolución personal de todos ellos. Vídeos, fotos... Que además tienen la triste virtud de ponerme nostálgica y provocarme regresiones importantes a épocas que creía olvidadas. Y lo estaban, lo juro, o al menos la mayor parte del tiempo.
         La experiencia me ha enseñado a confiar sin reparos en los caprichos de mi, de por sí caprichoso, subconsciente, así que no he dejado de preguntarme en este tiempo a qué se deberá este recrudecimiento repentino de mi afición por Vedder y el resto de sus compinches.
         Que conste que como Muso, me parece más reverenciable aún otro grunge, el bello Chris Cornell, pero Eddie Vedder tiene un algo que... Será esa honestidad, esa profundidad, ese no ir de divo pese al éxito indiscutible que lleva a cuestas.
         El caso es que, sin darme cuenta, me he visto inmersa una vez más en una maratón de vídeos y artículos antiguos, hasta repostar, con gran dedicación, en el "Pearl Jam 20", el documental que rodó Cameron Crowe con motivo del 20 aniversario de la banda.
         Y por fin mis neuronas han debido de alinearse de la forma adecuada, permitiendo que cristalizaran en formato comprensible todas esas ideas que había debajo, empujándome hacia el Seattle de los primeros 90.
         Además de la nostalgia que ya digo suscitan en mí esas imágenes de juventud y euforia, percibo algo que se relaciona profundamente con uno de los temas literarios que me llevan interesando hace mucho. Y es el tema de las “generaciones literarias”, de los colectivos que confluyen en el tiempo y se retroalimentan, y rivalizan y se acercan y se pelean y…

Pero volvamos una vez más a lo musical.
       Comentaba Chris Cornell (Soundgarden), sobre el tema de las bandas grunges que coexistieron en Seattle en los primeros 90, una anécdota curiosa. Joey Ramone se sorprendió enormemente del clima de buen rollo que imperaba allí, por contraposición a las bandas de New York, donde él vivía, cuya rivalidad era tal que les llevaba a putearse cordialmente siempre que tenían ocasión y a apuñalarse por la espalda si el contrario se lo ponía a mano. En cambio, como cuentan varios de los integrantes de Pearl Jam en el documental de Crow, en Seattle las cosas eran de verdad distintas. Lo que más tarde se llamaría “sonido Seattle”, etiqueta que serviría para catapultar a un puñado de bandas y, más tarde, a una serie de grupos que emergerían al rebufo de los primeros, era entonces un producto del azar, por una parte. Gente que se va a vivir al mismo sitio, que se mueve en los mismos garitos. Que va a conciertos de grupos que luego a su vez van a escucharles a ellos, que tienen colegas comunes, que comparten piso… Ya solo esto tenía que ser decisivo a la hora de influirse mutuamente, e ir investigando en la misma dirección nuevas músicas y nuevos conceptos.
         Y por otra parte, ese nexo de unión, ese pegamento que propiciaría que desde el exterior se les percibiera como grupo, vendría del descubrimiento de una serie de afinidades estéticas, musicales y de fondo que, según mi experiencia, acaban por salir siempre a la luz en los ámbitos más diversos, y te ponen en relación con quienes son semejantes de algún modo a ti.
         Lo que está claro es que la “marca” grunge vendía por sí misma. Y que esos grupos inmersos en ese “aquí” y ese “ahora” experimentaron la sensación de que pertenecían a algo, a algo que estaba haciendo historia.

       
De un modo parecido podríamos mirar el panorama literario.
         La etiqueta (la marca) que define a una generación o grupo literario se acuña con posterioridad a su actuación… Normalmente.
         Esto es así principalmente porque resulta muy difícil desde dentro, o si se está demasiado cerca, percibir una serie de fenómenos o características definitorias que ayuden a dibujar el contorno de un grupo, formado en principio por individuos distintos.
         Ahora, ¿qué ocurriría si decidiéramos “fabricar” premeditadamente una generación literaria? Pero no como estrategia de marketing, como hacen muchas veces las editoriales con los géneros literarios, que sirven más como reclamo de compra que como elemento facilitador para el lector, de cara a que encuentre lo que busca o le interesa.
         Sería, por el contrario, algo así como el marco donde encuadrarse una serie de autores que manejaran unos presupuestos comunes y tuvieran unos fines concretos y compartidos.
         Pero, ¿es posible forzar eso? ¿Se pueden inventar unos estilos comunes e intercambiar temáticas y gustos?
         No sé si se puede, pero desde luego NO se debe. Sería puro plástico. Lo que se puede hacer sin embargo es propiciar un ámbito, un lugar común de relación donde las cosas acaben rodando por sí mismas. De ahí, en mi opinión, la proliferación de colectivos literarios, asociaciones y foros donde los escritores nos relacionamos y ponemos en común teorías y obras.
         Solo que yo me refiero a algo más. Para que la cosa funcione realmente como un colectivo, para crear un sonido “lo-que-sea”, tiene que haber vida de verdad, tiene que haber ebullición. Un constante deseo de hacer literatura, un interés real por ir más allá en lo propio pero también por conocer lo ajeno. Y eso solo es posible partiendo del hecho de que los demás pueden enseñarnos algo, de que en la propia interacción se sacan ideas y opciones valiosas que tal vez no habríamos descubierto solos. Otras igual de válidas sí, pero no esas específicas, que nos habríamos perdido sin remedio. De que, en definitiva, la unión hace la fuerza.
         Y, claro está, sin sacrificar el propio estilo ni las propias metas, sin renunciar a la libertad creativa de cada uno, que es lo que da sentido y significado al arte.
         ¿Y eso cómo se hace? ¿Es posible hacer literatura «grupal»?
         Sobre ese tema me gustaría seguir hablando en mi próxima entrada: «Escribir en una banda».

jueves, 3 de octubre de 2013

LIEBSTER AWARD

Y ahora toca el otro premio del que hablaba, el LIEBSTER AWARD,  destinado como el anterior a descubrir nuevos blogs y darlos a conocer. A mí me ha llegado de la pluma de Manuel Mijé y su blog LA CONSULTA DEL DOCTOR PERRING.


Las órdenes consignadas en el paquete que recibí, que como todo envío de importancia se autodestruyó a los 15 segundos, son las siguientes:
       Primero-Busque un lugar privado y a salvo desde el que pueda investigar sin peligro el blog causante de la catástrofe (o el premio, si lo prefiere). Deje allí su huella si lo estima oportuno. La forma es opcional: comentario, seguimiento, un puñado de miguitas, un graffiti artístico...
       Segundo-Cuelgue el citado galardón en su blog... Si se atreve y cree que el verde puede ser su color.
       Tercero-Responda las 11 preguntas. Procurando no acordarse en exceso de los antepasados del que las elaboró y sin mentar de ningún modo a su progenitora.
       Cuarto-Haga un rato de meditación zen. Luego, con la mente abierta y lo más iluminada posible, elija otros 11 blogs a los que colgar la medalla verde y hágales 11 (puñeteras) preguntas que les lleve un buen rato contestar. Pero con cariño. Siempre con mucho cariño jejeje...

Aquí las preguntitas del doctor:
¿Por qué elegiste el nombre de tu blog?
Me remito a lo contestado en la anterior entrada. (Y si no, me acojo a la quinta enmienda)
¿Y la línea a seguir?
La línea es, como de costumbre, algo errática. Soy la máster del caos. Desde el principio quería que fuera mi rincón, donde todo puede tener cabida siempre que me llame la atención. Y hay tannnntas cosas en el mundo que cumplen esa misión...
¿Te consideras suficientemente visitado/comentado?
Nunca se tienen suficientes comentarios ¬¬ No, en serio, como escritora mi mayor ambición es que me lean. Si encima les gusta ya ni te cuento. Encuentro una muy buena respuesta entre mis conocidos hacia el blog. Y además he captado algún desconocido/a, con lo que la satisfacción es enorme.
¿Con qué frecuencia actualizas tu blog?
Me temo que también es un parámetro errático. Diría que cuando puedo. Pero procuro que no pasen muchos días entre una entrada y otra.
¿Cuánto tiempo le dedicas a preparar las entradas de tu blog?
Uffff.... También depende. Hay algunas que salen del tirón y otras en las que selecciono cuidadosamente texto e imágenes.
¿Te gusta el medio o preferirías/prefieres otro?
Me encanta el medio. Desde que descubrí cómo hacer un blog, aunque sea sencillito, estoy entusiasmada con las posibilidades.
¿Miras las estadísticas de acceso a tu blog?
Sí. Lo que más curioso me resulta es ver de qué cantidad de países se ve. No deja de sorprenderme el alcance y la globalidad y me pregunto a menudo cómo demonios ha llegado a interesarse en el blog gente de China o Canadá o Ucrania...
¿Qué has aprendido como persona gracias a tu blog?
La generosidad de algunos lectores me invita a tratar de corresponder en todo lo posible. También me anima a continuar cultivando una pasión muy gratificante pero totalmente idealista.
¿Crees que tu blog da una imagen realista de ti?
Bueno, yo creo que un blog, como cualquier otra cosa, muestra una faceta de uno. Es una parte cierta pero es solo una parte.
¿Qué razones podrían llevarte a echar el cierre a tu blog?
De momento no me lo planteo pero, como ocurrió en el Destino, hay proyectos que se dan por cumplidos en determinado momento y puede apetecerte empezar cosas nuevas. Cuando esto es así, difícilmente se llega a todo y toca elegir.
¿Qué opinión te merece el blog que te ha concedido el Liebster?
Sigo sobre todo los artículos de opinión de Manuel. Esté o no de acuerdo con ellos sé que siempre voy a sacar algo en limpio.

Y ahora, el momento que todos estábamos esperando. And the winner are...

1. APUNTES DE UNA ESCRITORA PULP - Porque Ana la irreverente tiene mucho que contar y un estilo propio para hacerlo.
2. ESCRITO EN AGUA - Raelana Dsagan, escritora. Y está dicho todo.
3. MIS OTRAS REALIDADES - Hay que darse un paseo por la parcela del mundo donde vive Ángeles Mora.
4. HISTORIAS QUE NUNCA CONTÉ - Otra colega escritora, Diana Muniz, cuyo estilo admiro.
5. QQ PROYECTO - Porque aquí mi socio es un artistazo.
6. RES PVBLICA RESTITVTA - Una gozada leer las reseñas de Farsalia (Óscar González).
7. MUJERES DE LEYENDA - Una mina de información, muy bien contada.
8. RELATOPÍA - El club literario al que pertenezco.
9. CINEMA GENOVÉS - La meca del cine. Una enciclopedia viva.
10. PUEBLOS DESHABITADOS - Para mí el blog de la nostalgia y un lugar para soñar.
11. ESTRELLAS Y LIBROS, MAGIA Y FANTASÍA - Por su generosidad al convocar alrededor lectores y escritores.

Uy, casi lo olvido, que faltan las PP, las PUÑETERAS PREGUNTAS que deberán contestar todos los concursantes.
1. ¿Qué inspiró el nombre de tu blog?

miércoles, 2 de octubre de 2013

ONE LOVELY BLOG AWARD

Hace ya tiempo, concretamente el 18 de junio de este año, recibí por sorpresa y a traición un premio que no conocía hasta el momento, de la mano de la escritora Diana Muniz, Bryoria para mí, y su blog "Crónicas de Eos". Fue un honor que se acordara de mí y de Literatura con Estrógenos, y así se lo hice saber en su momento (eh, ¿qué os creíais?, que no soy tan desastre). Me propuse cumplir como era debido en cuanto encontrara un hueco y continuar el trabajo bloguero como dios mandaba.
       Peeeero.... Cuando os cuente las características del premio y sus "contraprestaciones" entenderéis por qué he tardado tanto, en medio del maremagnum habitual de esta mi vida de locos, en ponerme con ello y continuar la pertinente cadena de premios. A pesar de mis sinceras buenas intenciones.
       Pues bien, resulta que ayer mismo recibí otro galardón similar que me ha servido de tirón de orejas (además de inmensa satisfacción XD) y me ha obligado a punta de literatura a cumplir de una vez con mis obligaciones.

Empezaré con el One Lovely Blog Award


Como ya he dicho, el premio me lo concedió Bryoria, desde su blog CRÓNICAS DE EOS, y tiene como objeto colaborar en la difusión de blogs que consideremos que merecen la pena.
       Expliquemos en qué consiste, dejando claro que no hay obligación ninguna. Yo nombraré los blogs que me dé la gana, y entenderé que cada cuál obre como mejor le apetezca. Pero las reglas son las que son, yo las pongo por si acaso, no vaya a ser que causemos algún desequilibrio cósmico o algo:

A- Se deja un amable comentario (el grado de amabilidad a decisión del galardonado, puede ser de palabra, en especias...) en el blog que te ha nominado.
B- Se hace uno seguidor (Facebook, Youtube...) del blog.
C- Se responde a las 11 preguntas que te plantean y se copia el resultado en tu propio blog.
D- La parte chunga. Se eligen 11 blogs a los que entregar este premio. Se les avisa y se les plantean once preguntas, que pueden ser las mismas que respondiste u otras distintas que se te ocurran.

AQUÍ VAN LAS 11 QUE ME HIZO BRY

1. ¿Qué inspiró el nombre de tu blog?
Yo quería un blog personal, un blog mío como autora. Y elegí un tema que me fascina especialmente en cuanto a literatura, las diferencias que tenemos las mujeres a la hora de expresarnos y, por lo tanto, de escribir. Nuestra voz propia como género, si es que existe. Y el nombre "Literatura con estrógenos" hace alusión a eso, y es lo bastante sonoro para que sea fácil de recordar.

2. ¿Qué te llevó a meterte en la blogosfera?
Empecé en la blogosfera con otro blog: DESTINO, un proyecto literario colectivo enfocado a escribir una novela conjunta, en medio de un universo que diseñé para la ocasión y fuimos modificando entre todos. Esta vez quería un blog mío donde desarrollar el tema de la literatura escrita por mujeres, a la vez que me sirviera de "escaparate" como autora. Un lugar donde mostrar lo que me gusta, lo que me inspira, lo que voy haciendo...

3. ¿Qué te ha aportado? ¿Algo bueno, o quizás alguna mala experiencia?
Libertad creativa. Desahogo creativo (con todas las múltiples cosas que me interesan, por algún lado tenían que salir, supongo). Y lo más importante, lectores que, a veces, se atreven a opinar.

4. ¿Qué opina tu círculo de tu actividad como bloguero?
Los más fieles lo siguen cuando pueden. Hay otros ojeadores ocasionales. Y luego gente que sabe que tengo un blog pero que no se mueven en el medio y no miran ni mi blog ni ninguno.

5. ¿A día de hoy los jóvenes se interesan por la lectura? ¿Les vendría bien leer un poco más?
De los que yo conozco diría que al menos un 60% lee con asiduidad. Aún no sé cómo se puede motivar efectivamente a quienes no lo hacen. Creo que es decisivo lo que se ve en casa.

6. ¿Cuál ha sido el último libro que has leído? ¿Qué te ha parecido?
Estoy con un par de libros de historia. Pero de ficción, que es lo que más me gusta, he leído hace poco "El juego de Ender" y "La voz de los muertos", de Scott Orson Card. Apasionantes ambos. Y "Por no mencionar al perro", Connie Willis, un descubrimiento de autora. Un libro con ritmo y estilo peculiares del que acabé más que satisfecha.

7. Un libro que odies ¿Por qué?
Los de Julia Navarro, por ejemplo. Yo creo que, en general, de casi todos los libros, por malos que sean, puedes sacar algo. Alguna idea, un escenario, una recreación que se hace sentir... De estos no. Son predecibles, clónicos y casi absolutamente vacíos.

8. ¿Cuáles son los libros de tu infancia?
Recuerdo que me marcó "La hija del espantapájaros", María Gripe. Durante mucho, mucho tiempo yo quise ser Loella y vivir para siempre en algún bosque.

9. ¿Cuál es el momento idóneo para leer un buen libro?
Cualquiera. Todo depende de su capacidad adictiva. Si es alta, dejarás de dormir si es necesario.

10. ¿Qué piensas de los precios de los libros a día de hoy?
Me parecen caros. Y si ya tenemos en cuenta lo que reciben los autores...
Creo, eso sí, que hay editoriales, normalmente las pequeñas, que empiezan a darse cuenta de que el objetivo debe ser otro.

11. Una adaptación a la gran pantalla que haya superado al libro.
Creo que no he visto ninguna. Las que más se acercan: "El nombre de la rosa" y la trilogía de Peter Jackson sobre ESDLA.


La parte chunga, LOS PREMIOS QUE OTORGA LITERATURA CON ESTRÓGENOS SON:

1.- MUJERES QUE HICIERON HISTORIA - Sus entradas son siempre de mi interés.
2.- DESOLADAS - El entusiasmo y el amor por la literatura.
3.- EL ESPEJO GÓTICO - Le sigo por fb. Siempre tiene artículos muy buenos. Y lo gótico es mi pasión, así que...
4.- EL PUENTE LEJANO - Iñigo tiene un blog especializado en películas, que reseña y comenta.
5.- HEROÍNAS - Imprescindible para mi monomanía.
6.- LA BALADA DEL CAFÉ TRISTE - Mr. Hagakure es un lector muy inteligente. Y el nombre es precioso, ¿a que sí?
7.- LA HORA AZUL - Es el blog de una artista. Y eso se nota en cuanto entras.
8.- LIBROS Y MITOS - Naus tiene mucho que decir, de escritura, de mitología y sobre todo de lecturas.
9.- EUROPA MEDIEVAL - Equix es un enamorado de la historia y la mitología. Merece la pena darse una vuelta por su guarida.
10- LA CONSULTA DEL DOCTOR PERRING - Manuel Mijé, el que viste la bata, un colega escritor que opina sobre cualquier cosa que huela a literatura. La medicina que receta puede ser a veces amarga, pero desde luego siempre efectiva.
11- PENSAMIENTOS, PALABRAS, ¿OBRAS? - El señor Susano es otro escritor muy particular, con el que da gusto intercambiar opiniones, a ser posible lejos de los Gin-Tonic, eso sí.

Y por último, MIS PREGUNTAS, un sofrito hecho con las que he ido recibiendo yo, aderezadas con mi ingrediente secreto. Que conteste quien se atreva mwajajaja!

1. ¿Qué inspiró el nombre de tu blog?