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viernes, 27 de agosto de 2021

Andaluces de Jaén


 Federación andaluza de fotografía

https://www.federacionandaluzafotografia.com/junio-2020/aceituneros

Por cosas de la vida (de la vida de escritora, que me zarandea muy habitualmente de aquí para allá), me veo inmersa estos días en un mundo de olivares y de almazaras, de rastreo histórico de los pueblos que han pasado por esa parte de Andalucía, anteayer parte de Al-Andalus, dejando en la tierra sangre, sudor y lágrimas, y también campos labrados, árboles frutales, acequias y sueños de un mañana mejor. Todos tenemos sueños de un mañana mejor, son precisamente los que nos impulsan a trabajar por cosas que requieren fe y una larga espera, pues no dan fruto sino pasado mucho tiempo. Como los olivos, u olivas, en tierras de Jaén.

         Estos árboles son metáfora de una forma de entender la vida que implica ser capaz de demorar la recompensa, una capacidad que se desarrolla en la psique humana si la maduración psicológica va siendo la correcta; en contraposición con el modelo actual de inmediatez y visión a corto plazo que parece ir contaminando todo a nuestro alrededor.

         Sembrar (o plantar) un olivo es un acto de fe, son árboles de lento crecimiento que tardan sus buenos cinco o seis años en dar su primera cosecha, y eso si las condiciones son óptimas. Son, sin embargo, árboles muy longevos (pueden llegar a vivir hasta 2.000 años), testigos de excepción del devenir de varias vidas humanas. Esa característica, recién descubierta en mis últimas investigaciones, me ha hecho contemplarlos de pronto como una especie de legado de los tiempos antiguos y, a la vez, como un monumento vivo que dejar a la posteridad.

         Me sorprendió esto último como una revelación, ya que, normalmente, cuando uno piensa en lo que es un monumento, «cualquier construcción o escultura hecha para perdurar que conmemora algo o a alguien», siempre nos vienen a la mente todo tipo de cosas inanimadas, de piedra o metal, que supuestamente son más duraderas, y también más grandiosas e impactantes. Pero hay árboles más viejos que muchas de las creaciones humanas. O jardines que nos impresionan tanto o más que el palacio al que acompañan. O bosques milenarios que estaban ahí mucho antes de que los humanos nos hiciéramos hueco y empezáramos a sembrarlo todo de casas, pastos y campos de labranza. Así que, ¿por qué no un viejo y gigantesco árbol, o un olivar completo, como prueba de nuestra existencia y recuerdo que se deja a nuestros descendientes.

         Esa ha sido precisamente la chispa de arranque para mi próximo relato (que exuda aceite), convertir el olivo (o la oliva) en el nexo entre épocas, en la memoria viva entre distintas generaciones que poblaron una misma tierra y fueron dejando en ella los ecos de sus culturas y caracteres. Inventándole una respuesta a esa pregunta del insigne poeta Miguel Hernández: «Decidme en el alma, ¿quién, quién levantó los olivos?».

         Y es que es pensar en aceituneros y venirme a la mente el poema, concretamente en las voces de Jarcha (1), una de las musicalizaciones que mejor se adapta para mí, o mejor recoge, la hondura y el significado de los versos del alicantino, que visitó Jaén (y escribió sobre ello) en 1937.



Aceituneros

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que solo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

Miguel Hernández. Jaén, marzo-junio de 1937.  

Según buscaba el enlace a la canción he recordado, cómo no, la versión de Paco Ibáñez (2), igualmente conmovedora: 


Para acabar enterándome de otra cosa. Resulta que desde el año 2012 este poema es el himno oficial de la provincia de Jaén, con permiso de la familia del poeta. Pero en vez de utilizar alguna de estas excelentes versiones (llegando a algún acuerdo con los autores), la diputación de Jaén encargó la música al compositor Santiago José Báez. Aquí una de las interpretaciones:



Sin tratar de desmerecer de ningún modo la composición de Santiago José Báez, me parece una elección desacertada, por esto que he puesto como comentario en youtube:

Me parece un acierto que el poema de Miguel Hernández se convirtiera en himno de Jaén. Pero habiendo versiones cantadas tan buenas y sentidas como la de Jarcha o la de Paco Ibáñez, fijadas desde años atrás en el imaginario popular, no entiendo cómo se opta por esta otra versión, mucho más lenta y solemne, alejada de lo popular, de los cantos del pueblo, más espontáneos y sencillos. Que al final lo que importa es el mensaje, ¿no?, la fantástica letra del poeta Miguel Hernández, tan honda, tan representativa de la tierra y de su gente. De verdad que me parece una lástima este empeño constante de los poderes dominantes de separar las cosas de su raíz, de adueñarse de ellas y alejarlas de la gente de a pie.

¿Qué opináis vosotros?


(1) Jarcha es un grupo español creado en Huelva en 1972 por Ángel Corpa, Maribel Martín, Lola Bon, Antonio A. Ligero, Crisanto Martín, Gabriel Travé y Rafael Castizo; cuya línea musical se basa en tres pilares fundamentales: 
  • La búsqueda, rescate y divulgación de canciones tradicionales principalmente de Andalucía.
  • Creación de canciones propias, la mayoría de las veces con amplio contenido social.

(2) Paco Ibáñez es un músico y cantante nacido en Valencia en 1934 que ha pasado su vida entre Francia y España. Ha dedicado su trayectoria artística casi enteramente a musicalizar poemas de autores españoles e hispanoamericanos, tanto clásicos como contemporáneos. Es también conocido por su activismo social y cultural.

jueves, 26 de agosto de 2021

VUELTA AL CINE CON...

Hacía mucho tiempo que no iba al cine. Desde el inicio de la pandemia creo que esta es la tercera vez. Elegimos para el reencuentro esta comedia finesa, vista en VOS en el cine Gólem. Pego ficha de FilmAffinity:

Título original
Teräsleidit aka 
Año
Duración
92 min.
País
Finlandia Finlandia
Dirección
Guion
Aleksi Bardy, Pamela Tola
Música
Panu Aaltio
Fotografía
Pauli Kairismaa, Päivi Kettunen
Reparto
Productora
Helsinki Filmi Oy
Género
ComediaDrama | Vejez/Madurez
Sinopsis
Inkeri tiene 75 años y está planeando enterrar a su marido, al que acaba de matar de un sartenazo, en el jardín de su casa. Cuando se da cuenta de que va a pasar el resto de su vida en la cárcel, se lanza a un enloquecido último viaje con sus hermanas Sylvi y Raili. (FILMAFFINITY)

Es una peli entretenida y peculiar (desde luego, parece que los nórdicos tienen otra forma de contar las historias y otro ritmo para hacerlo) de esas que luego te dejan pensando. Aparentemente es algo simple, ya veis que la historia se resume en una breve sinopsis; son sus matices los que permiten una lectura más profunda. 

Como comedia no es en absoluto desternillante. Tiene pocos momentos para soltar la carcajada (bueno, uno de los personajes parecía Joaquín Reyes en Muchachada Nui y eso me hizo mucha gracia); más bien un tono simpático que hace digeribles los conflictos de fondo. 


Las tres hermanas se salen (aunque yo me quedo con la arpía, que me encantó), cada una reflejando una personalidad, unas vivencias y unas circunstancias personales distintas, siendo la relación entre ellas lo que va desvelando el fondo de la historia familiar y sus historias personales. 


Como fondo su «aventura», un viaje en realidad poco justificado (en mi opinión, la excusa que ofrece el guion es algo endeble) que les lleva a afrontar cosas del pasado. 


Lo que aporta la peli de distinto, para empezar, son sus protagonistas: tres mujeres mayores que «hacen cosas». Que una película se sustente en personajes así es muy, muy poco habitual.
         En segundo lugar, nos hace reflexionar sobre cómo es la vida y cómo puede ser cuando te acercas al fin de la misma. Especialmente cuando eres una mujer y has vivido según las expectativas de la sociedad y de tus seres queridos.

Ahora que empezamos a hacernos conscientes del problema del «edadismo» (buen artículo AQUÍ al respecto); ahora que ha salido a la palestra y tenemos que considerar los prejuicios que define, vienen bien películas como esta, que nos lo pone delante en un tono desenfadado y paródico que facilita su abordaje.
         Concretamente este aspecto del edadismo: «...[según su edad]) asignamos previamente que algo es adecuado o no para una persona, pensamos en ella con base a su edad y a partir de ahí nos relacionamos con ella» es lo que se refleja en la situación que viven estas mujeres. De hecho, gran parte de la comicidad del film se deriva de verlas haciendo cosas que supuestamente no hacen las mujeres de esa edad de manera normal o habitual.
         No sé si los fineses han normalizado más que nosotros que, por ejemplo, las abuelas vayan de discoteca. Allí nadie se ríe de ellas ni las mira con especial extrañeza pero parecen escenas hechas aposta para ser graciosas, o sea que, tan habitual no será. Lo que sí es cierto es que contemplan el sexo como parte natural de la vida a cualquier edad (ya me sorprendió para bien en la trilogía Millenium, de Stieg Larsson, y eso que ahí solo planteaban relaciones sexuales entre gente en la cuarentena y cincuentena; pero claro, comparado con la literatura española o anglosajona, donde solo se tiene sexo hasta los treinta...), cosa que ya resulta revolucionaria. E igualmente parece normalizado que las mujeres mayores hayan podido tener una vida profesional intensa y estimulante. En eso van como una generación por delante. Ahora, que su entorno las haya estimulado, o incluso consentido, desarrollar profesión o inquietudes personales, intelectuales o espirituales, es otra historia. Y así, otro de los temas que plantea la película es precisamente ese, cómo al casarse y elegir una vida de familia la protagonista ha renunciado a sus sueños y a quién es en realidad, cómo se amoldó al patrón deseable culturalmente a costa de todo ello.
         Pero es ahí donde se produce la fractura: el hecho dramático de matar a su marido y el viaje consiguiente, que la lleva a revisitar con sus hermanas hechos y lugares de su pasado, supone un reencuentro consigo misma y lleva a la conclusión de que siempre estamos a tiempo, tengamos la edad que tengamos, de cambiar el rumbo, de abrazar otras circunstancias, de vivir de acuerdo con nuestros deseos y patrones en vez de con los que otros nos han elegido.
         Ese es, a mi modo de ver, el principal mensaje de la peli, que la criatura que llevamos dentro es la que debería dictar nuestra vida, ese ser que no tiene edad, o tiene la que le da la gana, y nos dice, a poco que lo escuchemos, cuál es nuestro camino.

sábado, 31 de julio de 2021

Siempre por estas fechas...

  

Agarro el Brujamóvil y me voy de mudanza. No sé por qué, pero llevo años haciéndolo, siempre pasa algo que lo hace preciso.

En esta ocasión traslado mi librería del local que tenía en Jimdo a uno nuevecito que he encontrado en Wordpress. Y aunque aún me queda alguna caja por desembalar, me siento satisfecha de haber terminado con «lo gordo» y poder presentaros ya mi nueva web, limpia, ordenada y reluciente. 

Bienvenidos a La (nueva) librería de Morgan. Un lugar para soñar:

 

LA LIBRERÍA DE MORGAN 

viernes, 11 de junio de 2021

RELATOS: el amor por la sorpresa

  

O, en mi caso, el odio, ya os lo adelanto (no lo iba a dejar para el final, claro, que entonces sería sorpresa). 

Recién acabado el Polidori (http://www.ociozero.com/foro/viii-concurso-homenaje-a-john-william-polidori), y con la satisfacción de haber obtenido un muy digno...

...con mi relato «La mina» (al que tendré que cambiarle el nombre porque a la mayoría le pareció de lo más sosaina), toca hacer un repasillo de una cuestión que una y otra vez me salta a la cara cuando de escritura y relatos se trata: la obligación de que un buen relato, para serlo, deba aportar determinadas dosis de sorpresa; esto es, que bien el final (lo deseable) o la propia trama resulten inesperados y nos descoloquen un poco.

No es la primera vez, ni será la única, que le señalan a una obra mía una falla en ese sentido. Incluso, siendo este el caso, cuando se trata de una obra que el lector-crítico aprecia y considera salvable por otros parámetros. Pero siempre está presente esa especie de decepción por que el relato no gire brusca y perceptiblemente al final, por que «se vea venir», por que la trama resulte demasiado «tipo» (lo que yo digo universal).

Pues bien, no sé si tendrá algo que ver con ello el hecho de que a mí no me van especialmente las sorpresas, así en general, y pienso que están muy sobrevaloradas. Porque a mí lo que de verdad, de verdad me gusta es que algo largamente deseado llegue por fin. Y encima la literatura me parece expresión de la vida misma, inmersa en ella y, por esa razón, con sus mismas reglas.

Imaginad que habláramos de sexo, supongo que en ese caso habría más gente dispuesta a coincidir conmigo. Las cosas van en una determinada dirección y queremos que acaben por ese mismo camino, sin ruptura o trama alternativa. Estoy segura de que habrá pocos que digan: no, hombre no, a mí dadme sorpresas y en el último momento que se desvíe la atención, qué sé yo, a lo que hay en el florero del cuarto, a la conversación del vecino de abajo, a un calambre repentino o al cuadro del Cristo cayendo sobre la cama.

O pensemos también en la carta a los Reyes Magos, cuando lo mejor es recibir precisamente aquello que hemos pedido y que deseamos con todo nuestro corazón. ¿Es mejor que en vez del camión rojo flamante y maravilloso que esperamos nos traigan un par de calcetines? O, ¡sorpresa!, tú pediste montar en globo, pero como tenemos que sorprenderte... ¡Te hemos traído un curso de macramé! ¿A que esto no te lo esperabas?

Creo que por esas filias y fobias mías mis finales suelen ser lo que yo llamo «de cumplimiento», es decir, la cadena de acontecimientos que conforma la trama suele culminar en un final para mí coherente. Si es esperado o no me importa poco, yo lo que quiero es que sea lógico y aporte algo, que transmita algo. Como, por otra parte, toda la historia en sí.

Ese es precisamente otro punto para mí fundamental y que influye de alguna manera en esto de la sorpresa sí o sí. Como cualquiera de las Artes, la literatura tiene un aspecto estético importante. Pero para mí no tiene sentido si se limita a ello. La literatura es lenguaje, comunicación, y si está hueca y es un mero ejercicio estilístico alejado de la vida y de sus realidades, si es ajena al mundo interior del autor/a, no es lo que yo quiero. Así que, desde este punto de vista, que es el mío, de poco serviría poner el acento en construir un mecanismo sujeto premeditadamente a determinadas reglas y que persiga de antemano determinados efectos si va en detrimento de la historia que quiero realmente contar.

En vez de ello, lo que yo hago es dar voz a lo que tengo dentro, crear un relato (una historia, una novela) vivo con su propia coherencia interna que transmita algo, que aporte algo al lector, a su pensamiento, a su realidad y a su vida, porque eso es lo que yo quiero cuando leo las obras de otros.

Puede parecer que cuando hablo de aportar algo me esté refiriendo a cosas grandes y no es cierto. Basta una idea, una emoción, un punto de vista que no habías considerado antes, incluso un pensamiento o una opinión que sacuda tus creencias y te haga iniciar un debate interno.

En esa misma línea me planteo lo de las «historias tipo» que, vuelvo a repetir, yo definiría más bien como universales.

Estrictamente, casi cualquier trama (CUALQUIERA) se puede reducir a un argumento tipo:

- Chico conoce a chica (o chico a chico, chica a chica, chique...), se enamoran, tienen problemas y... A-siguen juntos (si es comedia romántica) o B-se separan (si es drama).

- País 1 se enfrenta a país 2. A-gana 1, B-gana 2 o C (más raro)-ambos perecen. Todo suele depender de la nacionalidad del autor.

- Opresores vs. oprimidos (que no deja de ser un poco la opción anterior aunque sin naciones). A-ganan los opresores (si uno es un pesimista de mierda) o B-ganan los oprimidos (si uno es, por el contrario, un Ser de Luz como yo).

 - Trama divina: un dios manda algo, si A-los fieles obedecen, van al Cielo o B-los fieles son más de pecar y acaban en el Infierno.

- Trama aventuras: se descubren cosas (la selva esmeralda, un manuscrito muy viejo o la vacuna de la viruela) y la cosa acaba A-bien o B-mal.

¿Qué debemos consider entonces? Pues cómo se varíe esa trama básica (universal) en esta historia que tengo delante y qué me está contando a mí personalmente, qué le está aportando a mi concepción del mundo ese relato en concreto. Igualmente, la forma o estilo especial de ese autor/a que hará que el fondo me llegue mejor o peor.

Nota: Esto último hace referencia a algo obvio: para ser Literatura un escrito deberá aportar también a nivel formal. Si es algo que no menciono más veces, o de manera más explícita, es porque, salvo muy contadas ocasiones, no me suelen poner pegas en ese aspecto. Mi «cruz» viene más bien de la supuesta falta de punch o incluso de originalidad temática.

Dicho todo esto, y ya totalmente desahogada y más libre, tengo que acabar diciendo que el concurso y el funcionamiento del foro de OZ, han sido, como siempre, una gran experiencia; y que me llevo un montón de aportes sobre mi relato y un montón de lecturas estupendas.

         Como decimos en OZ: ¡Larga vida al Polidori! Y, si no lo habéis hecho antes, reenganchaos a ese concurso fantástico cuanto antes, porque es posible que tenga próxima edición ¡este mismo julio!

miércoles, 5 de mayo de 2021

KULTURE MARKET DAY

 

Érase una vez un grupo de personas (en concreto tres) que, por si aún no estaban metidas en suficientes actividades colectivas y saraos varios, decidieron crear una nueva asociación cultural para compartirla con amigos, no solo del barrio, sino de allende las fronteras.

         Así nació Kulture Market:

 

 

Una asociación cultural sin ánimo de lucro cuyo objetivo es promover la cultura (en todas sus formas) y a l@s artist@s, contribuyendo en todo lo posible para que estos puedan vivir de su trabajo.


 

Ya con un nutrido grupo de Agentes Agitadores, o dicho vulgarmente, de soci@s, Kulture Market empezó a caminar a buen paso, programando conciertos e ideando otras actividades diversas, con las miras siempre puestas  en la celebración de la primera edición de la que es desde su concepción su fiesta emblema, el Kulture Market Day, una feria de arte, artesanía, libros y música a celebrar al aire libre, en las inmediaciones del Huerto Comunitario de Manoteras.

 


Y aquí estamos, a tres días vista del evento, emocionada y algo inquieta, que son muchas cosas las que tengo que llevar y muchos los preparativos que culminar. Porque aún no os lo he dicho, pero el caso es que yo también voy a poner un puesto en este fantástico Mercado Cultural al aire libre. Bueno, más bien dos puestos en uno. Os doy un par de pistas (pistas de las mías, de esas que dejan poco sitio a la imaginación que ya sabéis que yo soy fatal para las sorpresas XD).
 



Sí, queridos y queridas míos, que me voy a plantar allí con todos mis libros, vestida de pitonisa, y voy a llevarme la Baraja Gitana de mis amores para decirle la buenaventura al personal que se atreva.
         Así que ya sabéis, si andáis por Madrid el sábado y queréis disfrutar de una jornada diferente, pasaos por nuestro mercado. Habrá 30 puestos distintos de arte y artesanía, bocadillos, bebidas, postres, pan artesano y actuaciones a lo largo del día. Y todo ello en un entorno verde y soleado (dan nada menos que 28 grados) donde poder disfrutar solo, con amigos o en familia.
         Allí nos vemos.