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martes, 31 de agosto de 2021

Marchando una de teatro


Hoy vengo a hablaros de la última obra de teatro que he visto, concretamente este domingo pasado. Se trata de PERDIDOS, una comedia que está ahora en cartel en el TEATRO LUCHANA de Madrid.

SINOPSIS

Dos hombres, Juan y Luís, empleados de una empresa de recambios y reparaciones de calderas, se encuentran cada mediodía para comer. Una noche organizan una cena con sus respectivas compañeras. A partir de entonces, la relación entre ambos cambiará. Una propuesta de lo más inocente (o no) de Juan provocará un incendio cuyas imprevisibles consecuencias hará peligrar la apacible vida de hombres de familia de la que disfrutan.

No voy al teatro tanto como me gustaría, pero cada vez que lo hago salgo sintiéndome muy satisfecha. Incluso cuando la obra que he visto no me acaba de parecer redonda del todo el lenguaje escénico del teatro me sirve de compensación y lo convierte en toda una experiencia.

         En el caso que nos ocupa, es que encima la obra me encantó. El texto es fantástico, ágil, directo, divertido, pero con mucho fondo.


Carlos Chamarro, Ignasi Vidal, Agustín Jiménez

Esto que dice Ignasi Vidal, su director: «...la sencillez de Perdidos contrasta con la gran carga de profundidad que exhibe el texto, sin pretender, por ello, nada más que hacer lo que toda buena comedia debe hacer: divertir y hacer reflexionar…», ilustra muy bien lo que quiero decir.

         Los dos actores, Agustín Jiménez (Madrid, 1970) y Carlos Chamarro (Barcelona, 1973), realmente lo bordan. Tanto en su manejo de la palabra como en cuanto a repertorio gestual. Empiezan pareciendo los típicos obreros, compañeros de trabajo, que comen a diario en uno de esos bares donde los camareros te conocen y saben qué ponerte casi en cuanto entras por la puerta. Casi el estereotipo que todos tenemos en la cabeza, pero dignificado (o «personalizado») con rasgos propios, aficiones, inquietudes culturales, experiencias vitales... Según van hablando, mientras miran la tele, el móvil, ojean el periódico... van «entrando en harina», haciéndose confidencias de esas que a los hombres les cuestan y que por eso revelan como al desgaire, como hablando de cualquier cosa. ¿Tópico? No creáis. En lo externo, todos nos comportamos según estereotipos la mayoría del tiempo. Solo cuando bajamos la guardia, si estamos en confianza... Entonces van saliendo nuestras peculiaridades y nos mostramos como realmente somos.



Y así van saliendo, en medio de situaciones cómicas y diálogos rápidos, a veces muy divertidos, temas tales como la relación de pareja y su desgaste, los hijos, las ilusiones perdidas o cuando cumplir años parece obligarte a vivir al ralentí, aplastado por la rutina y las convenciones sociales.

         Si podéis, tenéis que verla. Propuestas como esta merecen ser apoyadas. Que nos hagan reír y pensar a la vez no tiene precio.

viernes, 27 de agosto de 2021

Andaluces de Jaén


 Federación andaluza de fotografía

https://www.federacionandaluzafotografia.com/junio-2020/aceituneros

Por cosas de la vida (de la vida de escritora, que me zarandea muy habitualmente de aquí para allá), me veo inmersa estos días en un mundo de olivares y de almazaras, de rastreo histórico de los pueblos que han pasado por esa parte de Andalucía, anteayer parte de Al-Andalus, dejando en la tierra sangre, sudor y lágrimas, y también campos labrados, árboles frutales, acequias y sueños de un mañana mejor. Todos tenemos sueños de un mañana mejor, son precisamente los que nos impulsan a trabajar por cosas que requieren fe y una larga espera, pues no dan fruto sino pasado mucho tiempo. Como los olivos, u olivas, en tierras de Jaén.

         Estos árboles son metáfora de una forma de entender la vida que implica ser capaz de demorar la recompensa, una capacidad que se desarrolla en la psique humana si la maduración psicológica va siendo la correcta; en contraposición con el modelo actual de inmediatez y visión a corto plazo que parece ir contaminando todo a nuestro alrededor.

         Sembrar (o plantar) un olivo es un acto de fe, son árboles de lento crecimiento que tardan sus buenos cinco o seis años en dar su primera cosecha, y eso si las condiciones son óptimas. Son, sin embargo, árboles muy longevos (pueden llegar a vivir hasta 2.000 años), testigos de excepción del devenir de varias vidas humanas. Esa característica, recién descubierta en mis últimas investigaciones, me ha hecho contemplarlos de pronto como una especie de legado de los tiempos antiguos y, a la vez, como un monumento vivo que dejar a la posteridad.

         Me sorprendió esto último como una revelación, ya que, normalmente, cuando uno piensa en lo que es un monumento, «cualquier construcción o escultura hecha para perdurar que conmemora algo o a alguien», siempre nos vienen a la mente todo tipo de cosas inanimadas, de piedra o metal, que supuestamente son más duraderas, y también más grandiosas e impactantes. Pero hay árboles más viejos que muchas de las creaciones humanas. O jardines que nos impresionan tanto o más que el palacio al que acompañan. O bosques milenarios que estaban ahí mucho antes de que los humanos nos hiciéramos hueco y empezáramos a sembrarlo todo de casas, pastos y campos de labranza. Así que, ¿por qué no un viejo y gigantesco árbol, o un olivar completo, como prueba de nuestra existencia y recuerdo que se deja a nuestros descendientes.

         Esa ha sido precisamente la chispa de arranque para mi próximo relato (que exuda aceite), convertir el olivo (o la oliva) en el nexo entre épocas, en la memoria viva entre distintas generaciones que poblaron una misma tierra y fueron dejando en ella los ecos de sus culturas y caracteres. Inventándole una respuesta a esa pregunta del insigne poeta Miguel Hernández: «Decidme en el alma, ¿quién, quién levantó los olivos?».

         Y es que es pensar en aceituneros y venirme a la mente el poema, concretamente en las voces de Jarcha (1), una de las musicalizaciones que mejor se adapta para mí, o mejor recoge, la hondura y el significado de los versos del alicantino, que visitó Jaén (y escribió sobre ello) en 1937.



Aceituneros

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que solo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

Miguel Hernández. Jaén, marzo-junio de 1937.  

Según buscaba el enlace a la canción he recordado, cómo no, la versión de Paco Ibáñez (2), igualmente conmovedora: 


Para acabar enterándome de otra cosa. Resulta que desde el año 2012 este poema es el himno oficial de la provincia de Jaén, con permiso de la familia del poeta. Pero en vez de utilizar alguna de estas excelentes versiones (llegando a algún acuerdo con los autores), la diputación de Jaén encargó la música al compositor Santiago José Báez. Aquí una de las interpretaciones:



Sin tratar de desmerecer de ningún modo la composición de Santiago José Báez, me parece una elección desacertada, por esto que he puesto como comentario en youtube:

Me parece un acierto que el poema de Miguel Hernández se convirtiera en himno de Jaén. Pero habiendo versiones cantadas tan buenas y sentidas como la de Jarcha o la de Paco Ibáñez, fijadas desde años atrás en el imaginario popular, no entiendo cómo se opta por esta otra versión, mucho más lenta y solemne, alejada de lo popular, de los cantos del pueblo, más espontáneos y sencillos. Que al final lo que importa es el mensaje, ¿no?, la fantástica letra del poeta Miguel Hernández, tan honda, tan representativa de la tierra y de su gente. De verdad que me parece una lástima este empeño constante de los poderes dominantes de separar las cosas de su raíz, de adueñarse de ellas y alejarlas de la gente de a pie.

¿Qué opináis vosotros?


(1) Jarcha es un grupo español creado en Huelva en 1972 por Ángel Corpa, Maribel Martín, Lola Bon, Antonio A. Ligero, Crisanto Martín, Gabriel Travé y Rafael Castizo; cuya línea musical se basa en tres pilares fundamentales: 
  • La búsqueda, rescate y divulgación de canciones tradicionales principalmente de Andalucía.
  • Creación de canciones propias, la mayoría de las veces con amplio contenido social.

(2) Paco Ibáñez es un músico y cantante nacido en Valencia en 1934 que ha pasado su vida entre Francia y España. Ha dedicado su trayectoria artística casi enteramente a musicalizar poemas de autores españoles e hispanoamericanos, tanto clásicos como contemporáneos. Es también conocido por su activismo social y cultural.

jueves, 26 de agosto de 2021

VUELTA AL CINE CON...

Hacía mucho tiempo que no iba al cine. Desde el inicio de la pandemia creo que esta es la tercera vez. Elegimos para el reencuentro esta comedia finesa, vista en VOS en el cine Gólem. Pego ficha de FilmAffinity:

Título original
Teräsleidit aka 
Año
Duración
92 min.
País
Finlandia Finlandia
Dirección
Guion
Aleksi Bardy, Pamela Tola
Música
Panu Aaltio
Fotografía
Pauli Kairismaa, Päivi Kettunen
Reparto
Productora
Helsinki Filmi Oy
Género
ComediaDrama | Vejez/Madurez
Sinopsis
Inkeri tiene 75 años y está planeando enterrar a su marido, al que acaba de matar de un sartenazo, en el jardín de su casa. Cuando se da cuenta de que va a pasar el resto de su vida en la cárcel, se lanza a un enloquecido último viaje con sus hermanas Sylvi y Raili. (FILMAFFINITY)

Es una peli entretenida y peculiar (desde luego, parece que los nórdicos tienen otra forma de contar las historias y otro ritmo para hacerlo) de esas que luego te dejan pensando. Aparentemente es algo simple, ya veis que la historia se resume en una breve sinopsis; son sus matices los que permiten una lectura más profunda. 

Como comedia no es en absoluto desternillante. Tiene pocos momentos para soltar la carcajada (bueno, uno de los personajes parecía Joaquín Reyes en Muchachada Nui y eso me hizo mucha gracia); más bien un tono simpático que hace digeribles los conflictos de fondo. 


Las tres hermanas se salen (aunque yo me quedo con la arpía, que me encantó), cada una reflejando una personalidad, unas vivencias y unas circunstancias personales distintas, siendo la relación entre ellas lo que va desvelando el fondo de la historia familiar y sus historias personales. 


Como fondo su «aventura», un viaje en realidad poco justificado (en mi opinión, la excusa que ofrece el guion es algo endeble) que les lleva a afrontar cosas del pasado. 


Lo que aporta la peli de distinto, para empezar, son sus protagonistas: tres mujeres mayores que «hacen cosas». Que una película se sustente en personajes así es muy, muy poco habitual.
         En segundo lugar, nos hace reflexionar sobre cómo es la vida y cómo puede ser cuando te acercas al fin de la misma. Especialmente cuando eres una mujer y has vivido según las expectativas de la sociedad y de tus seres queridos.

Ahora que empezamos a hacernos conscientes del problema del «edadismo» (buen artículo AQUÍ al respecto); ahora que ha salido a la palestra y tenemos que considerar los prejuicios que define, vienen bien películas como esta, que nos lo pone delante en un tono desenfadado y paródico que facilita su abordaje.
         Concretamente este aspecto del edadismo: «...[según su edad]) asignamos previamente que algo es adecuado o no para una persona, pensamos en ella con base a su edad y a partir de ahí nos relacionamos con ella» es lo que se refleja en la situación que viven estas mujeres. De hecho, gran parte de la comicidad del film se deriva de verlas haciendo cosas que supuestamente no hacen las mujeres de esa edad de manera normal o habitual.
         No sé si los fineses han normalizado más que nosotros que, por ejemplo, las abuelas vayan de discoteca. Allí nadie se ríe de ellas ni las mira con especial extrañeza pero parecen escenas hechas aposta para ser graciosas, o sea que, tan habitual no será. Lo que sí es cierto es que contemplan el sexo como parte natural de la vida a cualquier edad (ya me sorprendió para bien en la trilogía Millenium, de Stieg Larsson, y eso que ahí solo planteaban relaciones sexuales entre gente en la cuarentena y cincuentena; pero claro, comparado con la literatura española o anglosajona, donde solo se tiene sexo hasta los treinta...), cosa que ya resulta revolucionaria. E igualmente parece normalizado que las mujeres mayores hayan podido tener una vida profesional intensa y estimulante. En eso van como una generación por delante. Ahora, que su entorno las haya estimulado, o incluso consentido, desarrollar profesión o inquietudes personales, intelectuales o espirituales, es otra historia. Y así, otro de los temas que plantea la película es precisamente ese, cómo al casarse y elegir una vida de familia la protagonista ha renunciado a sus sueños y a quién es en realidad, cómo se amoldó al patrón deseable culturalmente a costa de todo ello.
         Pero es ahí donde se produce la fractura: el hecho dramático de matar a su marido y el viaje consiguiente, que la lleva a revisitar con sus hermanas hechos y lugares de su pasado, supone un reencuentro consigo misma y lleva a la conclusión de que siempre estamos a tiempo, tengamos la edad que tengamos, de cambiar el rumbo, de abrazar otras circunstancias, de vivir de acuerdo con nuestros deseos y patrones en vez de con los que otros nos han elegido.
         Ese es, a mi modo de ver, el principal mensaje de la peli, que la criatura que llevamos dentro es la que debería dictar nuestra vida, ese ser que no tiene edad, o tiene la que le da la gana, y nos dice, a poco que lo escuchemos, cuál es nuestro camino.