Claro que los años, además de otras cosas menos prácticas, le dan a uno cierta sensatez, por lo que voy a ser poco ambiciosa (o más realista) y me voy a fijar solamente cinco propósitos. Vamos con ellos.
Leer los libros que tengo en casa sin empezar.
Sí, ya está bien de comprar libros o saquear bibliotecas. Es hora de darle una oportunidad al botín que existe en mis dominios, fruto de caprichos pasajeros o empeños más constantes. Quiero, al menos, leer uno por mes. A ver en qué se queda.
Publicar (y presentar) la segunda entrega de «La estirpe de la estrella».
Sobre esto no voy a añadir nada más, no sea que se me gafe tan loable intención.
Acostumbrarme a utilizar una Agenda. Y es que aunque he visto que un exceso de método me perjudica lo mío es ya demasiado, y creo que me ayudaría mucho, dentro del maremagnum de proyectos en los que me meto, conseguir un poquito de orden y organización. Método, que diría mi amigo Poirot.
Grabar un nuevo podcast, esta vez hecho en solitario, resucitando una antigua y muy querida historia: «Viaje infinito a bordo del Destino», escrita a seis manos con dos colegas: Gerard P. Cortés y Alex Godmir. Creo que el formato radio le puede sentar bien a una novela que no lo es (nosotros la consideramos más bien como el equivalente a una serie televisiva).
Y nada más, que os animéis a comentar por aquí vuestros propósitos propios. Así nos regañaremos todos juntos de aquí a doce meses, en amor y compañía.
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