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lunes, 10 de noviembre de 2014

PARÍS: DÍA 3

Sábado.
         Hoy toca descubrir los rincones escondidos del barrio donde nos alojamos: Le Marais. Cerca de donde se encuentra nuestra casa nos topamos con el Carreau du Temple, un precioso edificio de hierro y cristal que fue mercado en su origen y hoy, rehabilitado, sirve como alojamiento de un mercadillo de ropa de segunda mano, sombreros, accesorios y delicias gastronómicas parisinas. Oh, desilusión, hoy hay algún tipo de evento y no podemos verlo por dentro.

Nos conformaremos con la vista exterior y continuaremos el paseo hasta la Rue du Bretagne, calle cercana y populosa, repleta de comercios y viandantes.




Nuestro paseo nos lleva por varias calles recoletas, hasta llegar junto a la fachada del Museo Picasso. Nuestras hijas sufren un instante de pánico, por si nos ponemos pesaditos y nos da por entrar, pero pronto respiran aliviadas, solo tenemos prevista una "tortura" para la mañana: el Museo Carnavalet.
         Lo que no saben, y nosotros aún tampoco, es que estaremos allí unas dos horas y media, pues hay cantidad de cosas interesantes para ver. El Museo se encuentra en un palacete precioso, de los más antiguos de París, que fue residencia de Madame de Sévigné (conocida dama del siglo XVII que pasaría a la historia por su famoso epistolario, que nos sirve de privilegiado testimonio sobre su época y las gentes que la habitaron), y acabaría por convertirse en el museo que es hoy, donde se recoge la historia de la ciudad de París.





A la salida, y solo a unos pasos, nos detenemos un rato a contemplar la Plaza des Vosgues, un curioso espacio con césped y caminos de arena, delimitado por soportales como el de esta foto.

En el centro una fuente, y alrededor gente descansando o tomándose algo.

Pero a nosotros nos espera otro destino. Un amigo de Miguel le ha recomendado un sitio excelente para comer un buen cuscús. Se trata de Chez Omar, un restaurante que pertenece a un argelino y donde, efectivamente, la comida es de esa que se recuerda.


Tras la comida, tomamos el metro, que nos lleva atravesando el Sena hasta la Gare d'Austerlitz.
         El puente que cruzamos es espectacular.


Ahora que estamos una vez más en el Barrio Latino, queremos ver en primer lugar la Gran Mezquita de París, de estilo hispano-árabe, para lo que debemos atravesar el Jardin des plantes, un precioso parque que reúne una antigua Casa de Fieras, Jardín botánico y escuela, rosaleda e invernaderos.
         La mezquita no nos decepciona. Y eso que para verla nos toca dar unas cuantas vueltas, que no está la cosa muy clara. Ahora, rumbo al Panteón. Pasamos delante de las Arenas de Lutecia, que es lo que queda de un anfiteatro romano, y "aterrizamos" algo después en la Place Sainte-Geneviève. Allí nos sorprende algo inesperado y, cómo no, colosal: la Iglesia de Saint-Étienne-du-Mont. La mayor curiosidad de esta iglesia, y eso que por sí misma tiene para una visita extasiada, sin ninguna duda, es la tribuna calada transversal, casi como si fuera un enrejado de piedra, (jubé, parece que se llama) que separa el cuerpo principal de la iglesia de la cabecera de la misma.
         ¿Y qué se nos ocurre hacer después de esa doble ración  de arte? Pues, lo que está prescrito: en esta ocasión, ir a conocer cómo es un pub inglés en París. Pinta y batidos de chocolate en el Hurling Pub y, ya repuestos, Panteón, que ya toca, y eso que anda con la cabeza vendada y sabemos que no va a ser lo mismo.


En la plaza donde se encuentra podemos ver también las fachadas de las primera Facultades, en este caso la de Derecho.



Bajamos por la Rue St. Jacques y vamos viendo fachadas de otras cuantas Facultades, pertenecientes a La Sorbona, la Universidad de París.




Al final del camino nos espera una visita indispensable, la librería Shakespeare & Company, llena de rincones literarios donde se puede ver, por ejemplo, cómo una espontánea se toca algo al piano, en una de las múltiples y atestadas (literalmente) dependencias.
         Y por fin, dando por acabada la jornada andadora, nos disponemos a cenar. Esta noche tocan Crepes, que vamos a degustar en una bulliciosa terraza justo al lado de otra hermosísima iglesia gótica, la de Saint Séverin.
         Buenas noches, mañana será otro día.

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