Hacía tiempo que no aparecía yo por aquí con algún descubrimiento pictórico que me hubiera impactado y hoy, que me he encontrado por casualidad con esta artista fantástica, vengo corriendo a contaros lo poco que he descubierto (porque, como muchas mujeres artistas, sigue siendo bastante desconocida) sobre su vida y milagros.
Élisabeth Sonrel, nuestra musa de hoy, fue una pintora e ilustradora modernista francesa, nacida en Tours en 1874. Su padre, el pintor Stephane Sonrel, la inició en el arte de la pintura durante sus primeros años. Más tarde Élisabeth se fue a París a completar su formación en la Escuela de Bellas Artes, y se convirtió en pupila del pintor Jules Joseph Lefebvre.
En sus primeros años produjo pósteres, tarjetas postales e ilustraciones de estilo Art Noveau. En 1892, con solo 18 años, presentó su obra «Pax et Trabajo» al certamen del Museo de Bellas Artes de Tours, en el que obtuvo diploma. A partir de entonces expondría de manera continua en el Salón de París, desde 1893 hasta 1941.
Después de un viaje que realizó a Florencia y a Roma su obra pasó a formar parte del estilo prerrafaelita por influencia del arte del Renacimiento y, en especial, del pintor Sandro Botticelli, al que admiraba por encima de todos.
Otras fuentes de inspiración para su pintura fueron siempre las leyendas del Rey Arturo y de la Edad Media en general, la Divina Comedia de Dante Alighieri y los temas bíblicos.
Sus obras son de carácter alegórico, místico o simbólico, por lo que podría considerársela afín a la corriente simbolista francesa, un movimiento, sin embargo, con el que Élisabeth no estuvo del todo conforme, y cuyos exponentes, todo hay que decirlo, parecieron ignorarla por completo.
Sus obras son de carácter alegórico, místico o simbólico, por lo que podría considerársela afín a la corriente simbolista francesa, un movimiento, sin embargo, con el que Élisabeth no estuvo del todo conforme, y cuyos exponentes, todo hay que decirlo, parecieron ignorarla por completo.
En la Exposición Universal de París de 1900, su cuadro, El sueño de la Virgen, fue galardonado con la medalla de bronce y el premio Henri Lehman de la Academia de Bellas Artes de París, dotado con 3.000 francos.
A partir de 1900 viajó a menudo a Bretaña, encontrando inspiración en los paisajes mágicos del bosque de Brocéliande y en diversos lugares de la costa, como Concarneau, Plougastel, Pont-l'Abbé y Loctudy. A menudo se alojaba en casas de huéspedes, acompañada por uno o dos estudiantes.
Pintó varias obras en el pueblo bretón de Le Faouët antes de construirse una villa en La Baule, en la década de 1930. Trabajando principalmente en acuarela y gouache, descubrió un suministro de modelos entre las chicas jóvenes de la zona, y encontró a los bretones en general amigables, honestos y seguros de sí mismos.
A partir de 1900 viajó a menudo a Bretaña, encontrando inspiración en los paisajes mágicos del bosque de Brocéliande y en diversos lugares de la costa, como Concarneau, Plougastel, Pont-l'Abbé y Loctudy. A menudo se alojaba en casas de huéspedes, acompañada por uno o dos estudiantes.
Pintó varias obras en el pueblo bretón de Le Faouët antes de construirse una villa en La Baule, en la década de 1930. Trabajando principalmente en acuarela y gouache, descubrió un suministro de modelos entre las chicas jóvenes de la zona, y encontró a los bretones en general amigables, honestos y seguros de sí mismos.
Su última exposición se realizó en el Salón de París en 1941, a la edad de 67 años. También hay un registro de haber expuesto en Liverpool.
Aunque en vida fue conocida por sus múltiples obras, tras su muerte (ocurrida en Sceaux en 1953) fue olvidada, y solo en los últimos 20 años parece empezarse a recuperar su memoria y situar su obra en el lugar de honor que merece.
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