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martes, 22 de marzo de 2022

MÁS TRÁGICA QUE LA BERTINI

Eso se decía en mi familia materna cuando yo era niña. Cuando nos poníamos excesivamente «dramáticos», bien fuera ante una comida que no nos gustaba o ante algo que nos mandaban y que no queríamos hacer; mi abuela o mi tío abuelo —con menos frecuencia mi madre o mis tías— te soltaban con mucha sorna la sentencia de marras: eres más trágica que la Bertini. Y aunque no conocíamos a Bertini, fuera quien fuera (ni se nos ocurría preguntarnos por ello), a los tres nos quedaba perfectamente claro de qué se estaba hablando. Por cierto, creo que a mí me lo decían con especial frecuencia, ¿por qué sería?

         Pues bien, hasta hoy mismo no he sabido quién inspiraba tan contundente enunciado. Buscando el significado exacto de otra expresión (en mi familia han sido siempre mucho de refranes y dichos), me he topado con la figura de una de las primeras divas de la escena cinematográfica, la italiana Francesca Bertini.

         A veces contemplamos el pasado como si fuera algo etéreo, desligado de la vida real y de su influjo. Pero en realidad todas las producciones artísticas, culturales o del pensamiento son hijas indudables de su tiempo, afectadas por lo que estaba de moda entonces, por los hechos destacables y los personajes más conocidos. Solo que, olvidados ya los elementos que les dieron origen, nos quedan solo esas frases, verdaderas píldoras concentradas de un tiempo que ya se fue.

         Con todos ustedes... La trágica e incomparable...


Francesca Bertini (Florencia, 5 de enero de 1892 - Roma, 13 de octubre de 1985) fue una actriz italiana de cine mudo, género en el que trabajó en más de noventa películas. Fue una de las más famosas estrellas del primer cuarto del siglo XX.         


De pequeña, fue adoptada por una pareja de artistas que estaba trabajando en Florencia: Arturo Vitiello​ y Adelaide Frataglioni. Le dieron el nombre de Elena Seracini Vitiello.

         Comenzó a interpretar pequeños papeles en el teatro desde niña, en Nápoles, donde vivía con su familia. En 1904, a la edad de 16 años, se mudó a Roma, donde mejoró sus dotes actorales e intentó entrar en la floreciente industria del cine en Italia.

         Durante los siguientes diez años Bertini forjó su carrera, deslumbrando a los espectadores italianos y extranjeros con su belleza y su gran proyección escénica. Sin embargo, fue la película «Assunta Spina» (1915), codirigida por la actriz conjuntamente con Gustavo Serena, la que la lanzó a la fama internacional. Con el apoyo de Serena, quien consolidó su prestigio con intensas campañas promocionales, se llegó a difundir el rostro de Bertini logrando que su imagen fuera reconocida como la estrella más rutilante del panorama del cine italiano.

La Bertini se destacó siempre por brindar un toque personal a todos los personajes que interpretaba. Su preocupación por el estilo, tanto en la gestualidad como en la imagen de su vestuario marcó la diferencia con otras actrices de la época. Se preocupaba hasta el exceso por imponer un estilo refinado y elegante para lo cual se implicaba en aspectos del rodaje, principalmente con el equipo de cámara y el responsable de la fotografía e iluminación. Consciente de lo que quería su público, intentaba por todos los medios no defraudarlo y brindar la imagen que ellos esperaban de ella. Bertini se convirtió en una estrella popular internacionalmente, y las mujeres de todo el mundo trataban de imitar su imagen sofisticada.

En apenas una década –entre los años 1915 y 1925, la actriz trabajó en más de setenta películas. Con Roberto Roberti, padre de Sergio Leone, coincidió en alguna de ellas, dirigiéndola con la habilidad necesaria para controlar su controvertida actitud, ya que la Bertini se ganó la fama de ser una intérprete complicada para ser dirigida por su exceso celo por cuidar todos los aspectos del rodaje.

         Su estilo para encarnar personajes femeninos de gran carga dramática fue el que mayor fama le proporcionó, al introducir en la pantalla mayor dosis de realismo y evitar los gestos ampulosos y las maneras exageradas de otras actrices de su época.

         Realizaba con la misma soltura la lánguida heroína decadente y la mujer común más de pueblo. Otros papeles importantes fueron Odette, Fedora, Tosca y La dama de las camelias.


Bertini entró finalmente en el cine sonoro, pero mientras tanto el cine italiano había cambiado mucho: estaban de moda las comedias llamadas de Telefoni bianchi*** y y entró en un período de crisis con el fascismo y la censura. Durante la Segunda Guerra Mundial el cine tuvo un verdadero impasse. Después de la guerra, una nueva generación de directores y actores jóvenes se hicieron cargo de la industria del cine en Italia. Sin embargo, Bertini todavía era considerada como muy popular y una de las mejores actrices vivas. A fines de los años cuarenta, la cinematográfica Fox Film Corporation le ofreció un contrato para ir a vivir a Hollywood, pero ella se negó: se había casado con el millonario banquero suizo Alfred Paul Cartier y se mudó con él a Suiza. Cuando murió su esposo, ella regresó a Roma, donde permaneció hasta su muerte.

         En 1976 Bernardo Bertolucci logró convencerla de que saliera de su obstinado silencio, aceptando un papel de monja en su película Novecento . Se permitió ser entrevistada en 1981 y esto fue adaptado para un documental de televisión en tres partes en 1982. Murió en Roma a la edad de 93 años.



«El gesto a lo Bertini llegó a ser un tópico obligado en las actrices de la época: la larga mirada, el ademán lento, el apoyarse en una columna, en una puerta, o coger una cortina junto a una ventana a contraluz. Pero ello era el pastiche fácil del juego de una verdadera actriz. Francesca Bertini era de una belleza fina, complicada, sugestiva. Pero era también una gran comediante, capaz de notables interpretaciones a través de su larga carrera». (Revista de cine Encadenados)

Solo que el público la prefería en su faceta trágica:

En septiembre de 1916, se le pregunta al público del cine-teatro Payret de la capital cubana en que género prefería a Francesca Bertini, si en el dramático o en el cómico. Triunfó el dramático. La intérprete de Assunta Spina era ratificada entre nosotros como la gran trágica. (Blog «Buena suerte viviendo»)


***Las películas del llamado género «Telefoni Bianchi ( pronunciación italiana: [telɛːfoni bjaŋki]; teléfonos blancos ) fueron hechas en Italia en los años 1930 a imitación de las comedias americanas de la época, en un agudo contraste con el otro estilo importante de la época, calligrafismo, que era altamente artística.

Características principales:

El símbolo más importante de estas películas son los decorados Art Deco, bastante caros, con teléfonos blancos (símbolo de estatus de la riqueza burguesa, generalmente no disponible para el público que va al cine) y los niños con rizos a lo Shirley Temple. Las películas tendían a ser socialmente conservadoras, promoviendo los valores familiares, el respeto por la autoridad, una jerarquía de clases rígida y la vida en el campo; todas posturas perfectamente alineadas con la ideología del régimen fascista .

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