Hace unos años unas compañeras y yo tuvimos un programa de radio llamado La Vieja Sirena. Era una programa literario que poco a poco fue creciendo, hasta que nos atrevimos a abordar algunas piezas teatrales "representadas" en nuestro pequeño estudio.
Lo definíamos así:
«A bordo de La
Vieja Sirena podrás realizar misteriosas travesías literarias, asistir a
encuentros entre piratas, escuchar relatos que no pueden ser desvelados a la
luz del día, conocer historias que gentes de todo pelaje han dejado por escrito
para arrojarlas al mar al albur de una botella. Porque nuestro barco navega con
rumbo variable, el que le dictan las palabras de los cuentos... Si consiguen
ser pronunciadas con la cadencia oportuna».
Nuestro programa llegó a su fin al cabo de un año, pero el impulso que adquirimos no se detuvo ahí, sino que nos llevó a proponernos nuevos retos. Y así, montamos y representamos dos obras teatrales más con la fórmula, esta vez, de radioteatro en vivo.
La primera fue «Diez negritos», adaptación dramatizada que hizo la propia autora, Agatha Christie, de una de sus novelas. Yo la adapté a su vez al formato radio y a la peculiaridad que iba a suponer hacerla en directo, con público, de manera que no fuera una simple lectura, sino también, en cierto modo, una auténtica representación.
Por ejemplo, todas las acciones que en una obra de teatro están a la vista, cuando lees o haces radio no se perciben, con lo que tienen que ser sustituidas de alguna forma: con efectos sonoros, con la expresión de algunas acotaciones (que normalmente son solo para indicación de los actores y actrices), con elementos simbólicos...
En el caso de Diez negritos contábamos supuestamente con la propia autora, que quería hacer un ensayo general de la obra y por eso daba una serie de instrucciones de vez en cuando, además de representar uno de los papeles.
Pero no me voy a repetir. En su día (septiembre de 2016) ya hice una entrada en la que expliqué cómo resultó nuestra obra en Las Noches del Huerto:
Un par de años después, hicimos lo mismo con la obra de Jardiel Poncela «Eloísa está debajo de un almendro».
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