Fue el 1 de julio del pasado año. El «más difícil todavía» de LAS NOCHES DEL HUERTO, un festival comunitario que nace y vive al amparo de nuestro huerto de Manoteras. Allí el arte crece igual de frondoso y alimenticio que los tomates y las calabazas. Bajo la luz de la luna pudimos ver conciertos y obras de teatro, concurso de microrrelatos y danza. En un ambiente inmejorable, logrado gracias al esfuerzo de un montón de gente.
Y en la noche número siete nos atrevimos con una performance de magia, misterio y vudú que llamamos «ManoterArtAttack».
Se trataba de aunar en un solo espectáculo tres de las principales disciplinas artísticas: literatura, música y pintura. La lectura de un relato mío sobre vudú y posesiones, Historias de Nueva Orleans, sería acompañada por las improvisaciones jazzísticas, fiel reflejo del espíritu de la ciudad, de Jesús Salgado. A la vez, la pintora María José Perrón plasmaría en un cuadro el producto de esa conjunción. Como un mago sacando un conejo inexistente de la chistera, haría nacer en el lienzo en blanco lo que hasta entonces solo sería magia intangible, hecha de música y palabras, para convertirla entonces en forma y color, en materia visible.
Hicimos los preparativos. Nuestro escenario convertido en una consulta de vudú, con su altar de santería y un cuadro de nuestra antepasada. Una mesa camilla, bebida y comida para los loas y muchas velas. Los personajes y los artistas colocados en su sitio.
Las sacerdotisas |
El Barón Samedi |
El escenario |
El músico |
La pintora |
Todo empezó con un embrujo. Invocamos a las fuerzas de la oscuridad y el público fue bendecido y marcado con ocre rojo, para que los espíritus sueltos que había esa noche;
la poderosa Marie Laveau y otros como ella, venidos directamente de la tierra fértil del río Mississippi; los reconocieran entre los nuestros y respetaran sus sueños para siempre. Pues sabido es que hay que andarse con cuidado cuando se desatan semejantes poderes sobre la tierra.
La música empezó a sonar, esta vez en las voces femeninas del coro Manoteras Dreams, que interpretó Evening rise, Spirit come. Luego la sacerdotisa explicó:
—Nos trasladamos al
Barrio Francés de Nueva Orleans, la mágica ciudad de la Luisiana. Uno de los lugares
donde la religión vudú está más arraigada. Donde se venera a los loas o
espíritus y la gente consulta sus males de amor o dinero a houngans, sacerdotes
hombres, y a mambos o sacerdotisas.
»La practicante más
famosa de vudú en Nueva Orleans fue Marie Laveau, una mulata muy y longeva, conocida como La reina del vudú.
Historias de Nueva Orleans, por L. G. Morgan.
«Cuando Esmeralda Cienfuegos entraba en
trance, cualquier cosa podía suceder. Y si ese trance tenía lugar,
precisamente, durante alguna fecha poderosa… Las posibilidades se volvían
entonces aterradoras.
La especialidad
indiscutible de Esmeralda Cienfuegos era hablar con los muertos. La piedra
filosofal de su negocio, podríamos decir. Entraba en trance, se dejaba poseer
por el alma del difunto que fuera, y así hacía de puente entre este y los seres
queridos que quedaban en la Tierra, y que dejaban su buena plata, de paso, en
manos de la señorita Esmeralda».
La cuentista
»Si permites mi misión, bendeciré tu nombre ante los loas y diré que eres el más grande y bondadoso. Papa Legba, te daré las gracias por toda la eternidad».
«Los ojos se le ponen en blanco y su cabeza se dispara hacia atrás. A la primera embestida le sigue otra, más potente aún que la primera. El corazón se le desboca y casi deja de respirar. Boquea como un pez fuera del agua, luchando por echar de sí aquella presencia invasora. Sin resultado».
¡
Y aquí está! La protagonista que surgió esa noche, suma de palabra, música, arte plástico... Y la magia de una noche de vudú.
Hola L.G. Morgan, parece muy interesante. Espero acudir a la próxima reunión. Un abrazote
ResponderEliminar