Inauguro hoy sección con una de las reseñas que me han hecho sobre mi novela El Pacto (2018). La intención es que sea un espacio donde ir enlazando todas las opiniones que me lleguen sobre ella. Así que os animo a hacerme llegar las vuestras, porque no hay mejor cosa para un escritor que escuchar la voz de los lectores, sean del tipo que sean. Como decía Oscar Wilde: que hablen de ti, aunque sea mal.
Esta vez la mirada (o la reseña, si queremos ser más convencionales) es de CARLOS POLITE, un lector voraz que cultiva todos los géneros, aunque su corazoncito se incline, de manera especial, hacia el histórico. Experto en el medievo aragonés, es miembro de un grupo de recreacionismo histórico y ha participado varias veces en el Concurso de Relato histórico Hislibris, permitiéndose el lujo de ganarlo nada menos que en tres ediciones. Dice así:
El Pacto, de L. G. Morgan
La determinación de una mujer de origen incierto y oscura ciencia —la reina Mirella de Aslund— ha quebrado el equilibrio entre los reinos de la Tierra de los Tres Ríos. Esta poliédrica mujer, maestra en el manejo de los hilos y los tiempos de las ambiciones de otros, prepara el advenimiento de un hijo marcado por el hado, que selló su pequeña frente con la estrella de la Estirpe. Primero será un pequeño «karl» de la frontera quien caiga en su tela de araña. Más tarde, el poder de la propia Aslund será arrumbado y, a consecuencia de ello, el reino de Lörrell marchará hacia el abismo de la guerra civil.
En medio de tal caos, Ian, heredero y yeorl del trono lörrenio, es aherrojado por un pacto onírico que le obliga a proteger, incluso contra sus propios intereses, al vástago de la Estirpe, enfrentándose así a los suyos y a la voluntad de todos. Para ello, se valdrá de la colaboración de Sigrid, capitana de la guardia que la oscura reina de Aslund construyó a su alrededor. Entre tanto, rescatada de una muerte tramada, esta última sigue entrelazando los lizos que ligan la urdimbre del destino de las tierras de los tres ríos con la ayuda de un subyugado Bjor, hermano de Sigrid, quien, ávido de conocimiento, se pliega a la voluntad de aquella.
L. G. Morgan, en el más tradicional estilo demiúrgico del «Fantasy Sword and Sorcery» dibuja geografías, países, culturas, historia y tradiciones de un otro mundo y un otro tiempo. Por esos mundos nos guiará prendidos de las aventuras de Sigrid y de Ian, ambos tan ciegos como nosotros, los lectores, a los designios que la reina cela en las entrañas de la helada Torre Ninlil, en Blakkia la Blanca, capital de Aslund. Y será así de tal modo que, cuando cerremos el libro, seguiremos deseando conocer aquello que, no sucedido, sin duda habrá de acaecer junto a las riberas de los Tres Ríos, pero, también, más allá, en la extraña Meriva o en las recónditas costas desde las que llegó la causa de todo.
Quien ame este género, sin duda disfrutará de la narración que L. G. Morgan, con prosa clara y eficaz, ensambla en la más pura estela de los mundos de aventura en su día generados por Fritz Leiber, Robert E. Howard, Robert Silverberg o, incluso, por las distintas historias armadas en el seno de los Forgotten Realms, aunque en el caso del universo de Morgan, no vayamos a encontrarnos —al menos por ahora— con extrañas civilizaciones o razas no humanas, sino que, muy al contrario, habremos de tropezar con rastros, trazos y huellas propias del mundo altomedieval y de los paisajes del cuento etno-folclórico tradicional.
Yo, desde luego, me he divertido con la lectura y quedo a la espera de saber más de los mundos de L. G. Morgan y de la estirpe llamada a regirlos.
La determinación de una mujer de origen incierto y oscura ciencia —la reina Mirella de Aslund— ha quebrado el equilibrio entre los reinos de la Tierra de los Tres Ríos. Esta poliédrica mujer, maestra en el manejo de los hilos y los tiempos de las ambiciones de otros, prepara el advenimiento de un hijo marcado por el hado, que selló su pequeña frente con la estrella de la Estirpe. Primero será un pequeño «karl» de la frontera quien caiga en su tela de araña. Más tarde, el poder de la propia Aslund será arrumbado y, a consecuencia de ello, el reino de Lörrell marchará hacia el abismo de la guerra civil.
En medio de tal caos, Ian, heredero y yeorl del trono lörrenio, es aherrojado por un pacto onírico que le obliga a proteger, incluso contra sus propios intereses, al vástago de la Estirpe, enfrentándose así a los suyos y a la voluntad de todos. Para ello, se valdrá de la colaboración de Sigrid, capitana de la guardia que la oscura reina de Aslund construyó a su alrededor. Entre tanto, rescatada de una muerte tramada, esta última sigue entrelazando los lizos que ligan la urdimbre del destino de las tierras de los tres ríos con la ayuda de un subyugado Bjor, hermano de Sigrid, quien, ávido de conocimiento, se pliega a la voluntad de aquella.
L. G. Morgan, en el más tradicional estilo demiúrgico del «Fantasy Sword and Sorcery» dibuja geografías, países, culturas, historia y tradiciones de un otro mundo y un otro tiempo. Por esos mundos nos guiará prendidos de las aventuras de Sigrid y de Ian, ambos tan ciegos como nosotros, los lectores, a los designios que la reina cela en las entrañas de la helada Torre Ninlil, en Blakkia la Blanca, capital de Aslund. Y será así de tal modo que, cuando cerremos el libro, seguiremos deseando conocer aquello que, no sucedido, sin duda habrá de acaecer junto a las riberas de los Tres Ríos, pero, también, más allá, en la extraña Meriva o en las recónditas costas desde las que llegó la causa de todo.
Quien ame este género, sin duda disfrutará de la narración que L. G. Morgan, con prosa clara y eficaz, ensambla en la más pura estela de los mundos de aventura en su día generados por Fritz Leiber, Robert E. Howard, Robert Silverberg o, incluso, por las distintas historias armadas en el seno de los Forgotten Realms, aunque en el caso del universo de Morgan, no vayamos a encontrarnos —al menos por ahora— con extrañas civilizaciones o razas no humanas, sino que, muy al contrario, habremos de tropezar con rastros, trazos y huellas propias del mundo altomedieval y de los paisajes del cuento etno-folclórico tradicional.
Yo, desde luego, me he divertido con la lectura y quedo a la espera de saber más de los mundos de L. G. Morgan y de la estirpe llamada a regirlos.
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