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viernes, 13 de mayo de 2022

LA ADIVINA DEL CALLEJÓN DEL ORO

Fortuneteller by Elizaveta Terentyeva

Hoy es uno de esos días en los que, a base de tirar de un hilo, he desenrollado una madeja entera.
         Todo empieza debido a mi propósito de terminar una entrada que me dejé en borrador hace tiempo, justo en medio del proceso de documentación final para Barón Von Humboldt. Siempre os hablo de la cantidad de descubrimientos maravillosos que hago gracias a la escritura. Buscando que te buscarás... siempre encuentro información de lo más curiosa (a la par que inesperada). A veces muy alejada de las primeras pistas, los primeros hallazgos; estos sí, relacionados con el tema que me ocupara en ese momento.
         Bien, pues este había sido uno de esos casos: cuando seguía la pista de los detalles precisos del llamado Callejón del Oro de Praga, me topé con un nombre y una figura de lo más llamativa para mí: Matylda Průšová, una adivina que ejerció allí su oficio durante las primeras décadas del siglo XX y que se hacía llamar Madame de Thébes.
         Y aunque en ese momento —embarcada como estaba en otro noble empeño: acabar de una vez la maldita novela—, no podía pararme, ni siquiera ante tan afortunado descubrimiento, me lo dejé apuntado, prometiéndome indagar sobre el asunto cuando tuviera oportunidad.
         Hoy ha sido ese día. Y estaba yo tan contenta, siguiendo la pista de mi antepasada de vocación, cuando, como me pasa tan a menudo, una cosa ha llevado a la otra y... Total, que aquí os traigo la historia del Callejón del Oro, la de la checa Madame de Thebes, la de la baraja llamada Lenormand, y la de la reputada cartomántica francesa Marie Anne Lenormand, asesora de políticos clave de la Revolución francesa y hasta del mismísimo Napoleón Bonaparte.
         Pues vamos allá, que, como veis, tenemos mucho trabajo por delante.

EL CALLEJÓN DEL ORO DE PRAGA




El Callejón del oro (Zlatá ulička en checo) es una célebre calle ubicada dentro de lo que es el recinto del Castillo de Praga, junto a la muralla, en el distrito llamado Hradcany. Lo forman una fila de once coloridas casitas, de uno o más pisos, que fueron construidas por orden del emperador Rodolfo II de Habsburgo, a finales del siglo XVI, para para dar cobijo a los veinticuatro guardias reales y a sus respectivas familias tras la destrucción, debido a un incendio, de los viejos barracones de madera que los albergaban.

Los edificios son realmente diminutos, de unos 20 metros cuadrados. Originalmente había 24, alineados a ambos lados de la calle, lo que significa que el pasaje debió de ser muy estrecho. El emperador Rodolfo II supervisó la construcción y prohibió las ventanas que daban al Stag Moat, que dejó solo para su disfrute personal.
         El fuego destruyó 10 de los edificios en 1657. Para entonces los arqueros se habían mudado a otra parte y los edificios comenzaron a ser utilizados como talleres por orfebres y artesanos. La presencia de orfebres allí es lo que le dio nombre a la calle.
         Una leyenda afirma que allí vivieron también unos alquimistas (en realidad se trata de otra calle más cercana) que intentaron transformar el hierro en oro para el rey Rodolfo II, que era un tipo obsesionado con el esoterismo y la magia, y producir la piedra filosofal y el elixir de la vida. Pero ya decimos que es solo una leyenda.
         Más tarde, a principios del siglo XX, el Callejón del Oro se convirtió en una posibilidad de vivienda relativamente barata, ya que los edificios eran pequeños y carecían de las comodidades modernas. Fue entonces cuando vivieron allí diversos personajes, tales como es escritor Franz Kafka, que ocupó el número 22 de la calle en 1916 y 1917 y aprovechó para escribir su cuento «Un médico rural»; el poeta Jaroslav Seifert, Premio Nobel de Literatura en 1984, quien vivió en el Callejón del Oro en 1929. Y nuestra protagonista de hoy, Madame de Thebes, que ocupó una de las casas de Zlatá ulička, el número 14, desde 1914 hasta su muerte, a manos de la Gestapo, en la Segunda Guerra Mundial.

Algunos de los edificios de la calle fueron reconstruidos a lo largo de los años, haciéndose un esfuerzo para devolverles su aspecto original tanto como fue posible. La restauración más reciente tuvo lugar en 2010-2011. En ese momento los edificios estaban en verdadero peligro, debido al drenaje deficiente a lo largo del muro del castillo. Los historiadores redecoraron entonces ocho interiores, utilizando piezas de época cuando fue posible, y recreaciones en otros casos. Por ejemplo, la mesa de trabajo de orfebre que hay en una de las casas es auténtica, pero procede de otra ubicación. La armadura, nueva en realidad, en la casa de un guardia del castillo fue pintada y tratada con ácido para que pareciera vieja.


La casita que ocupó Kafka



La casa de Madame de Thèbes.
Muro exterior con el aspecto actual.

Centrémonos ahora en ella, en nuestra adivina-echadora de cartas particular. Matylda Průšová, Madame de Thèbes de nombre artístico.
         Parece ser que hay cierta confusión sobre ella, ya que hubo otra Madame de Thebes más famosa que trabajó en Francia hasta su muerte en 1916, y que incluso fue objeto de un artículo de página completa en el New York Times, con predicciones sobre el curso de la Primera Guerra Mundial; entre otras publicaciones internacionales. (FUENTE: Blog Bohemian Magic. Muy interesante. Merece echarle un ojo).



La misma Madame de Thèbes francesa sirvió de inspiración para uno de los personajes principales de una película muda de 1915 sobre un niño romaní no deseado que es adoptado por una condesa y que crece para convertirse en un político de renombre (os pongo todo sobre tan curiosa película al final del artículo).
         Las fotos de la vidente francesa casi siempre se utilizan por error para la bohemia, ya que no parece existir ninguna fotografía de la checa.


Nosotros nos apañaremos, para ponernos en situación, con algunas de las imágenes de la película, que tienen, desde luego, una grandeza innegable. No creo que Matylda se vaya a ofender por eso, ya que la dejan en buen lugar y nos permiten soñar con otros tiempos, en los que el oficio de adivina resultaba tan romántico como trágico.



Pero a pesar de la falta de evidencia fotográfica, la Madame de Thèbes bohemia realmente existió. Cuando se renovó el Callejón del Oro en 2011 y se reabrió su antigua tienda de adivinación como atracción turística, una anciana a la que una vez le leyeron las cartas allí contó cómo era. La señora, de 91 años, dijo que había estado «muy asustada» en dicha ocasión, y que Madame de Thèbes estaba en un rincón con un gato en el hombro. Fue en 1938, y la mujer quería saber si aprobaría sus exámenes (FUENTE: Blog Bohemian Magic).

Matylda Průšová era la viuda de un farmacéutico. Ante la necesidad de ganarse la vida y la falta de experiencia para administrar una farmacia, cambió su nombre a Madame de Thébes, probablemente porque vio el nombre en una columna del periódico, y se dedicó a la adivinación en Golden Lane.
         Se dice que tenía un hijo que había ido a luchar en la Primera Guerra Mundial y nunca regresó. Desde 1914 Matylda esperó en vano su regreso. Diariamente ponía un plato en la mesa para él y le preparaba la cama cada noche. Nunca quiso moverse de esa casa por si él volvía y no podía encontrarla.

Foto de un soldado encontrada en casa de Madame de Thébes,
presumiblemente su hijo.

La fama de nuestra adivina se extendió mucho, probablemente debido a que la gente no se dio cuenta de que había dos Madames de Thebes y le sirvió a ésta la fama adquirida por la francesa. Llegó a recibir cartas de todo el mundo, de lugares tan lejanos, por ejemplo, como Ciudad del Cabo; en busca de su consejo clarividente. Y en su acogedora casita, llena de objetos extraños, recibía a diario a todo tipo de clientela deseosa de conocer su futuro.
         Madame de Thebes era conocida por sus excentricidades, que la ayudaban a mantener un aire de no ser de este mundo. Llamaba la atención desde lejos, con su ropa negra y su anticuado sombrero, adornado con plumas de avestruz. También llenó su casa de curiosidades de lo más exóticas.
         Y es que, esto ya lo digo yo, la imagen lo es todo. Y la señora no sabría de farmacia, pero lo que es de marketing... Pues eso, que si quieres ser tomado en cuenta en cualquier oficio, debes proyectar una imagen acorde con lo que quieres vender-trasmitir. Y en eso ella sabía lo que se hacía.
         La que fuera su casa ha sufrido varias renovaciones y no quedan muchos, si es que queda alguno, de los elementos originales. Las habitaciones ahora están detrás de un vidrio, por lo que ya no se puede caminar por el interior. Pero los visitantes pueden ver tres montones de cartas en una mesa redonda. Las cartas parecen ser del tipo Lemormand (ay, amigos, aquí está otro de esos hilos en los que me he enredado sin remedio. Luego, más abajo, os cuento), en lugar de Tarot. Este tipo de baraja fue popular en el siglo XIX y principios del XX en Francia y en los lugares donde se difundió la cultura francesa. Sin embargo, es probable que no sean originales. El tipo exacto de tarjetas que usó no se menciona en ninguna parte.
         Antes de las renovaciones de 2010, lo que había eran tres cartas sobre un mantel y las paredes estaban cubiertas de fotografías amarillentas. Todos los muebles y la decoración se cambiaron durante la renovación. Las paredes ahora tienen algunos grabados enmarcados y hay una gran estatua de un ángel en un pedestal. Un cráneo de yeso se sienta encima de un escritorio con algunos libros abiertos. En la esquina hay una pequeña vela parcialmente quemada con forma de hombre. En el otro extremo del escritorio hay algo parecido a una esfera armilar.


Un pequeño sofá está tapizado con lo que parece una alfombra oriental. Todo en ella trata de evocar la atmósfera de las descripciones anteriores de la tienda, pero, según algunas críticas, también tiene el aspecto de una colección de cachivaches comprados en alguna tienda de segunda mano para crear un escenario para una película de bajo presupuesto. 

Juzguen ustedes mismos:


En cualquier caso, la presencia de Madame de Thébes en el Castillo de Praga muestra una continuación de las tradiciones esotéricas y ocultas que datan desde Carlos IV y Rodolfo II hasta mediados del siglo XX.
         Al igual que su tocaya, esta madame de Thèbes también hizo predicciones sobre los resultados de las guerras. Y aquí es donde se metió en graves problemas. Siempre predijo un mal resultado para el lado alemán, e incluso después de la ocupación alemana, se negó a dejar de difundir la idea de que el Tercer Reich terminaría en desastre, más temprano que tarde. Las fuerzas alemanas ocupaban Bohemia en ese momento y el país era conocido como el Protectorado de Bohemia y Moravia. Sus pronósticos llevaron a que fuera arrestada por la Gestapo, quien se la llevó para interrogarla a los sótanos del Palacio Petschek, en la calle Politických vězňů, en ese momento el Cuartel General de la Gestapo, donde muchos patriotas checos y combatientes de la resistencia fueron interrogados y torturados y perdieron la vida. Ella también perdería la suya a manos de los mismos verdugos.

Y ahora, liquidada ya mi primera misión, esto es, hablaros de la asombrosa adivina que plantó cara a los nazis y les escupió en la cara su inminente derrota, paso al resto de los hilos.

La baraja LENORMAND (no creeríais que algo así podría pasar desapercibido para mí. Estaba claro que llamaría mi atención sí o sí).

(INFO DE LABYRINTHOS ACADEMY

Las cartas de la baraja Lenormand surgieron a fines del siglo XVIII, muchos de sus símbolos se derivan de los que se encuentran comúnmente en las lecturas del café molido. La baraja más antigua que se conserva data de 1799 o 1800 y actualmente se conserva en el Museo Británico de Londres. Originalmente llamado "El juego de la esperanza", una vez fue un juego de salón (muy parecido al Tarot). Pero a medida que pasaron los años, las imágenes de las cartas demostraron ser adecuadas para propósitos más esotéricos.
         Las tarjetas fueron bautizadas con el nombre de la famosa «Sybille of the Salons», Marie Anne Lenormand, solo después de su muerte a mediados del siglo XIX. Se rumoreaba que había usado un conjunto personalizado de las mismas cartas que se ven hoy, su propia adaptación.
         Cuando Madame Lenormand murió, su nombre se colocó en un paquete de cartas hecho después del que ella usó y efectivamente inició una tendencia que se convertiría en un pilar en los círculos ocultos de Europa continental.
         Durante el siguiente siglo y medio, la popularidad de Lenormand se extendió a los Países Bajos, Europa Central, los Balcanes, Rusia e incluso Brasil. El mundo de habla inglesa, inmerso en su amor por el Tarot, iba a tardar en dejarse seducir por él y solo se aficionaría realmente a la nueva baraja solo con los albores del siglo XXI.



MARIE ANNE LENORMAND

Marie Anne Adelaide Lenormand  fue una adivina profesional francesa, de gran fama durante el periodo napoleónico. En Francia es considerada como la mayor cartomántica de todos los tiempos.
         Nació el 27 de mayo de 1772 en Alençon, Normandía, hija de Jean Louis Antoine Lenormand, un comerciante de telas reconocido en todo el país, y Marie Anne Lenormand (de soltera Gilbert). Quedó huérfana a la edad de cinco años y se educó en un colegio de monjas. Habiendo heredado la fortuna de su padre, y a pesar del éxito mercantil alcanzado por su familia, decidió no seguir con el negocio familiar y, en vez de eso, se fue a París en 1786. Allí, con solo 14 años, empezó su carrera de adivina, para la que había mostrado dotes innatas. A los 17 años ya ofrecía consultas privadas a sus vecinos. Fue así como, de boca en boca, se ganó la fama que construiría su camino hasta las élites en el poder.
         Matemática, druida, astrónoma —y astróloga—, estudiosa de la cábala judía y de los horóscopos, Marie-Anne Lenormand se ganó fama dentro y fuera de Francia. Militares y políticos franceses la visitaban en su estudio personal para hacerle consultas. Se sabe que las paredes de su consultorio estaban repletas de murciélagos disecados y esqueletos humanos. A pesar de la decoración excéntrica de su estudio (o quizá por eso mismo), cientos de políticos la iban a visitar. Algunas fuentes aseguran que Marie-Anne Lenormand revolucionó la cartomancia francesa, iniciada en el siglo XVIII, y le dio un lugar de importancia a estas prácticas adivinatorias en la cúpula del poder francés que antes no tenían.
         Ella se describía a sí misma como una «mujer de canales abiertos», que le permitían interpretar el futuro con las cartas del Tarot.
         Aunque sus clientes más asiduos fueron líderes de la Revolución Francesa, como Robespièrre, Marat y Saint-Just; la emperatriz Josefina y el propio Napoleón Bonaparte (a quien llegó a pronosticarle sus futuras derrotas), Lenormand no se limitó a políticos de su propio país. Por el contrario, se tiene registro de que incluso el zar ruso Alejandro I y otros emperadores acudían a ella para tomar decisiones que podían cambiar el curso de su mandato para siempre. Trabajó como adivina activamente durante más de 40 años.
         En 1814 Lenormand comenzó una segunda carrera literaria y publicó numerosos textos, provocando muchas controversias públicas. Fue encarcelada más de una vez, cada vez que pronosticó algo que no gustó a sus consultantes, si estos eran poderosos; aunque nunca por mucho tiempo.
         Murió en París el 25 de junio de 1843, y está enterrada en la división tercera del Cementerio Père Lachaise. Dejó una fortuna de 500.000 francos y no dejó herederos más que un sobrino que, en el momento de su muerte, estaba en el ejército. Católico devoto, su sobrino quemó toda la parafernalia ocultista de Lenormand; tomando solo la fortuna monetaria que dejó atrás.
         El suyo fue un gran legado, habiendo sido la psíquica más célebre de su tiempo. 


Madame de Thebes (película, 1915)

Madame de Thebes es una película muda sueca dirigida por Mauritz Stiller y estrenada en a.


La historia resulta un poco absurda según cánones actuales (pero recordemos que es cine mudo, de 1915 nada menos): Una gitana da a luz un hijo de un hombre ajeno a su tribu (por supuesto, no están casados). Su padre, conocido por sus poderes de videncia y tal, le echa una maldición: tu destino será no conocer el amor de madre, ya que perderás a tu hijo; y la expulsa de la tribu. Ayla, que es el nombre de la gitana, se ve obligada a abandonar a su hijo. Pero tiene la suerte (¿suerte?, no parece que esta esté muy de su lado, pero bueno) de que lo adopta una condesa que acaba de perder a su propio bebé. Pasan 35 años. El hijo, criado como conde, se dedica a la política y está a punto de convertirse en ministro de Asuntos Exteriores. Él no sabe que su verdadera madre es la famosa Madame de Thebes, la adivina que todos los políticos se aseguran de visitar. Esta información cae en las manos de un rival, que trata de usarla para arruinar su carrera. Mientras tanto, la atractiva hija de ese político rival es atacada por un rufián. ¿Y quién la rescata? Robert, el hijo de la gitana (interpretada por la actriz noruega Ragna Wettergreen), madame de Thebes. Lógicamente, se enamoran. Y ella le ayuda a partir de ahí, en connivencia con la vidente, a solucionar todo el follón. Se enterará de que su madre es su madre solo cuando esta caiga muerta en sus brazos. Porque hay un medallón y un par de cartas involucrados en la trama que darán la clave de todo a su debido tiempo.

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