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viernes, 8 de noviembre de 2013

Otro acto en el Hislibris Tabernae


Miércoles, 6 de noviembre, siete y media de la tarde... pasadas, es decir, como las ocho menos cuarto. ¿Qué presentación que se precie empieza en punto?

En la mesa del Tabernae, sentados, Juan Ángel Laguna Edroso, editor de Saco de Huesos, Óscar Pérez Varela, autor de la criatura (Crocop en el fandom), e Ignacio Becerril Polo, lector crítico pero a la par animoso.
El tema que les ha convocado allí: presentación de Alimañas, novela de animalillos sufridores o metáfora de este condenado mundo nuestro.
En el resto de la sala, nutrido público armado con vasos de buena cerveza rubia (sí, la gente bebía también otras cosas, pero eso no viste, ¿vale?) y dispuesto a escuchar las alabanzas (o anatemas en contra) de la citada obra.



Toma la palabra el editor, como es de recibo que suceda en estos casos. Cuenta cómo fue la recepción de la novela: "Recibimos en Saco de Huesos una novela corta, con marcado sabor underground, con una excelente narrativa, una tipología caótica y unas ilustraciones asombrosas de factura amateur". (Cito textual pero libremente, o sea, un poco de aquí, un poco de allá...).
Así que la editorial, que cree firmemente en la baza de las imágenes para el formato de esta obra, contacta con un ilustrador profesional, Jean Gilbert Capietto, y le pone en contacto con Óscar, que congenia tan bien con él que el proceso de colaboración que inician se mantiene en todo momento, hasta el parto de la criaturita, bien maquetada y ya impresa.

Luego comenta Nachob, como lector que además escribe, quien define Alimañas como una novela "escrita a zarpazos, que te dejan el alma marcada", y añade que se trata de un libro tremebundo, que empieza con grandes maldades y grandes infortunios. Una historia que se desarrolla en pleno Madrid y cuyos personajes son seres nocivos, dañinos, tóxicos. Pero añade que el mensaje que se extrae de él es, en cambio, tremendamente positivo, ya que su objetivo es sacudirnos y agitar nuestras conciencias. Y si lo consigue, si nos duele y nos hace desear cambiar las cosas, es que aún queda esperanza.
"Es una obra que te hace querer cambiar el mundo, dice Nachob, y esa realidad tan fea que nos rodea".

Llega el turno del autor, que nos aporta su visión de la novela como creador, un creador que dice huir de la uniformidad y la monotonía. Quizá es por ello que la concibió con esa estructura hecha de retazos, en los que cambia la voz narrativa y las historias se entrecruzan y confluyen hasta configurar el todo.
Reconoce que es un libro duro, una especie de montaña rusa emocional. Y tiene un tono premeditado de fábula, lo que permite a su juicio la distancia justa para describir una sociedad dura, que no funciona como un cuento de Disney, y hace que podemos digerirla y "verla" de forma más real y certera de lo que nos atreveríamos a hacer si estuviéramos leyendo sobre personajes reales y entornos más humanos.
La protagonista, Tormenta, es una gata que tiene que integrarse en la comunidad de gatos que habitan en el parque madrileño de El Retiro, y en la novela se van desgranando todos los dramas y aventuras que vive en esa pequeña sociedad que reproduce de alguna manera la nuestra.
Cada parte está encabezada por una cita que, según explica Óscar, definiría las reflexiones o referencias que obrarían normalmente en poder de los personajes. Pero como hubiera sido el colmo de lo fantástico hacer citar a Faulkner o a Art Splieger a un gato o a un perro, ideó esa fórmula que sirve, según palabras de Nachob, para encuadrar perfectamente el pensamiento de fondo del autor y del conjunto de la novela.

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