EQUINOCCIO
por L. G. Morgan
(Segunda parte)
Se recobró en un charco de orines y
restos de vino. Volvió a la vida y la consciencia como si fuera un borracho más
que despertaba de una buena curda. Miró a su alrededor con cautela y se levantó
despacio, cuidando de no hacer nada que llamara demasiado la atención. Tenía la
cabeza embotada, pero se dio cuenta de que era consciente de todo. Sabía quién
era y por qué estaba allí…, dondequiera que fuese, eso aún tenía que
averiguarlo.
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