EL PODER DE LA PALABRA 4

Continúo sin tener noticias. Por la mañana y por la tarde he pasado por la cervecería de nuestra cita a preguntar si alguien había dejado un mensaje para mí. Sin éxito. El dueño es un antiguo miembro de Sokol que colabora con la Resistencia. Aparenta ser un tipo bonachón y algo lento, lo que conviene a sus intereses. En un momento en que no existe contacto con el gobierno exterior, en Londres, su función de correo entre distintos grupos resulta más vital que nunca. Me he asegurado una buena tapadera  para verlo sin despertar sospechas, le llevo cada día los suministros de la cocina. Así también finjo tener un trabajo; cualquiera que parezca desocupado en estos tiempos es un reclamo irresistible en estas calles repletas de delatores. Aquí solo viven los obreros útiles.