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miércoles, 23 de enero de 2019

LAS ESTRELLAS SON LEGIÓN

Kameron Hurley




—Madre mía, madre mía, madre mía... ¡Qué novela!
—Pero, bueno, ¿a ti te parece que esa es forma de empezar una reseña?
—¿Qué reseña? Yo no hago reseñas. Yo comento de vez en cuando libros que leo.
—Ahhhh, que tú comentas. Porque no es lo mismo, claaaro.
—Pues no. Los comentarios son como más informales; más a tu aire, más tu impresión del libro, tus sensaciones. Y no «la noticia o examen de una obra científica o literaria» que dice la RAE.
—¡Que tú me cites la Rae...!
—A ver, el que no comulgue con todas las nuevas directrices que se inventan promulgan no quiere decir que en cuestión de significados no la siga al pie de la letra.
—Sobre todo cuando lo que dice coincide con tu opinión, ¿no?
—¡Serás...! Cállate ya y deja que comente el libro de una vez.
—¡A sus órdenes! Ya veo que en este blog no impera la democracia precisamente.
—¿Y cuándo he sugerido yo tal cosa? La democracia en estas cuestiones está muy sobrevalorada. Pero en fin, a lo que iba...

¡Qué novelón me he leído! Trescientas y pico páginas de purísimo disfrute. Solo en la primera tacada ya cayeron 198 del tirón. Y luego, en cuanto tuve un ratín, lo rematé. Fascinada desde el mismísimo origen:


«Fue el abismo lo que pudo con nosotras.

Cuando cruzamos el abismo,

Algo volvió con nosotras».

¿No os parece una de esas frases que te hacen soñar? A mí me despertó sensaciones muy intensas desde que puse los ojos en ella por primera vez; no podría precisar exactamente por qué, pero el caso es que sirvieron para trasladarme a otro tiempo y otro lugar. Un sitio con un peligro sin nombre. Algo que te cambia irremediablemente, aunque no sepas definirlo ni logres imaginarle un rostro.
         Pues por ahí va un poco la novela, decisiones que tomamos tan cruciales que determinan nuestras vidas. Elecciones sobre las que volvemos a dudar una y otra vez pero que, no obstante, no tienen en el fondo vuelta de hoja. El amor o el miedo, saber o no saber, la «otra» o una misma, competencia-conquista o colaboración...
         Desde los primeros capítulos me trajo también a la memoria una novela de Marion Zimmer Bradley llamada Darkover 8: Ciudad de Brujería; por el estilo común de space opera y por ser todos los personajes mujeres (en Ciudad de Brujería es cierto que «sale» algún hombre, pero su papel es prácticamente anecdótico. Si aparecen es sobre todo en referencia a otras novelas, ya que la historia en cierta forma continua otras anteriores). También por un elemento que aparece en las dos y que resulta crucial, un viaje peligroso que hay que cumplir y que resulta iniciático.
         Pero Las estrellas son legión va mucho más allá en sus planteamientos que su predecesora (también hay que recordar las fechas de publicación: Ciudad de brujería en 1984 y Las estrellas son legión en 2017). El ritmo y el sentido de la aventura podrían ser similares, no así las características de los mundos donde se desarrolla la historia ni la textura de los personajes. Porque Kameron Hurley va mucho más allá en su concepción (palabra significativa y muy al caso XD) de esos mundos orgánicos donde todo se transforma, se recicla y sirve de alimento, donde el ciclo de la vida-muerte-vida cobra un sentido absoluto y totalmente real, tangible, con unas mujeres que engendran al servicio del mundo, en continua simbiosis con él.
         En cuanto a las relaciones humanas y el tipo de sociedad imaginada, Hurley se dedica a dinamitar con admirable empeño las estructuras e instituciones conocidas para inventarse otras, mucho menos convencionales, donde se establecen lazos humanos basados en la utilidad, el poder y el miedo, sin que exista un modelo afectivo-legal-institucional reconocido, y mucho menos único; con unas «falsas» familias y unos clanes de distinta naturaleza, que obedecen, eso sí, al ancestral mandato de la supervivencia.
         La autora demuestra enorme habilidad para mantener el interés y la atención clavada en sus palabras, y va dosificando la información cuidadosamente, cumpliendo escrupulosamente esa máxima de que los personajes no sepan más de lo que saben los lectores, haciendo que estos y aquellos vayan descubriendo a la vez la solución a los enigmas que van surgiendo.
         Zan (una de las protagonistas más carismáticas con las que yo me he topado en una novela) se va reconstruyendo a lo largo de la aventura, pues no tiene memoria, y con cada pieza de sí misma que coloca en su sitio vamos nosotros armando el puzzle de una trama desvelada sin un instante de tregua, hasta llegar a los tramos finales, cuando rellenamos los últimos huecos, para ya solo disfrutar y recrearnos con esa sensación de espacio infinito, de negrura de un mundo moribundo donde se entrevee, insinuada en el horizonte, la luz tenue de una posibilidad.

Ya he dicho que yo no hago reseñas. Así que me temo que aquí no encontraréis disecciones detalladas de ningún argumento o listados de personajes. Ni, mucho menos, comentarios sobre la estructura de la novela o su adscripción a uno u otro subgénero. Eso no me interesa mucho. Mi única ambición es compartir con vosotros las ideas y sensaciones que me ha producido esta fantástica novela. Y animaros a leerla y comentarla por aquí. Porque yo la he disfrutado un montón y pienso estar desde ahora bien atenta a cualquier cosa que se le ocurra hacer a esta gran escritora que es Kameron Hurley.

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