DANA, la Diosa que viajó desde las llanuras indoeuropeas
Info extraída del blog LA DIOSA DANA y de RUNA MÁGICA:
La diosa Dana es una deidad celta asociada con la Madre-Tierra, con la luna y las mareas.
Sus principales símbolos son el hacha (representa la autoridad), el cayado (como guía de su pueblo) y la serpiente (símbolo de fecundidad).
En la mitología celta, Danu o Dana (ese es su nombre irlandés; aunque también se la conoce de otras maneras: Annu o Anna, Donu o Dôn; según el pueblo del que hablemos) es la madre de Dagda, el buen Dios, (aunque en otras fuentes aparece como su hija o como su esposa) por lo que por nacimiento ambos pertenecían a los dioses de la vida, la luz y el día.
Es la diosa madre suprema, ascendiente de todo el panteón céltico. Sus hijos fueron los conocidos Tuatha dé Dannan.
Su epíteto significaría «aguas del cielo». Expresándonos históricamente Danu, indica también al río Danubio en cuyo ámbito se definieron y desarrollaron los celtas antes de su expansión por Europa. Místicamente hablando, Dana es la Madre-Río que fertiliza con sus aguas las tierras donde estos se asentaban.
La noción de una diosa Madre está presente en casi todas las religiones del planeta, desde sus propios inicios y orígenes. El río, arroyo o mar, son expresiones de la Madre Divina, lo cual los convierte en sagrados. En relación al mar encontramos a la Luna, regente de las mareas y de todo lo femenino.
Todos los lugares sagrados tienen su espíritu guardián, encargado de cuidarlos, el cual puede convertirse en gato, pájaro, pez, según lo que la diosa, la Tierra Madre, prefiriese. Existen numerosas inscripciones celtas, galo-romanas, representando a la Madre como una tríada (Triple Diosa: Dana-Mujer, Brígida o Brigit-Doncella y Anu-Vieja, benévolas y dadivosas), elemento común con los griegos. Los celtas en esta materia, no fueron diferentes.
En ese aspecto triple es frecuente en la mitología encontrarla encarnando distintas apariencias: como una anciana de horrible aspecto o bien como una bella y esplendorosa mujer de aspecto compasivo, según el caso que se tratase. Este cambio de apariencia externa era muy común y tenía como fin poner a prueba a los hombres que quisieran poseer la autoridad del país o la zona. Saldrían bien librados de la prueba siempre que fuesen justos y estuvieran libres de celos, temor o tacañería.
Los druidas solicitaban su permiso para encomendar las almas de los difuntos a través de las puertas de los sidhs***, es decir, las puertas hacia la nueva vida en el Otro Mundo.
El folclore popular la relacionó más tarde con las hadas y los enanos o Korrigans, al ser desterrada por los nuevos dioses, los milesianos, a los sidhs, junto con sus seguidores, los Tuatha De Danam. Los milesianos se quedaron el mundo de arriba y los hijos de Dana habitaron desde entonces bajo la tierra.
***Los sidhs o sidhe son palacios subterráneos, generalmente situados bajo alguno de los montículos, túmulos sagrados o colinas tan frecuentes en la antigua Irlanda.
Así una diosa como Dana, diosa del sol, de la luz y la fertilidad, pasó a ser considerada la deidad lunar del mágico y sereno inframundo.
Lo que sí queda clara es su función, por encima de todo, de Diosa Madre. Además, muchos coinciden en que el origen de Dana puede ser una deidad primigenia pre-indoeuropea con posibles tintes sumerios. Muchos ven a esta diosa, la Diosa Dana, en la Anna Purna de la India, la diosa Ana de los pelasgos o la Innana sumeria. Las primeras diosas madre de las épocas pre-celtas simbolizaron la fuerza de la tierra y su capacidad nutricia, la protección materna y la fertilidad.
***De este modo, y tal como yo pretendía, el arquetipo de la Diosa Madre, Madre Tierra y madre naturaleza, parece algo universal, pues las raíces de todos los mitos permanecen ligadas estrechamente en todos los rincones del mundo.
Con las invasiones romanas y sus nuevos dioses, Dana se convirtió en Diana, la diosa de la luna y la caza y tuvo un culto muy arraigado en todas las regiones celtas, por encima de cualquier otra diosa romana, lo que demuestra que la creencia en Dana seguía arraigada bajo esta nueva forma.
Se la consideraba diosa de la literatura bajo el nombre de Brigit. Era la señora de la poesía, la adivinación y la sabiduría. Su fiesta se celebraba el uno de febrero, cuando los celtas festejaban Imbolc, el comienzo de la primavera; motivo por el cuál también se la asociaba con la fertilidad, tanto de los campos como de los animales y los seres humanos.
En Escocia, y justo por ser diosa de la fertilidad, una vez llegada la cristianización fue asimilada con Santa Brígida, la comadrona de la Virgen María, y por eso era invocada por las parturientas cuando daban a luz. En el caso de Irlanda, igualmente Brigantia fue sustituida por santa Brígida de Kildare. Curiosamente, en aquel lugar donde los celtas habían mantenido desde tiempo inmemorial un altar con fuego permanente en honor a la diosa, fundó la santa un monasterio de religiosas. Se cuenta que a tan poderosa Isla de mujeres no podía acercarse ningún varón.
Cabe recordar, sin embargo, que la diosa no siempre estaba de buen humor, y cuando el tema de la cosecha no iba bien, para calmarla, se solía sacrificar un gallo en donde tres corrientes de agua se encontraban.
La diosa madre pasó a llamarse, tras la cristianización, Santa Ana, la madre de la Virgen María, manteniendo su antiguo prestigio como diosa de la fertilidad y protectora, bajo los auspicios de la luna.
La diosa Dana es una deidad celta asociada con la Madre-Tierra, con la luna y las mareas.
Sus principales símbolos son el hacha (representa la autoridad), el cayado (como guía de su pueblo) y la serpiente (símbolo de fecundidad).
En la mitología celta, Danu o Dana (ese es su nombre irlandés; aunque también se la conoce de otras maneras: Annu o Anna, Donu o Dôn; según el pueblo del que hablemos) es la madre de Dagda, el buen Dios, (aunque en otras fuentes aparece como su hija o como su esposa) por lo que por nacimiento ambos pertenecían a los dioses de la vida, la luz y el día.
Es la diosa madre suprema, ascendiente de todo el panteón céltico. Sus hijos fueron los conocidos Tuatha dé Dannan.
Su epíteto significaría «aguas del cielo». Expresándonos históricamente Danu, indica también al río Danubio en cuyo ámbito se definieron y desarrollaron los celtas antes de su expansión por Europa. Místicamente hablando, Dana es la Madre-Río que fertiliza con sus aguas las tierras donde estos se asentaban.
La noción de una diosa Madre está presente en casi todas las religiones del planeta, desde sus propios inicios y orígenes. El río, arroyo o mar, son expresiones de la Madre Divina, lo cual los convierte en sagrados. En relación al mar encontramos a la Luna, regente de las mareas y de todo lo femenino.
Todos los lugares sagrados tienen su espíritu guardián, encargado de cuidarlos, el cual puede convertirse en gato, pájaro, pez, según lo que la diosa, la Tierra Madre, prefiriese. Existen numerosas inscripciones celtas, galo-romanas, representando a la Madre como una tríada (Triple Diosa: Dana-Mujer, Brígida o Brigit-Doncella y Anu-Vieja, benévolas y dadivosas), elemento común con los griegos. Los celtas en esta materia, no fueron diferentes.
En ese aspecto triple es frecuente en la mitología encontrarla encarnando distintas apariencias: como una anciana de horrible aspecto o bien como una bella y esplendorosa mujer de aspecto compasivo, según el caso que se tratase. Este cambio de apariencia externa era muy común y tenía como fin poner a prueba a los hombres que quisieran poseer la autoridad del país o la zona. Saldrían bien librados de la prueba siempre que fuesen justos y estuvieran libres de celos, temor o tacañería.
Los druidas solicitaban su permiso para encomendar las almas de los difuntos a través de las puertas de los sidhs***, es decir, las puertas hacia la nueva vida en el Otro Mundo.
El folclore popular la relacionó más tarde con las hadas y los enanos o Korrigans, al ser desterrada por los nuevos dioses, los milesianos, a los sidhs, junto con sus seguidores, los Tuatha De Danam. Los milesianos se quedaron el mundo de arriba y los hijos de Dana habitaron desde entonces bajo la tierra.
***Los sidhs o sidhe son palacios subterráneos, generalmente situados bajo alguno de los montículos, túmulos sagrados o colinas tan frecuentes en la antigua Irlanda.
Así una diosa como Dana, diosa del sol, de la luz y la fertilidad, pasó a ser considerada la deidad lunar del mágico y sereno inframundo.
Lo que sí queda clara es su función, por encima de todo, de Diosa Madre. Además, muchos coinciden en que el origen de Dana puede ser una deidad primigenia pre-indoeuropea con posibles tintes sumerios. Muchos ven a esta diosa, la Diosa Dana, en la Anna Purna de la India, la diosa Ana de los pelasgos o la Innana sumeria. Las primeras diosas madre de las épocas pre-celtas simbolizaron la fuerza de la tierra y su capacidad nutricia, la protección materna y la fertilidad.
***De este modo, y tal como yo pretendía, el arquetipo de la Diosa Madre, Madre Tierra y madre naturaleza, parece algo universal, pues las raíces de todos los mitos permanecen ligadas estrechamente en todos los rincones del mundo.
Con las invasiones romanas y sus nuevos dioses, Dana se convirtió en Diana, la diosa de la luna y la caza y tuvo un culto muy arraigado en todas las regiones celtas, por encima de cualquier otra diosa romana, lo que demuestra que la creencia en Dana seguía arraigada bajo esta nueva forma.
***
Se la consideraba diosa de la literatura bajo el nombre de Brigit. Era la señora de la poesía, la adivinación y la sabiduría. Su fiesta se celebraba el uno de febrero, cuando los celtas festejaban Imbolc, el comienzo de la primavera; motivo por el cuál también se la asociaba con la fertilidad, tanto de los campos como de los animales y los seres humanos.
En Escocia, y justo por ser diosa de la fertilidad, una vez llegada la cristianización fue asimilada con Santa Brígida, la comadrona de la Virgen María, y por eso era invocada por las parturientas cuando daban a luz. En el caso de Irlanda, igualmente Brigantia fue sustituida por santa Brígida de Kildare. Curiosamente, en aquel lugar donde los celtas habían mantenido desde tiempo inmemorial un altar con fuego permanente en honor a la diosa, fundó la santa un monasterio de religiosas. Se cuenta que a tan poderosa Isla de mujeres no podía acercarse ningún varón.
La Diosa como Dama del Lago
Cabe recordar, sin embargo, que la diosa no siempre estaba de buen humor, y cuando el tema de la cosecha no iba bien, para calmarla, se solía sacrificar un gallo en donde tres corrientes de agua se encontraban.
La diosa madre pasó a llamarse, tras la cristianización, Santa Ana, la madre de la Virgen María, manteniendo su antiguo prestigio como diosa de la fertilidad y protectora, bajo los auspicios de la luna.
Más info en MITOS GRIEGOS CORTOS.
Eva Widermann & Annelie Kretzschmor
Con toda esta información, y después de ver, además, un montón de imágenes que me sirvieron de inspiración, «mi Diosa» Dana se expresó así en nuestra performance para Las Noches del Huerto, tras la presentación que hacía la Diosa Isis.
—(Dana) El alimento de la vida y de la muerte cuece
en esta marmita. Cualquier sorbo contiene un poco de ambos. No se puede ver la
luz si no se toma de él. Pero, igualmente, en cada trago está contenido el poso
de oscuridad imprescindible.
—(Coro) ¿Quién eres tú, mujer del bosque, la que cocina en el gran
caldero?
—(Dana) Soy la Señora de las aguas y de las tierras
vírgenes. La que nutre a los dioses. La madre eterna. Diosa de la fecundidad y
los ciclos inmutables: vida, muerte y renacimiento. Todo sucede y se repite,
una y otra vez, en la rueda del destino. Todo nace, todo crece y, cuando llega
su tiempo, todo tiene que morir. Para volver a surgir a otra forma y otro mundo.
(Pausa para que suene la música. Se sube y se baja. Dana habla
cuando baje)
»Dana, Agua del Cielo,
es el nombre que me dieron algunos de mis hijos. Aquellos que me llevaron en su
peregrinar, desde la tierra de los grandes ríos nombrados en mi honor, primero
el Don, luego el Danubio; hasta los países celtas. Pero otros hijos me han
nombrado de otros modos. Ana, Anu, Danu… incluso Anna Purna en la India lejana.
(Pausa para que suene la música. Se sube y se baja. Dana habla
cuando baje)
»En realidad, ¿qué importan
los nombres? Si yo sé lo que soy.
»Pero, ¿y vosotros?
¿Seríais capaces de reconocerme? Pensadlo bien, porque es muy posible que en
algún momento seáis puestos a prueba. Puedo ser la anciana sabia o la joven y
hermosa doncella. O también la madre amante y fecunda. Los tres rostros son
aspectos de la misma realidad, como lo son las fases de la luna. Y si alguna
vez creéis haber perdido mi favor, acudid a un lugar donde se junten tres
corrientes de agua, susurrad mis tres nombres y honrad mi triple naturaleza. Y
yo acudiré en vuestra ayuda. Pues, ¿qué madre no haría eso por sus hijos?
L. G. Morgan, la verdad la mitología es una asignatura pendiente para mi, pero después de leer tu elaborado post, nos adentra en diferentes culturas y su nombre, dependiendo de lugar es el mismo significado. Gracias por acercarme a este mundo apasionante de la mitología.
ResponderEliminarConsidero, además que las ilustraciones son expectacurlares.
Un abrazo literario,
Lola O. Rubio
Gracias, Lola. Abrazo también para ti. Eso que comentas de distinto nombre para mismo significado es algo que a mí me fascina especialmente. Nos demuestra cuánto tenemos en común los seres humanos seamos de donde seamos.
EliminarHola! Yo tampoco he leído mucho sobre mitología pero es un tema muy interesante, has realizado una entrada muy bien explicada. Un saludo :)
ResponderEliminarGracias, María. Empecé a indagar motivada por la performance que quería escribir y, como de costumbre, el proceso de documentación ha sido casi tan placentero como la escritura :-)
EliminarMuy bien detallado, gracias!
ResponderEliminarA ti por leer.
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