Seguramente a estas alturas ya pensaríais que había muerto. La verdad, no ha sido fácil llegar hasta aquí, han surgido complicaciones.
Durante días no he sido capaz de encontrar un momento de tranquilidad para escribir ni un escueto mensaje. Tampoco un medio seguro para enviarlo.
A lo largo de las últimas semanas he pensado muchas veces que la misión iba a fracasar. Pero al final hemos vencido. Hemos logrado cambiar la Historia. Lástima que nadie sabrá nunca lo que hicimos. Los esfuerzos, los riesgos, los familiares y amigos perdidos... Solo verán los resultados. No sabrán nada del miedo, la sangre y las muertes que han evitado una deriva diferente, fatal para todos.
Si conocieran todos los planes de los nazis... El hambre calculada, la desaparición sistemática de las poblaciones de Europa del este, la expansión sin límite de los arios y su aberrante III Reich...
Bien, nuestra misión está cumplida y es hora de marcharse. Dejo atrás a muchos valientes camaradas, que deben seguir su propio camino. Lo más probable es que no volvamos a vernos. Aunque lograran sobrevivir, nuestros mundos están condenados a dividirse de antemano. Solo puedo desearles suerte, tal como hice ese día, durante nuestra despedida, parca y seca de tan triste como era para todos. ¡Muerte al carnicero!, dijimos mientras nos estrechábamos la mano por última vez. Así lo espero. Al menos que todo el sufrimiento no haya sido en vano.
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