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jueves, 19 de noviembre de 2015

Musos: ESAO ANDREWS


Esao Andrews es un pintor fascinante que he descubierto como siempre: por pura y grata casualidad.

Esta es su PÁGINA DE AUTOR

Se trata de un ilustrador y pintor estadounidense nacido en Mesa, Arizona, absolutamente surrealista. Sus pinturas poseen la magia, los personajes y el simbolismo de los sueños, combinando elementos góticos, eróticos y hasta grotescos, que parecen proceder directamente de los abismos profundos del inconsciente.
         Trabaja usualmente empleando pintura al óleo sobre paneles de madera. Y cita como influencias a Gustav Klimt, Egon Schiele, Alfons Mucha y a Joe Sorren.

Andrews es miembro del colectivo de artistas Meathaus, un sitio web de arte enfocado al dibujo y los cómics.
         Ha expuesto en varias muestras colectivas; una con John John Jesse, y otra con Travis Louie y Tara McPherson. También ha diseñado monopatines para la empresa Baker Skateboards, y algunas de las cubiertas de los discos del grupo Circa Survive. Y recientemente ha participado en uno de los tomos de la publicación mensual Fábulas (de DC Comics), 1001 Noches de Nieve, dibujando al completo "La historia de la Bruja".

Yo he decidido seleccionar aquí algunas de sus imágenes relacionadas con el mar y los barcos (aunque la variedad de temas que trata es asombrosa), que son de mi especial interés en estos momentos, porque es algo en lo que estoy trabajando (ya os contaré más adelante, en otra entrada).
         Disfrutad como yo de estos viajes asombrosos suyos.







Para conocer un poco su perspectiva sobre el arte en general, y la pintura e ilustración en particular, es interesante considerar sus propias palabras.
Sobre el tema de la diversidad de su obra, Andrews afirma que él está constantemente buscando nuevas materias y que no quiere llegar a ser conocido por un solo estilo y quedar encasillado. Ha dicho también, cuando se le preguntó acerca de ese enfrentamiento del "bien contra el mal", o "el bueno contra el malo" que se puede apreciar en su trabajo, que él piensa más en la línea de "dominante frente a subordinado"; que siempre está tratando de atrapar un momento de misterio o tortuosidad en su obra.
         "... Tengo miedo de quedar marcado. Soy joven y estoy al principio de mi carrera, pero las cosas han ido en aumento y he llegado a obsesionarme con el tema.
         Igualmente, no quiero ser conocido como una de esas personas, por ejemplo, que pintan chicas diminutas con ojos grandes. Trato de diversificar mis temas y no incluir siempre, necesariamente, elementos divertidos o grotescos".

Variedad, exploración, investigación y proyección del mundo interno, parecen ser sus máximas. Parámetros, para mí, del verdadero artista. 

viernes, 13 de noviembre de 2015

Vuelve el Polidori, esta vez lleno de posesiones y posesos.


Imagen de Los poseídos (The Possessed)”, de Geoff Johns, Kris Grimminger y Liam Sharp.

Así es, ya lo tenemos aquí de nuevo. El concurso de relatos de terror cuyo funcionamiento lo hace especialmente especial XD
         Como cada año -algo que ya sabéis los que lo seguís- los relatos deben ceñirse a un tema concreto, dado de antemano. En esta ocasión el lema es "Posesiones".
         Todos los autores interesados, que tengan un relato de posesos entre manos, lo cuelgan en un post nuevo del foro, en la sección del concurso, bajo la cuenta que deseen. Esto es, se puede concursar con el nick habitual o con "máscara", con un nombre elegido para la ocasión. (Si no estaban previamente registrados en OZ, pueden hacerlo ahora, es un mero trámite).

Aquí os pego las BASES, donde se detalla todo el procedimiento, para quien quiera simplemente echarle un ojo. Pero yo recomiendo echarle valor y animarse a escribir algo, que la ocasión lo merece. Puedo asegurar que se aprende muchísimo, tanto de las críticas recibidas, como ejerciendo de crítico literario.

Mención aparte merecen los lectores.
         Se puede participar en el concurso sin necesidad de presentar relato. En este, como en otros concursos similares, lo realmente importante para los autores es ser leídos y comentados. Por supuesto que existe la emoción de quedar en buen lugar, e incluso ganar. Pero, os lo digo por experiencia, lo más valioso de todo esto son las distintas miradas que recibe tu obra, y el diálogo tan enriquecedor que se produce entre autor y lector.

Nada más que decir. Solo desearos suerte a todos los que os decidáis a saltar al ruedo, sea en calidad de combatientes, o sea en el papel, igualmente difícil, de...



viernes, 6 de noviembre de 2015

Zaragoza en Penumbra - Domingo

Termino hoy, con esta tercera parte, la crónica del fin de semana en Penumbra. Lo hemos estirado todo lo posible (de hecho, creo que ya podría impartir a medias con Ken Follett el seminario "Cómo convertir en novela-tocho cualquier hecho mínimo"). Pero todo tiene un final.
         Seré breve (me llegan las carcajadas hasta aquí). Que sí, que voy a ser breve y voy a resumirlo todo como no creeríais que es posible.




Domingo. Había dos actividades simultáneas programadas: visita al palacio musulmán de La Aljafería, hoy sede de las Cortes de Aragón, y Taller de literatura en la sala Utopía.
         La visita al palacio musulmán fue un éxito. Nos juntamos 24 personas (según recuento de Rafael González, Guardián de la secta. El encargado de que no se nos despistara ningún fiel), junto al foso del castillo, por si había que tirar a alguien. Que soy una guía seria y a la que se me distrae alguno lo mando pasar a cuchillo y tirarlo a las pirañas (y como la sangre mancha mucho, es mejor que lo haga otro y le salpique a él o a ella).
         Me acompañaba en la sagrada misión mi buen amigo Sir Polite, llegado directamente desde su ubicación habitual en otro espacio-tiempo, concretamente el S. XIII. Yo me había interesado en su momento, solícitamente, por las dificultades de sus idas y venidas. Pero él me había asegurado que no era nada, que si conocías el puente exacto que hay que cruzar era cosa de pocos pasos. Y allí estaba, en efecto, poniendo su sapiencia y sus conocimientos enciclopédicos al servicio de nuestro objetivo.
         ¿Y cuál era este?, os preguntaréis (al menos, los que hayáis tenido la paciencia de llegar hasta aquí o la ingenuidad de creerme cuando dije que sería breve). Nuestro honroso cometido no era otro que viajar en el tiempo hasta el S. XI y el palacio real de la Taifa de Saraqusta, donde yo había puesto en una ocasión, en un relato mío histórico-fantástico, a Rodrigo Díaz de Vivar, nuestro Cid Campeador, a buscar una reliquia mística y mágica, el Libro de Elohim, en las entrañas mismas del castillo. Para más señas, en el mismo Salón Dorado al que Al-Muqtadir dedicara sus versos, cuando impulsó su construcción allá por el 1065. El descifrado de un código misterioso les había llevado hasta allí, a él y a sus hombres de confianza, en los tiempos de su primer destierro, y ... Y ya paro aquí, que si no, os voy a contar el relato entero y es largo (sorpresa, ¿eh?).
         El caso es que, una vez puestos en situación y ajustados nuestros parámetros psíquicos al siglo adecuado, entramos en el Palacio para empezar a recorrer paso a paso las distintas estancias de época taifal.
         Aunque pueda sonar extraño, quizá, yo veía aquello por primera vez, igual que el resto. Y me pareció muy emocionante ir reconociendo lo que había estudiado y contemplado en fotos y vídeos, y descubrir los inesperados detalles que habían escapado de tales documentos. Y "palpar" el ambiente y el peso de los siglos. Y tratar de imaginar qué fue lo que inspiró a aquellos reyes de entonces para crear semejante belleza, lo que les llevó a asentar allí su vida y su gobierno, reuniendo a su alrededor sabios, músicos y poetas, en una corte que tuvo que ser el asombro de cuantos la visitaron.
         De golpe se impuso la realidad y tuve que despertar de mis ensoñaciones. El S. XI quedó atrás y Sir Polite nos guió por las épocas sucesivas que se habían ido imprimiendo en el edificio. Que también eran chulas, cómo negarlo, pero mandaban a Rodrigo y sus chicos de vuelta al olvido, enterrado de nuevo en el mármol el Libro de Elohim, quién sabe por cuánto tiempo.
         Menos mal que quedó de nuestras andanzas una prueba tangible pues llevábamos como fotógrafas de excepción, dispuestas a dar cuenta del cumplimiento de la misión, a Karolina Llergo y Gisela Giawulf Folch Schulz, que me fueron explicando las dificultades de trabajar en nuestras condiciones.
         -Las fotos salen perdidas de ectoplasmas y presencias sobrenaturales -explicaba Karo-. Borrones y caras gritando que dificultan ver nada.
         -Por más limpiezas de aura que se hagan antes -confirmó Gisela-. Es algo inevitable.
         -Así que no queda otra que darle luego al photoshop -concluyó Karo, con gesto de resignación.
         Arriba podéis ver el resultado, después de la desparasitación de presencias.

El taller de literatura que hubo en paralelo, según me dijeron los que estuvieron allí, fue un auténtico gustazo. Casi en plan terapia de escritores. Habrá que intentar otro año que no coincidan estas actividades para así no tener que elegir y poder estar en todo.

Continúo. En un acto de masoquismo sin precedentes, nos fuimos a comer al Eclipse. Como compañeros de mesa tuve a Nachob, la Bruja del Este y Sarima, una magnífica ilustradora venida de Bilbao que me acababan de presentar. Mis otras camaradas habían volado de vuelta a sus haciendas.

         La conversación de lo más interesante, despellejando limpiamente a diestro y siniestro.
         Y ya de vuelta en el Utopía a seguir con las despedidas y a mantener el pabellón alto un poco más, con una Mesa redonda muy interesante sobre series y pelis de terror. (Como había poca gente me atreví a blasfemar, elogiando el Drácula de Coppola por encima de la novela de Bram Stoker, sobrevalorada en mi opinión. Sentí mi vida en peligro por un momento, pero como eran pocos y cobardes...).

Proyección del cortometraje "Con la comida no se juega", obra de Daniel M. Caneiro, que es el hermano de un colega escritor, Óscar Muñoz Caneiro, responsable de la selección de cortometrajes que se han proyectado durante todo el Penumbra. Comprendí que ambos hermanos comparten algún tipo de gen macabro, seguramente presente desde generaciones atrás. Y si no, juzguen ustedes después de ver el corto.

         Charla informal sobre el propio Penumbra. Despedida y cierre (me tuve que ir con todo el dolor de mi corazón a la mitad, dejándome muchas cosas en el tintero. Claro que eso es habitual, mi tintero siempre está rebosante de palabras por escribir. Definitivamente, voy a llamar a Ken (Follett) y ofrecerme a llenarle unas cuantas páginas como desahogo).

jueves, 5 de noviembre de 2015

Zaragoza en Penumbra - Sábado



Ese día, ya que habíamos suspendido las labores de caldero y no iba a ser necesario emprenderla con las pócimas, abandoné los ropajes brujeriles y adopté un atuendo más festivo -dentro, eso sí, del negro riguroso exigible en el oficio- que llamaré "Siglo de sombras", haciendo honor al último número publicado de Calabazas en el Trastero, donde se cobija un relato mío (y que ustedes pueden adquirir a la salida, en el hall del teatro).

Recogido este punto, continúo con el relato de los hechos, hecho muy sucintamente y según el impulso del momento, que esto es un reportaje de interés humano y la exactitud, el orden y demás detalles sin importancia no nos competen.

El sábado desayunamos al ladito mismo del hostal algunos de los cofrades. Luego nos dirigimos al Penumbra, donde estuvimos como más en familia, ya que parte de la horda invasora estaba de turismo por Zaragotham (gracias, Gusa, por el término tan molón). La mesa redonda que estaba prevista me producía sudores fríos: ficción interactiva, o sea, juegos de rol, videojuegos... Pero resultó de lo más interesante. El, o más bien los, alma mater del acto fueron Fernando Lafuente y Patapalo, aunque enseguida se les sumaron dos o tres espontáneos (uno con pretensiones de robarme el nombre: nada más y nada menos que Morcar, se hacía llamar), apasionados totales del tema, y alguno del público, tan empollado como el resto. Y frente a ellos nosotras, las brujas, preguntando con toda tranquilidad dudas que a cualquier friki que se precie debían de resultarle de abecedario. Pudo parecer que no teníamos ni idea del asunto, pero la verdad es que formaba parte de una estrategia, para caldear el ambiente y que todo el mundo preguntara lo que le viniera en gana. Nosotras lo sabemos TODO, pero somos gente con modales y sabemos que es de mala educación alardear.
         Raelana no estaba con nosotras, había ido por la ciudad en misión de reconocimiento, en busca de alguna víctima propicia para los sacrificios que, según era de rigor, habría que realizar por la noche. Tampoco Sanbes ni Dama Cristina. Habían pretextado ir a hacer turismo, pero a esas alturas ninguna tuvimos dudas del verdadero motivo: hasta que no menguara un poco la intensidad de la luz diurna no podrían abandonar su guarida. Bueno, cosas sin importancia, como podéis comprender. Guardar secretos es algo esencial entre las criaturas de la noche.
         Sí estaban, en cambio, dos compañeros del foro de OZ, Carlos- Phlegm (Leyenda.net) y Cristina, su mujer, que había participado la noche antes en el Cadáver exquisito de Jasso y que volveré a mencionar en los duelos de sangre celebrados esa misma tarde noche.
         A la hora de la comida regresó Rae, con malas noticias.
         -Nada, ni un gato tuerto, ni un efebo vistoso, ni una damisela llorosa a los que poder sacrificar.
         -¿Cómo? -se alarmó la Bruja del Este-, ¿tendremos que suspender entonces los ritos prescritos?
         -O habrá que improvisar -replicó la bruja del Norte-. Cojamos lo que pillemos aquí mismo. ¡No vamos a empezar a incurrir en irregularidades!, nosotras, que somos unas profesionales -dijo, muy seria, tratando de que el pánico no se trasluciera en su voz.
         -¡Mujer! -replicó la Bruja del Sur-, cuando te pones estricta...
         -Tiene razón -afirmó la del Este-, se empieza saltándose una el libro de preceptos y se acaba... se acaba en la barbarie.
         -Pero es que sacrificar por sacrificar... -intervine yo-. No vamos a tirar de cualquiera, si resulta una birria de víctima. Que luego pasa lo que pasa, las cosas se tuercen y el efecto es el menos esperado. ¿No podríamos, por una vez, conformarnos con transformar unos cuantos sapos?
         Después de pensarlo un momento, la Bruja del Este asintió y dijo:
         -Visto así... Lo dejamos para otro día y en paz.
         -Venga, vale -se avino la del Norte-. Hoy, que sacrifique otro.

Y con esto nos fuimos a comer. En la caverna donde el tiempo se detiene. Un menú que había encargado Jasso. Allí se nos sumaron los prófugos. Y allí coincidí nuevamente con Athman, que iba a ser compañero de mesa redonda justo después. Se supone que íbamos a aportar distintos puntos de vista, pero nos pusimos a hablar y vimos que estábamos prácticamente de acuerdo en todo. Adiós discusión programada. Para compensar, había otro compañero de mesa, José Antonio Campos, que se ofreció gentilmente a insultarnos y golpearnos si hacía falta darle emoción.
         Al mismo tiempo que a Antonio conocí a otro colega suyo de psiquiátrico, Alberto Plumed. Están internos en la Isla de los Condenados, pero se escapan de vez en cuando (en realidad cada vez que les da la gana) para acudir a cosas como esta. Aunque siempre vuelven, porque, como ellos mismos dicen, ¿dónde van a estar mejor? Como en casa, en ningún sitio. Son gente curtida, que ha visto de todo. En el manicomio ese lo mismo pasa guardia el doctor Infierno que la enfermera aquella de Misery. Y así, claro, se las saben todas.
         -El personal sanitario -nos explicaba Alberto- es allí de lo más entregado. De los de trepanación diaria y electroshock los domingos y fiestas de guardar.
         Me enteré en ese mismo momento de que son también amigos de juerga y tertulia de Cárdenas (Tercera Fundación. Jurado en el último Visiones), un amigo común; del mismo gremio pero él con pernocta.

Pero sigamos con "los hechos", que me desvío. Antes de nada tendré que reparar dos olvidos. Uno, he de citar entre las lecturas del viernes la de Ana Arranz, que se arrancó con un relato histórico. Y dos, la que hizo Viejo Bastardo la propia mañana del sábado, con una interpretación de lo más personal de los cuentos clásicos.
         Y en algún momento (vaya usted a saber en cuál) Roberto Malo se marcó varios monólogos, gesticulados con musho arte, y Fermín Moreno compartió con nosotros sus pesadillas, digo, creaciones, con tintes gore y finales sorprendentes.
         También he de mencionar ahora las numerosas incorporaciones que se fueron produciendo a lo largo del día, intrépidos y sacrificados viajeros que surcaron la Península para estar aunque fuera 24 h. o menos en el Cónclave del Terror. Gema del Prado Marugán y Miguel Martín Cruz. Misne y Entropía (Aitor Solar, quien se llevaría un premio Nosferatu). Mi amigo Magnus, a quien saludé con gran alegría. Luego, aprovechando la larga cena, nos pondríamos al día cotorreando sin parar. Pero, bueno, eso es otra historia, que aún estamos de sobremesa.





Tras la comida: "Mesa redonda sobre tópicos del terror". Athman, Antonio-Toluuu (todos escribimos mal su nombre), Tamparillas (a quien realmente conocí entonces. Un 10 de majismo) y yo. El público se anima y participa algo. No hubo sangre, una pena. Luego más cortos. Poesía audiovisual. Más poesía. (Como veis, las actividades culturales las paso por encima, que ya hay gente que se dedica a estas cosas y ha hecho las oportunas crónicas con más precisión y fidelidad de lo que yo lograría nunca). Cervezas. Más salutaciones. Rubén Serrano y esposa. Bea Magaña y Ana Vivancos… Y competencia feroz que me surge con el tema del disfraz. Rae, la Bruja del Sur, que había desaparecido discretamente, vuelve transformada en una lujuriosa bruja de llamativo corsé y escote de vértigo. Y la Bruja del Este se nos convierte en una pitonisa muy lograda, con sus rasos y sus monedas doradas. (Por no hablar de una desconocida, con enormes dotes literarias, que probaría más tarde, que acudió vestida de muñeco diabólico con su ventrílocuo y todo. Ana, la Bruja del Norte, no quiso disfrazarse. Dijo que con el frío que hacía allí necesitaba toda la ropa muggle que pudiera conseguir. Que a ella le esperaban unos inviernos muy malos y no era cosa de enfermarse. Y le dijimos que sí, que tenía razón. La devoción tiene un límite.
         Momento estelar: Duelos de sangre. Los concursantes, totalmente voluntarios, se subieron al escenario tras firmar un impreso que eximía a la organización de responsabilidades sobre cualquier lesión, física y/o mental, que pudiera producirse en los rivales durante los combates. Un puñado de kamikazes, con claro predominio de mujeres, desenfundaron sus micros y esperaron los emparejamientos que habría de disponer el azar.
         La tensión podía mascarse. Se sucedían las lecturas y, tras cada una de ellas, la gente del público dictaminábamos quién debía ser arrojado a los cocodrilos que tiene el Utopía en la cisterna del sótano. Allí no había piedad. El presentador, Juan Ángel Laguna, insistía una y otra vez: "Solo puede quedar uno", que al poco se convirtió en "Solo puede quedar una", ya que los chicos de Weird Planet, aunque habían resistido como valientes, se hallaban ya a esas alturas en las mismas entrañas de los reptiles.
         Cristina, empleando sus más que notorias dotes de actriz-escritora, resistió casi hasta el final. Igual que Ana Vivancos, un hada de gesto dulce y afilada pluma (Muy. Afilada). Y la encarnación del Muñeco Diabólico, llenando la sala de escalofríos.
         Pero el destino estaba echado.
         Ante la turba exhausta de emoción del Utopía solamente quedaron las dos últimas contendientes, en pie sobre la arena, rodeadas de cadáveres y sobrevoladas por los buitres. En un lado Alicia Sánchez, en su papel de dominatrix de mirada perturbadora, con el bolígrafo sangriento en una mano y el papel en la otra, dispuesta a todo. Y al otro Clara Laguna, que eligió en cambio el rol de parezco dulce pero te vas a enterar, enarbolando con elegancia las mismas armas que su oponente.
         Se miraron desafiantes y reclamaron el próximo tema, aquel que había de darle a una de ellas la victoria.
         Ganó Alicia. Pero en vez de lo que habría hecho un Aquiles cualquiera después de vencer a Héctor en la guerra de Troya, se felicitaron la una a la otra con una actitud decepcionantemente deportiva XDD
         Ainsss, los duelos ya no son como los de antes.

La cena. No estoy segura de si sucedió realmente o fue solo un sueño (una pesadilla, quiero decir). Sufrimos juntos, en solidaria hermandad, Rae, Ana, Magnus y yo, y al otro lado Tampa, Marimar, Jasso y Mariluz. A mí me trajeron mi hamburguesa dos horas y pico después de haberla pedido. Al resto, poco antes. Sin comida, la conversación empezó intensa pero languideció sin remedio. Al final apenas podíamos mover las mandíbulas por falta de alimento. Pero aguantamos estoicamente el tiempo que hizo falta. Eso demostró sin lugar a dudas que, mucho terror, mucho terror, pero somos más tiernos que el día de la madre. Si es que... ¡era tan majo el del bar! Es la verdad. Y total, si uno va a estas cosas a charlar, nos dijimos. Al menos el tamaño de las raciones compensaría la espera.


Y ahora, por último, una fotografía para el archivo histórico del Penumbra.


Los editores, pasados y presentes, de Saco de Huesos.
De izquierda a derecha:
Míchel Laguna, David Jasso, Juan Ángel Laguna Edroso,
Pedro Escudero y Mik Puente.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Zaragoza en Penumbra - Viernes

Aventuras y desventuras de una bruja sin escoba.



Nunca antes había estado en Zaragoza, más que de paso. Y había de verla por primera vez en plena Penumbra, en un Cónclave de Terror convocado por la Editorial Saco de Huesos, y su asociada la Editorial Tusitala. Apenas he llegado a recorrer, eso sí, La Aljafería y el dédalo de calles cercanas a la Universidad, donde al parecer se sitúan los pubs y garitos heavys históricos de Zaragoza.
         Yo nunca he sido metalera, pese a tener desde la infancia un par de amigos que trataban de llevarme al lado oscuro y reclutarme para su "secta". Pero debo decir que el Utopía, el antro de perdición donde se han desarrollado estas jornadas, propiedad de dos tipos de lo más majetes, ha resultado un lugar sobrado de encanto, con buen ambiente y capacidad suficiente para albergar al puñado de escritores y lectores que nos hemos dado cita allí, durante tres días (23, 24 y 25 de octubre) de lo más intensos.
         Intensos y pletóricos. Porque ha habido mucho de todo. Mucha gente, muchas actividades, mucha charla... Pero sobre todo un buen rollo que ha superado incluso mis expectativas (y yo soy muy optimista). Y eso que mi llegada fue... ejem, ejem, un poco azarosa. En mi trayecto del hostal que tenía reservado al Utopía... Me perdí vestida de bruja.
         Naturalmente, eso no hubiera pasado de haber podido disponer de mi escoba, pero, cosas de los vuelos de magia que emprende de vez en cuando por su cuenta, se halla extraviada por los cielos de Honolulu y no se la espera de vuelta hasta dentro de dos lunas por lo menos.
         Ya al salir del hostal con el uniforme de trabajo puesto había visto que la gente me miraba raro, pero eso de estar parada sus buenos diez minutos en una plaza céntrica con el sombrero, el vestido de pingos y las medias de rayas da para un ejercicio de asertividad, puedo asegurarlo.
         Menos mal que me fueron a rescatar dos caballeros andantes salidos de la oscuridad, Sir Polite y Sir Jasso, y me recondujeron al redil sin más percances. Cuando llegué, vi las puertas del infierno bien guardadas por un demonio de larga cabellera y gesto cordial, que nos franqueó el paso después de haber pronunciado correctamente la contraseña debida. Cordial, sí, pero empuñando firmemente un hacha de plata, con la que, sin temblarle un ápice el pulso, tiene costumbre de decapitar a quien vacile más de la cuenta a la hora de citar las palabras mágicas.



Dentro ya del oscuro recinto, hube de acostumbrar mis ojos a la oscuridad. A los pocos segundos acudió a mi encuentro uno de los escritores malditos que habían sido convocados al Cónclave, Nacho Becerril. Y nos pusimos a charlar. Como es, igual que yo, parco en palabras, los minutos pasaron sin sentirlos. Un poco después reconocí al fondo la voz de una de mis camaradas de Akelarre, Ángeles Pavía, ocupada en explicar a los acólitos la lección de mitología que tocaba ese día, al otro lado de las columnas que sostenían el techo de la caverna. Al mirar en su dirección advertí, justo delante, al
Amo del Calabozo que había inspirado todo este lío: Juan Ángel Laguna Edroso. Se acercó a intercambiar parabienes y maldiciones, como tenemos por costumbre, y me puso al corriente de la marcha de los planes sangrientos que se habían trazado para la jornada.
         Nuevos saludos, esta vez el Caballero Sanbes y Dama Cristina, llegados desde su castillo de Barcelona horas antes. Observé (era la primera vez que nos veíamos al descubierto, cara a cara) que ambos tenían los caninos más desarrollados de lo normal, y saqué mis conclusiones. Estoy segura, no obstante, de que cuando tengan que chupar sangre, sea a quien sea, se conducirán con la máxima amabilidad que permitan las circunstancias. ¡Que son gente civilizada!
         Con tanta charla y tanto saludo, tuvimos que empezar ya a beber, para poder articular correctamente (no por vicio, ¿eh?), que se nos secaba la boca y eso. Con precisión de relojero, el Amo del Calabozo iba anunciando cada cambio de actividad, tratando de multiplicar las horas para que cupiera todo lo que su optimismo había sido capaz de imaginar. Obviamente, lo conseguía malamente, y hemos ido más o menos con horario de las Islas Canarias. Mientras, Pedro Moscatel, el otro motor de las jornadas, se convertía ahora, desde su anterior naturaleza de demonio, en deidad hindú, y sacaba brazos extras quien sabe de dónde, para atender al ordenador, su cerveza, los panfletos a repartir y los rescates que iban surgiendo (sí, sí, que yo no fui la única de las hermanas que se perdió. Seguro que andaban los trasgos de parranda esa noche, y ya sabéis cómo son de aficionados a cambiar direcciones y enredar con los nombres de las calles).

Llegó la hora de reunirme con el resto del coven. En la profundidad del Utopía, junto al altar de los sacrificios que llaman escenario, esperaban Raelana Dsagan (la bruja del Sur) y Ángeles Pavía (la del Este). Antes de que llegara la bruja del Norte, Ana Morán, aún tenían que cumplirse algunos rituales.

1. Lectura de Pedro Moscatel. Aplausos del público.
2. Lectura propia. Ufff... Nunca había leído tanto tiempo seguido. Menos mal que tenía una banqueta al lado donde recostarme de vez en cuando. Y que mi Sombrero brujeril me daba aliento para no desfallecer. Para algo una es una bruja entregada a una misión.
3. Proyección de cortometrajes.
4. Lectura, aplaudida también, de José Mª Tamparillas.

Bien, ahora sí, ya había llegado Ana, la bruja del Norte, rodeada de brumas y rumor de hojas secas.
         -¿Has traído el caldero? -le pregunté nada más verla.
         -¿Para qué? -contestó ella-, si Jane no puede venir.
         Jane, Ángeles Mora, es la bruja del Suroeste, la que se encarga siempre de los ojos de tritón y la mandrágora, que cultiva como nadie. Claro, sin esos ingredientes, no iba a haber forma de conseguir una pócima ni medio decente.
         -Tendremos entonces que suspender la poción -dije yo-. Pero, ¿qué ha pasado, por qué ha cancelado el viaje?
         -Ha tenido que quedarse a sofocar una revuelta de duendes domésticos -respondió Raelana, que parecía recibir con más claridad que ninguna la señal telepática de Jane-. Amenazaban con quemar toda la cosecha de setas, y ya os podéis imaginar cómo andaríamos el resto del año sin hongos de la risa.
         -No pasa nada -afirmó la otra Ángeles (nombre ficticio, como habréis podido adivinar, de tapadera. ¿Acaso una bruja podría llamarse así?-. Pasaremos al Plan B.



Mis camaradas de Akelarre, junto con una bruja de intercambio.

No nos quedó más remedio que hacer como decía e ir a repostar, encomendándonos a las virtudes que pudiera tener la Ámbar que vendían en el lugar. Así que el siguiente rato se pierde en una nebulosa incierta de la que solo sobresalen destellos de voces y ruido de cristal. Y rostros conocidos y desconocidos, que fui asignando al nombre correspondiente en una variante del "cada oveja con su pareja". 
Athman M. Charles, a quien tenía muchas ganas de conocer en persona. Una compañera de un proyecto ucrónico que es zaragozana, Ana Arranz, y que también leyó un relato suyo. Más zaragozanos de pro como José María Tamparillas, Fernando Lafuente, Roberto Malo y David Jasso.  Y compañeros venidos de Madrid: Mik Puente, Karo y José Manuel Cárdenas. Creo (ya no estoy segura de nada) que entonces nos vamos a cenar. Lo de las cenas y comidas tiene su propia novela, pero solo diré una cosa: allí sabías cuándo pedías, pero no cuándo tendrías tú comida ni, mucho menos, cuando lograrías emerger de nuevo a la superficie.
         No sé en qué momento exacto (la nebulosa, ya sabéis), me encontré con mi viejo compinche de travesías marítimas, de cuando surcábamos los mares a bordo del "Destino": Viejo Bastardo, o más vulgarmente, Gerard P. Cortés. Iba acompañado de Dama Vanessa, su musa y leal guardaespaldas, siempre presta a pasar por la katana a cualquier enemigo que la mala cabeza de su socio ponga en su camino. Alegrón inmenso. No nos veíamos desde el último abordaje.

Tras la cena (en ese lugar del que solo vuelven los valientes), ronda de monólogos de terror. Tamparillas. ¿Luego Jasso? No estoy segura, pero puesto que Jasso tiene una gran presencia y queda bien en cualquier lado, lo meteré cada vez que dude de quién hizo qué. Roberto Malo, de él sí estoy segura. Y nada menos que el Capitán Patapalo, o Juan Ángel Laguna, que dijo estar relajado por primera vez desde que había arrancado el evento.
         Hubo por fin otra actividad muy chula: "el reto de esconder el cadáver exquisito desequilibrado", que se tarda más en nombrar que en jugar. Unos cuantos valientes se lanzaron a improvisar un relato donde tenían que incluir frases específicas que el público trataba de adivinar.
         Después de esto nos fuimos "recogiendo" poco a poco, hasta desaparecer por completo. Yo llevaba a buen recaudo mi botín: la camiseta que inmortalizaría las jornadas (diseño de Pedro Moscatel).
         Mi tessssoro. Mwajajajaja.