El pasado 28 de diciembre, casualmente día de los Inocentes, emitimos el último programa de La Vieja Sirena.
Era el número 13, y tal vez por eso lo dedicamos a un relato más terrorífico de lo habitual.
Empezamos navegando en la tierra de los sueños, recorrimos las visiones oníricas de nuestro cocinero, la contramaestre Anne Bonny y el altivo conde. Escuchamos la historia de Eveline Proude, perseguida por bruja desde Gloucester a Plymouth. Y supimos de qué modo un paisaje fantasmal puede ser la chispa que encienda la imaginación de un autor y lo lleve a idear un relato de terror entero. Esa fue nuestra lectura de la noche, el relato «Alter ego», de la Capitana Morgan —oui, c'est moi—, que surgió de soñar despierta en la oscuridad de una carretera gallega.
Quién sabe si, pasado un tiempo, la nostalgia será tan fuerte que me vea obligada a convocar una vez más a mi depravada tripulación. Estoy segura de que, estén donde estén, se aprestarán a enrolarse nuevamente, para surcar juntos los infinitos mares donde moran los cuentos y las sirenas. El vicio es lo que tiene. Que se le mete a uno en la sangre y una vez has probado el veneno de las letras es difícil, si no imposible, sustraerse a su llamada.
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