Elkin Marulanda Arango
Hace poco uno de mis colegas literarios se despedía por un tiempo del "mundanal ruido" de los proyectos en común y las aventuras literarias conjuntas. Decía que estaba embarcado en demasiadas empresas y que el estrés derivado de ello le empezaba a pasar factura.
Y resulta que eso es, exactamente, lo que llevo yo pensando desde hace un tiempo. Bueno, en realidad son dudas ya familiares, que me acometen de tanto en tanto y que me sirven para hacer una parada y recuperar las fuerzas y el resuello perdidos.
Soy de la opinión de que la creatividad de cada uno tiene que ser canalizada al exterior y dejada libre. ¡Disfruto tanto metiéndome en aventuras varias y peleando por ellas! Y dando rienda suelta a mi necesidad de crear, de construir, de plantar y ver fructificar. Pero, por eso mismo, me veo a menudo inmersa en tantas cosas y tan variadas que acabo por ir a todo con la lengua fuera, con la sensación de que llego tarde siempre y que el tiempo se me escapa de entre los dedos.
Es difícil conciliar los diferentes aspectos de la vida de uno. El personal, el profesional, el familiar, el afectivo, el lúdico... Difícil no perder el equilibrio entre tanto malabarismo. Y más difícil aún no perder el sentido de lo que hacemos.
Es por ello que, de tanto en tanto, conviene replegar velas, darse la vuelta y regresar a casa. Volver adentro, concentrarse en la esencia y recuperar la energía que habíamos desparramado en todas direcciones y en exceso.
Tengo un reto por delante. El 14 de junio tengo que tener mi última novela pulida y perfecta, porque voy a enviar una propuesta literaria acerca de ella a una editorial que solicita manuscritos. Es probable que, salvo alguna salida ocasional para aullarle a la luna, me veáis poco fuera de la guarida. Mientras tanto, Buena caza y largas lunas.
Nos leemos.
Solo te queda la recta final. Concéntrate y termina la que seguro será una gran obra. Y luego a descansar.
ResponderEliminarGracias. Lo voy a intentar ;-)
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