Y así cumplimos una nueva etapa.
Nada menos. Para mí todo un logro, que os agradezco a todos los que, de manera asidua o más esporádicamente, os pasáis por aquí para leer mis descubrimientos y reflexiones.
¡A por otras 100.000!
el blog de L.G. Morgan
Y así cumplimos una nueva etapa.
Nada menos. Para mí todo un logro, que os agradezco a todos los que, de manera asidua o más esporádicamente, os pasáis por aquí para leer mis descubrimientos y reflexiones.
¡A por otras 100.000!
Nicholas Eames
SINOPSIS en la página de la editorial: TRINI VERGARA EDICIONES (Por cierto, una editorial que no conocía y que, por lo que veo, es bastante reciente: ha nacido en 2021).
Pues otra lectura ACTUAL que encadeno. Casualidad, ¿eh?, que no es que vaya a pasarme en exclusiva a la sección de «Novedades». Súper diferente al anterior pero igual de satisfactorio.
Es fantasía gamberra, no encuentro una etiqueta mejor para definirla, con todos los ingredientes del género pero pasados por un filtro de humor muy bien calibrado y de lo más irreverente que no hace perder en ningún momento la emoción ni el enganche. La trama, reducida a su esqueleto básico (como podéis ver en la sinopsis), es bastante básica. Pero está ambientada y contada de una forma que lo hace totalmente nuevo. La motivación de estos héroes, hombres hechos y derechos con su punto cómico y premeditado de machirulismo, es nada más y nada menos que rescatar y salvar de una muerte segura a la hija de uno de ellos. Los afectos mandan, entre ellos y como objetivo vital. Y eso hace un contraste muy efectivo con la historia (típica) de reinos enfrentados, monstruos sanguinarios, batallitas y demás, haciéndola de todo menos típica.
Lectura muy recomendable que te va a enganchar seguro. Muy refrescante y, por lo tanto, óptima para el veranito, que nos castiga ya desde el mes de junio. Que os aproveche.
***Autor: Nicholas Eames (Wingham, Ontario) es un escritor canadiense de literatura fantástica. Antes de dedicarse plenamente a la escritura estudió teatro en la universidad. En 2017 publicó Reyes de la tierra salvaje, una novela de alta fantasía que fue galardonada como la mejor novela debut en los Fantasy Stabby de 2017 y como la mejor novela de fantasía en los premios David Gemmel de 2018. En 2018 publicó su continuación: Rosa la Sanguinaria, que verá la luz en España seguramente el año que viene.
Andaba yo una vez más sumergida en mi novela y he necesitado un nombre gallego para un personaje mujer. Como de costumbre, Internet de mis amores estaba presto a proporcionarme la solución. Entre los nombres gallegos tradicionales de mujer me han llamado varios la atención y al final me he decidido por este: Antía, que iba bien avalado por la siguiente consideración: «Según recoge Dúbidas do galego, basándose en la investigación de Ana Boullón, su popularidad en Galicia suele atribuirse al Padre Seixas, que lo incluyó en su 400 nomes galegos posiblemente por admiración a Antía Cal, a quien el nombre le había llegado por la tradición cubana.
Paso lógico siguiente: ¿Quién era Antía Cal Vázquez? Respondiendo a esa pregunta he llegado a esta fascinante mujer, nacida en Cuba en 1923, de padres gallegos, que llegaría a ser una educadora de renombre en España, llamada a renovar totalmente el sistema educativo ramplón y corto de vista que imperaba en la mayor parte de nuestro país.
Concretamente, en 1961, y con la ayuda económica de sus padres y su esposo, aplicaría todas sus ideas, fruto de muchos años de formación y contacto con otros pedagogos, tanto dentro como fuera de España, en un colegio que abrió en la calle Pizarro (en Vigo): la Escuela Rosalía de Castro, con una educación totalmente bilingüe: las clases se daban en español e inglés —no era usual la enseñanza en idioma gallego ni era promovida desde la dictadura franquista—.
Influenciada por el modelo de la Institución Libre de Enseñanza, fue la primera escuela laica (sin enseñanza religiosa católica obligatoria) en Galicia. Las aulas tenían los nombres de personalidades de la cultura que representaban toda una bandera social y política. Y Antía defendía que los estudiantes debían ser enseñados a pensar, no a memorizar conocimientos que, en muchos de los casos, ni siquiera entendían.
En Galicia, el «Rosalía» fue un foco de irradiación progresista de las nuevas tendencias pedagógicas, incorporando la enseñanza temprana desde los tres años, y el estudio del idioma gallego, que sería incorporado algo más tarde. Sin embargo, como ella misma explica:
«La presencia del gallego no era posible oficialmente, pero lo hablábamos con normalidad fuera de las clases entre nosotros. Y en eso, como en el inglés, fue decisiva para mí la opinión de mi marido, Antón Beiras, que lo hablaba habitualmente».
(Faro de Vigo) «Beiras, galleguista apasionado, pensaba que este idioma no podía ser un lenguaje relegado a las clases menos favorecidas sino que debería formar parte del ámbito cotidiano y educativo, aunque en ese tiempo eso sonara a herejía. Pero, como explica Antía, la suya era una apuesta nada impositiva, una especie de normalización consecuente que sacara al idioma de su encasillamiento litúrgico en actos culturales. Era un adelantamiento de ese bilingüismo armónico que ahora se predica».
Para más información sobre Antía, os remito a la wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%ADa_Cal
Y también a este estupendo artículo aparecido en El País: ANTÍA CAL. Y PUNTO: https://elpais.com/ccaa/2012/05/25/galicia/1337967289_967602.html
Pero lo que ya me ha dejado totalmente loca ha sido que, en uno de los medios en los que buscaba información, me topo con este titular ¡PUBLICADO PRECISAMENTE HOY!:
Bridget Collins
Si dijera simplemente que me ha gustado se quedaría corto, o, más bien, resultaría insípido teniendo en cuenta el tipo de libro que es: peculiar, diferente tanto en prosa como en fondo, con una atmósfera oscura, triste y poética muy bien definida, con densidad propia, muy característica, aunque sin nada estridente que emerja indeseablemente del conjunto.
Es una lectura inmersiva —lenta en opinión de alguno, con el ritmo perfecto para mí—; que logra transmitir, con singular intensidad, y que va desenrollando la madeja de su trama sin prisa pero sin pausa. No es lo que se dice de «acción», pues las cosas que pasan suceden con naturalidad, sin excesiva sorpresa (de hecho, alguna de las principales revelaciones me la había imaginado desde mitad del libro). Pero es que de verdad no la necesita, su fuerza reside en que te crees a los personajes, te crees lo que hacen o dejan de hacer, y lo vives con ellos casi como si tú mismo estuvieras en Montverre y vieras todo con tus propios ojos.
Os copio aquí la sinopsis, procedente de la página Infoliteraria:
Si tu vida estuviera erigida sobre una mentira, ¿lo arriesgarías todo para desvelar la verdad?
En Montverre, una antigua academia de élite oculta en las montañas, entrenan a los mejores y más brillantes miembros de la sociedad para alcanzar la excelencia en el «grand jeu», una competición arcana y misteriosa que combina música, arte, matemáticas, poesía y filosofía. Léo Martin destacaba en Montverre, pero perdió la pasión por las actividades académicas después de una violenta tragedia. Recurrió a la política y se convirtió en una estrella emergente en el partido gobernante, hasta que una acción de buena conciencia le costó la carrera. Ahora está de vuelta en Montverre, exiliado, con un destino incierto.
No obstante, este mundo elitista de aprendizaje que Léo disfrutaba en el pasado no es el lugar que él recuerda. Anteriormente un bastión exclusivo de hombres, el puesto más prestigioso de Montverre lo ocupa ahora una mujer: Claire Dryden, también conocida como la magistrada Ludi, la líder del gran juego. Léo siente una extraña atracción por la magistrada, una conexión misteriosa, extrañamente familiar, a pesar de que está seguro de que no se conocen.
Cuando se aproxima el legendario juego de verano, el punto álgido del curso académico, salen a relucir secretos enterrados desde hace mucho tiempo…
Leo por ahí que presenta demasiadas incógnitas desde el principio, en especial sobre la naturaleza del Grand Jeu, y es cierto. Sin embargo, desde mi punto de vista eso poco importa. De hecho, eso de que sea algo misterioso, tan solo esbozado, lo hace más arcano y esotérico, como el culto que los personajes dicen que es. Sirve en cualquier caso como muestra de un ejercicio intelectual y totalmente abstracto que es disfrute de la mente. El saber, el conocimiento, el pensamiento en estado puro que se manifiesta con movimientos rituales que afectan y transforman de alguna manera a las personas.
En resumen, una novela que te enriquece, que te aporta y que demuestra una vez más que la lectura, comparada con los diferentes productos audiovisuales, y mira que yo disfruto series y películas como la que más, tiene un calado superior, y alcanza dentro de nosotros ecos mucho más duraderos.
Érase una vez, exactamente en junio de 1910, que una mujer llamada Helen Todd(*) pronunció un discurso llamado a convertirse en semilla de toda una demanda, acuñando una frase que se haría histórica y quedaría para siempre ligada a la lucha de la clase trabajadora, y, muy especialmente, a la de las mujeres trabajadoras.
Todo empezó cuando un grupo de mujeres del Chicago Women`s Club inició una campaña automovilística en todo el estado de Illinois para exigir el derecho de las mujeres al voto, en la creencia de que el voto era el camino para lograr derechos fundamentales que sistemáticamente les eran negados. Las mujeres que formaron esta primera campaña automovilística fueron Catherine McCulloch, abogada y jueza de paz; Anna Blount , médica y cirujana; Kate Hughes, una ministra; Helen Todd, inspectora estatal de fábricas; y Jennie Johnson, cantante, que tenía la misión de abrir cada acto con una serie de canciones de sufragio que pretendían concentrar y calmar a la audiencia para los discursos posteriores.
A cada una de las ponentes se le asignó un tema en el que era experta. Helen Todd, como inspectora de fábrica, representó a las mujeres trabajadoras y discutió la necesidad de crear leyes sobre salarios, condiciones de trabajo y horarios.
Es en este discurso de Helen sobre la condición de las mujeres trabajadoras donde surge por primera vez la frase: Pan para todos, y rosas también, ampliada así:
«No de una vez; pero la mujer es el elemento maternal en el mundo y su voto se destinará a ayudar a avanzar el tiempo en que el Pan de vida, que es hogar, refugio y seguridad, y las Rosas de la vida, la música, la educación, la naturaleza y los libros, serán la herencia de cada niño que nace en el país, en cuyo gobierno tiene voz». (Helen Todd, 1910).
La fuente de inspiración de Helen Todd para su frase pan y rosas es desconocida. Sin embargo, hay una cita del médico y filósofo romano Galeno de Pérgamo que se asemeja mucho al sentimiento y la redacción de la frase. Según el escritor del siglo XV Shems-ed-Deen Moḥammad en-Nowwájee, Galeno habría dicho: «El que tiene dos tortas de pan, que disponga de una de ellas para unas flores de narciso; porque el pan es el alimento del cuerpo, y el narciso es el alimento del alma». Por otra parte, ese mismo sentimiento de que los pobres no sólo carecían de alimento para el cuerpo, sino también de flores para el alma, parece haber sido un tema común entre los reformadores de finales del siglo XIX y principios del XX.
Mientras vamos marchando, marchando a través del hermoso día,
un millón de cocinas oscuras y miles de grises hilanderías
son tocadas por un radiante sol que asoma repentinamente,
ya que el pueblo nos oye cantar: ¡Pan y rosas! ¡Pan y rosas!
Mientras vamos marchando, marchando, luchamos también por los hombres,
ya que ellos son hijos de mujeres, y los protegemos maternalmente otra vez.
Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte,
los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos.
¡Dennos pan, pero también dennos rosas!
Mientras vamos marchando, marchando, innumerables mujeres muertas
van gritando a través de nuestro canto su antiguo reclamo de pan.
Sus espíritus fatigados conocieron el pequeño arte, y el amor, y la belleza.
¡Sí, es por el pan que peleamos, pero también peleamos por rosas!
A medida que vamos marchando, marchando, traemos con nosotras días mejores.
El levantamiento de las mujeres significa el levantamiento de la humanidad.
Ya basta del agobio del trabajo y del holgazán: diez que trabajan para que uno repose.
¡Queremos compartir las glorias de la vida: pan y rosas, pan y rosas!
Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte.
Los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos.
¡Pan y rosas, pan y rosas!
James Oppenheim(**), 1911
Y aquí en una escena de la película PRIDE (altamente recomendable):