Pero vayamos por partes.
Hay cosas que llegan a la vida de la forma más feliz e inesperada, como una felicitación de cumpleaños o la carta de un antiguo amigo o amiga de los que ya no esperabas tener noticias. Así ha aparecido de la nada para mí esta propuesta laboral, que va a llevarme todo el curso, a la que mi faceta de psicóloga ha tenido que decir que sí sin dudarlo ni un instante.
Por otra parte, y gracias a mi colega de NEUH Juan Sánchez, he descubierto la plataforma de mecenazgo Ko-fi y he creado mi propia página: https://ko-fi.com/lgmorgan
¿De qué va esto de Ko-fi? Pues es (igual que Patreon y otras plataformas parecidas) un espacio que pretende servir de soporte a artistas de todo tipo a través de donaciones, puntuales o periódicas, que hace la gente que quiere apoyar nuestro trabajo, permitiendo de ese modo que sigamos creando.
¿Cómo funciona? Los artistas (escritores, ilustradores, pintores, músicos...) creamos una página en Ko fi y subimos en ella, con la frecuencia que cada uno considere, nuestro propio contenido; esto es, en mi caso, artículos, relatos, anticipos de portadas, cómo voy avanzando con la novela que lleve entre manos... Y también vídeos, tutoriales, etc. Todo con el fin de que el público vea tu trabajo y, si le gusta lo que haces, pueda seguirte y convertirse en «mecenas», donando diferentes cantidades de dinero bajo distintas modalidades.
Se puede donar una cantidad mínima una sola vez, o suscribirse y fijar una cantidad que se abona mensualmente. Y los creadores ofrecen contenido público y otras veces exclusivo para los «abonados».
Igualmente, se pueden ofrecer seminarios, cursos on line, clases puntuales de alguna materia, etc. a cambio de una donación concreta o solo para miembros de los de suscripción mensual.
Esto es lo general. En cuanto a mí, considero que la mejor forma de apoyar a una escritora o escritor es, tal como digo en mi página de Ko-fi, leyendo y comprando sus libros, hablando de ellos y publicitándolos cuando te han gustado.
En esa misma línea, la razón principal de haber migrado a Ko-fi es que me permite tener mi propia tienda on line de forma gratuita. Que esta es la mejor cualidad de la plataforma. A diferencia de la mencionada Patreon u otras iguales, Ko-fi no cobra ningún porcentaje a los creadores por las donaciones que reciben. Y tampoco te cobra por la función de comercio electrónico.
Esto es algo único, puedo aseguráoslo.
Yo he tenido tienda on line los últimos cinco o seis años, pero cada vez en una plataforma distinta por ese mismo motivo.
Estoy hablando de ese tipo de sitios que te permiten diseñar tu propia web (tipo Wix, Site 123, Ionos, Jimdo...) con distintas funciones. Que están fenomenal para eso, son cómodas y te facilitan multitud de diseños y posibilidades sin casi necesidad de conocimientos previos. Pero en cuanto quieres algún tipo de tienda, por modesta que sea, tienes que suscribir un plan de pago cuyo coste solo es asumible si tienes un volumen de ventas constante y de cierta cuantía. Normalmente el primer año ofrecen ofertas interesantes, pero luego el precio sube y para la mayoría de nosotros deja de ser posible mantenerlas.
En ese sentido, Ko-fi me ha resultado la opción ideal.
Y, sin embargo, hace tiempo que le daba vueltas a la idea de tener mi propia página web de autora. Un espacio que, sin necesidad de funcionar como librería, esto es, como tienda, me ofreciera la posibilidad de una imagen acorde con el oficio, igual que tienen la mayoría de escritores que sigo.
Porque el blog está muy bien, pero tiene otra función. Sería más bien como un periódico personal donde puedes hablar de temas que te parecen interesantes, y profundizar en diversos asuntos inspiradores y «alimenticios», compartiendo descubrimientos y teorías.
La web que he creado, en cambio, es solo un escaparate, básico y fácil de abarcar de un solo vistazo, de la L. G. Morgan escritora, con los libros y relatos que tengo ya publicados.
Todo esto va en paralelo con la sensación que arrastro desde hace tiempo de que la blogosfera está de capa caída y de que la energía que uno emplea en alimentar el propio blog no obtiene los frutos esperados, a veces ni los imprescindibles.
Son malos tiempos también para los foros on line, para las webs temáticas; hasta las Redes sociales mutan hacia otras distintas, de contenido cada vez más rápido y alcance más efímero.
Pasamos de los debates de facebook a twitter, con su reducción de caracteres y los picos de discusión focalizados en los conflictos y las riñas de los haters. Luego a Instagram, con el predominio absoluto de la imagen y los comentarios cada vez más escuetos y esporádicos. Y a TikTok, donde triunfan los mini vídeos de quince segundos y donde apenas se es capaz de digerir lo que alguien te cuenta, eso en el caso de que te haya interesado lo suficiente como para mantener la atención esos escasos instantes.
Lo de que el Arte y la cultura no dan de comer no es cosa de ahora, ya hace tiempo que aquí mismo reflexionaba, y la gente comentaba en el mismo sentido, sobre que la quimera del escritor es poder vivir de escribir. Pero lo cierto es que cada vez se hace más difícil. Al menos en mi experiencia, ha habido un antes y un después de la pandemia. Tanto en lectores como en comentadores, no digamos ya en cuestión de ventas. Lo último ahora, aunque no es en absoluto algo decisivo, es lo de las IAs convertidas en artistas y creadoras. Así que parece que se hace necesario buscar otros cauces más propicios para siquiera dar a conocer lo que uno hace, en medio de este océano de consumibles que se ofertan de continuo.
Por ello apunto a Ko-fi como manera de unificar lo que hago: escritura, vídeo, charlas, ponencias y talleres. El tiempo dirá si mis esperanzas son infundadas o alcanzan algún cumplimiento. Mientras tanto... No me olvidéis. Volveremos a encontrarnos, sea por aquí, o sea en cualquiera de mis otras casas. Lo que es seguro es que será con el mismo placer de siempre.
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